Cada vez que se pone de manifiesto a nivel de la opinión pública una situación geopolítica, es importante precisar qué proceso o evento ha dado lugar a tal situación. Este es el caso de lo que está ocurriendo en Georgia, país ubicado en los territorios fronterizos entre Europa y Asia, que le dan un valor estratégico clave. Estar rodeado por Rusia, Turquía, Armenia y Azerbaiyán, además de bordear las aguas del mar Negro, dice bastante de este pequeño país, de unos 70 mil kilómetros cuadrados y cerca de 4 millones de habitantes.
El caso es que durante los últimos días, en las principales ciudades de Georgia, se ha dado una serie de protestas por parte de los habitantes georgianos partidarios de la incorporación de su país a la Unión Europea, oponiéndose a la decisión gubernamental de congelar las negociaciones en este sentido hasta el año 2028.
El gobierno de Georgia, liderado por el primer ministro Irakli Kobajidze, tomó tal decisión luego del triunfo de su partido Sueño Georgiano en las elecciones parlamentarias de octubre pasado, contraviniendo la línea proeuropea de la presidenta Salomé Zurabishvili, del partido Camino de Georgia.
En Georgia, de la decisión electoral se ha pasado a la situación geopolítica. Ocurrió un evento electoral que arrojó unos resultados favorables a Sueño Georgiano, los cuales han sido cuestionados por los partidarios de Camino de Georgia. Así las cosas, han entrado a posicionarse a nivel de la opinión pública dos versiones contrapuestas, que al mismo tiempo reflejan diferentes orientaciones con relación a la vinculación o no de Georgia a la Unión Europea o a Rusia. Se está en la fase de protestas en las calles, con la consiguiente acción represiva por parte del gobierno. Se está entonces en el desarrollo de una peligrosa situación geopolítica, en el desarrollo de las rivalidades de poder en el territorio.