Un “apagón informático” o cibernético, se produjo este viernes 19 de julio desde horas tempranas generando múltiples efectos e incidencias a escala global, con consecuencias en las actividades y operaciones de bancos, comercios, aeropuertos, sistemas de trenes, servicios de salud, empresas de telecomunicaciones y en diversas áreas de funcionamiento.
Se generó a raíz de problemas en Microsoft y la firma de ciberseguridad CrowdStrike, se adjudicó la responsabilidad de la dicha falla masiva que saltó con el procedimiento de actualización de su software Falcon Sensor. Solo afectó a servidores Windows, pero no a los sistemas operativos de Mac, ni a Linux.
No fue ningún ciberataque o hackeo. El desarreglo provocaba el reinicio constante de las computadoras y por ello se imposibilitaron muchas operaciones, retrasando vuelos o limitando la atención de los hospitales a las urgencias, por ejemplo, y teniendo que hacer muchas de las operaciones informatizadas de manera manual.
El suceso ha generado mucha inquietud sobre la vulnerabilidad y dependencia del sistema informático a escala global y sobre las implicaciones de que actividades claves del funcionamiento de los países y a escala internacional. Alarma que tantas tareas en el mundo, más allá de todas las fronteras, puedan depender de una sola o de muy pocas empresas, así como también se puso sobre el tapete el tema del monopolio sobre muchos servicios informáticos esenciales.
Algunos usuarios entrevistados por medios de comunicación dijeron estar preocupados respecto a cómo es posible que medio mundo esté dependiendo para el desarrollo de su cotidianidad de un par de empresas estadounidenses. Ésto levanta interrogantes en torno a la concentración del poder y sobre la seguridad en el mundo.
Es algo que ya ha sucedido de manera global aunque parcial. El asunto del “apagón informático” ha sido tema de algunas películas apocalípticas y de ciencia ficción. ¿Quién tiene la llave de las naciones?