A la frustración de millones de televidentes impotentes ante la barbaridad del cierre de Directv en Venezuela, violación a los derechos de información y entretenimiento, atentado contra la libertad de expresión, únale que en otras cableras, específicamente una que tiene dos canales de orientación internacional Iglesia Católica y Cristianos Evangélicos que están en números consecutivos, en ambos me desagradó ver espacios políticos contrarrevolucionarios. Tratamiento irrespetuoso al pueblo católico y evangélico que simpatice con la revolución bolivariana, con la cual pese a la brutal campaña mediática de desprestigio mundial, el gobierno legal mantiene relaciones diplomáticas y comerciales con la mayoría de países que integran la ONU, organismo que ha llamado a no agredir a Venezuela, en voz de su Presidente el lusitano Antonio Guterres.
Se supone que los medios religiosos son orientación estricta hacia la devoción que inspiran las diversas creencias en el mundo, no hay explicación por qué permiten a conductores de programas politizar intervenciones cargadas de desprecio, no hay derecho. Así sean muy influyentes los moderadores, deben intuir que a regañadientes responden los asistentes a reuniones, al mezclar sus interpretaciones "bíblicas" con afirmaciones despreciativas hacia Venezuela basadas en formación hegemónica de la corporatocracia mediática.
Sacerdotes y pastores, se explayan en hablar sobre persecuciones sufridas por sus orientaciones y creencias durante la historia mundial, y de pronto afirman sus lecturas de capítulos y versículos citando a manera de comentario a Fidel Castro y Evo Morales, lo oí de un sacerdote con acento caribeño de Cuba o Puerto Rico, echando por la borda visitas Papales a ambas naciones y por personajes relevantes en diversas religiones. En el "estado libre asociado" para mi esclavizado que son los boricuas, y en la lucha cubana desde 1959 por auténtica independencia de criterio, luego de haber sido lenocinio sin protestas cristianas y para gozo de mafias estadounidenses, isla invadida varias veces en siglos anteriores, observo la acción moralizadora hacia una verdadera independencia republicana.
En el canal de cristianos evangélicos, estuve doce minutos oyendo los arrebatos de una presentadora con explicaciones sacadas de noticias internacionales contra la administración ejecutiva venezolana, palpando en ella encendidas arengas de una ignorancia tremenda acerca de nuestra situación. La dejé de escuchar cuando mi esposa precisaba ayuda en actividades de la casa, en esta cuarentena que tanto nos ha servido para consolidar cariño familiar, o aprender a compartir más tiempo, con todo e inconvenientes de quienes no han sabido apelar al respeto mutuo, paciencia y entendimiento cuarentenario.