Esta ley, de marzo de 2021, es un paso más de la sensatez y de la cordura colectiva concretada en la masa crítica de una mayoría absoluta parlamentaria. Pero en el fondo es otro instrumento en manos de los médicos. Pues son ellos quienes, a través de unos trámites que pretenden ser garantistas de la correcta aplicación del espíritu de la ley, por un lado, y de asegurar, por consiguiente, que no hay peligro de cometerse un homicidio más o menos intencionado, por otro, manejan la ley,sin apelación posible. Pero asimismo, en el fondo, es un esta ley es un procedimiento sofisticado y prolijo que se distancia gran cosa de la muerte asociada a los cuidados paliativos; la fórmula, el protocolo, conocido aplicados antes también protocolaria y habitualmente a casos concretos. Es decir, no añade "mejoras" significativas al trance del suicido asistido. Son tantos los requisitos, que para muchos, y en esos muchos se incluye el autor de este escrito, que no tranquiliza en absoluto en este sentido a quien, de avanzada edad, piensa en el último tramo de su vida.
Empezamos porque la ley sólo tiene en cuenta el dolor y el sufrimiento físico que acompaña a muchas enfermedades principalmente oncológicas, "preocupándose" el médico encargado de supervisar el proceso, de explicar al paciente terminal detalles que en la mayoría de los casos son irrelevantes y si no lo son, ni los va a entender y asimismo van a ser irrelevantes para ese paciente más o menos terminal. No tiene en cuenta la ley el sufrimiento moral, a menudo más mortificante que el dolor físico que se suprime fácilmente con opiáceos. Y en segundo lugar, no tiene presente que la plena lucidez en el anciano puede ser causa de mayor sufrimiento todavía. Es más, llegado el caso, de los encargados de que se cumpla fielmente la vigente ley para lo mismo en España, de ningún modo son de fiar. Que la razón de desear la eutanasia sea precisamente la plena lucidez, no será entendido por tanta mentalidad atávicamente trasnochada en materias como ésta. Peor, no se incluye en la ley ni querría entenderse que el suicidio asistido más hermoso y justificado es el decidido con la plena lucidez. Detalle superlativo que no solo no consta en la ley, sino que es incomprendido hasta que se ha entrado en la edad muy avanzada con esa lucidez que amplifica dramatismos incomputables desde punto de vista clínico. Como son, un cambio climático desolador, una sociedad disociada progresivamente, la pérdida de la capacidad de asombro o el interés por aficiones que han alimentado el espíritu hasta ayer. El mismo tedio, el cansancio psíquico y moral, pueden ser causa del deseo de acabar la vida . Todo lo que implica al "ser", a la esencia de la personalidad, agravando aun más el sufrimiento moral. Por eso, ser miembro de Dignitas, una asociación suiza con sede en Zurich, que facilita el suicidio asistido sin más requisito que una declaración de voluntad y un informe protocolario no puede ser más consolador… Esta ley española, mejor dicho la inexcusable intervención de médicos ordinariamente tradicionales en el asunto no hace más que turbar el ánimo a quienes a los 86 años conservamos la plena lucidez…8
Jaime Richart
2 Enero 2025