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La CIA descubrió en los años cincuenta, el poderoso efecto de los elementos religiosos en el derrocamiento de gobiernos desafectos a la política de los americanos. Comunistas y herejes eran una misma cosa. Comunistas y "come niños" eran una misma cosa. Los comunistas estaban aliados a Satanás, aun cuando no exista nación más materialista, menos creyente y menos humana en el planeta, que la sociedad de consumo norteamericana, la que inventó las auto-church, los negocios de las sucursales salvadoras de almas por televisión, y convirtió a la religión en el más abominables y repugnante de los negocios mercantilistas. Nada ha desfigurada más la idea de Dios que el negocio que hacen ciertas televisoras deformando y estafando a seres inocentes con la salvación, ofreciéndoles salud, dinero, poder. Sobre todo dinero.
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La CIA en 1954, comenzó a inundar de biblias al planeta. Por una parte, hicieron distribuir en los países comunistas 10.000 globos cargados de biblias bajo el Bible Balloom Proyect, y en el juramento de fidelidad a la nación estadounidense se incluyó la palabra: "una nación bajo el poder de Dios", y en 1956, Dios comenzó a aparecer en los billetes de curso legal. En la oficina central de la CIA, Allen Dulles hizo grabar en la pared: "Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libre" (Juan: 8,32).
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El director propietario del imperio Time-Life, Henry Luce, trabajó para la CIA, suministró datos al senador McCarthy para que condenara a todo el que someramente fuese sospechoso de comunista, y sostuvo que la guerra fría era una guerra santa (como lo fue para el Vaticano la conquista y colonización de América y la propia Guerra Civil a lo largo de todo el hemisferio occidental). Henry Luce incluyó como colaborador del Time-Life, al teólogo Reihold Neubuhr, para revitalizar con éxito la doctrina del pecado original como herramienta política, "convirtiendo a Dios en instrumento de la política nacional".
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Bueno, esto es lo que hizo la fenecida "Coordinadora Democrática" junto con monseñor Baltazar Porras a la cabeza. Como Chávez hizo de su lucha la solidaridad a los valores bolivarianos, dejó a la oposición moralmente en cueros; no teniendo la derecha a qué acudir en termino de valores nacionales, estos ventrílocuos de Tío Sam se abalanzaron entonces de manera vacua y muy hipócrita sobre la bandera y la virgen y las pusieron a marchar por toda las plazas y calles de Venezuela. Una virgen agringada al lado de los McDonald y los Wendy’s. Una virgen arropada en la bandera del stick del Teddy Roosevelt y santiguada por el embajador Charles Shapiro. La santa virgen del vil consumo, la santa virgen del mayor sacrilegio a los principios religiosos y que el primero en destrozar fue el Papa Juan Pablo II cuando permitió que una transnacional usase su imagen para promocionar un nuevo tipo de papa frita, y que se publicase a página completa en los diarios nacionales más poderosos: "Dos Papas llegan a Venezuela", decía la propaganda. La imagen que luego explotaría esta misma transnacional cuando el Papa viajara a México y a Brasil, y entonces el negocio incluiría que la imagen del Santo Padre apareciera en la misma bolsita de papa frita. De modo que el uso de la virgen en la Plaza de Altamira estaba dentro de los planes para implementar el ALCA en Latinoamérica, para apoyar el Plan Colombia y para procurar el desmoronamiento del precio del barril de petróleo.
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El poder de Dios lo bajaron a la tierra con la intención de crear a los salvadores y protectores del imperio. Denunciaba Antonio Pascuali, en el semanario La Razón, de fecha 21-2-99, que nuestro estado venezolano había renunciado a sus medios de comunicación de radio y televisión. "El canal 5 de televisión (ahora ValeTV) –declaró Pascuali en compañía de los expertos en comunicación, Elizabeth Safar y Luis Aníbal Gómez- que fue el pionero en el país, hoy está manos de un alto jerarca de la Iglesia Católica, el arzobispo de Caracas, Ignacio Velasco, con riego de terminar siendo definitivamente de Venevisión". El negocio contra la Nación lo transó a escondidas del pueblo Rafael Caldera. El Comité por una Radio Televisión de Servicio Público (RTSP) que dirigen las personas arriba señaladas, denunciaron que Caldera en una acción de último momento, 48 horas antes de las elecciones del 6 de diciembre de 1998, le regaló el canal 5 de televisión con todos sus 27 canales e instalaciones en escala nacional, a una empresa ValeTV que tiene financiación de las tres mayores empresas de televisión de Venezuela -Venevisión, Radio Caracas Televisión y Televen- y funciona en una casa ubicada frente a la sede del Canal 4 (Venevisión), en la Colina de Los Caobos.
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Se añade que en un trabajo que presentó este Comité, que quedaba claro que el Canal 5 no fue entregado por el gobierno de Caldera a la Iglesia Católica como quiso aparentar el arzobispo Velasco quien actúa en sociedad con los otros tres canales de televisión antes mencionados. "- El problema está –planteó Pascuali- en que los gobiernos se sometieron hace tiempo a los dictados del sector privado, el que se lucra con las comunicaciones radiotelevisivas".
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Según los representantes de RTSP el Estado debía recuperar el Canal 5, por cuanto que esa donación por parte de Caldera constituía un delito previsto en la Ley de Salvaguarda del Patrimonio Público. A juicio de Pascuali, la separación de la Radio Nacional y las televisoras estatales era una imposición del sector privado; que Venezuela tiene suficientes recursos humanos y artísticos, de sobra, para hacer una gran radio y una gran televisión, pero que a eso los dueños privados de los medios les tienen terror, porque entonces ese sector tendría que adaptarse a un esquema cualitativo superior. Añadió Pascuali que el rol del Estado debe ser pedagógico, producir buenos programas de radiotelevisión para que los demás medios se vean obligados a hacer lo mismo, cosa que la empresa privada trata de evitar a toda costa.
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"- Por supuesto –apunta Pascuali- en eso hay enormes intereses y problemas económicos que nadie quiere resolver, además de problemas políticos. Pero en el fondo lo que hay es una democracia que se adaptó a un contubernio con los medios radioeléctrico de propiedad privada". Que entre los gobiernos y los medios privados se hacen favores. "Queremos romper ese esquema porque el gobierno tiene sus enemigos a los que no le da voz, y el sector privado también tiene los suyos que están incluidos en una lista negra".
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Sobre la criminal entrega de este canal a Venevisión, sostiene la profesora Elizabeth Safar, del mismo RTSP: "En nombre de programas culturales, ¿debo justificar un robo, una usurpación? Si estuviésemos en el escenario de un asesinato, ¿en nombre del fin tengo que justificar el crimen? Es decir: en nombre de que el arzobispo declaró que esa estación será dedicada a programas educativos, culturales, valores, ¿tengo que justificar un delito contra el patrimonio público?".
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Antonio Pascuali afirmaba: "Lo de ValeTV es una cortina de humo porque mientras los tres canales 2,4 y 10, a las 8 de la noche dan violencia, dan sexo y semi pornografía, durante la tarde han sacado los violines y le dan al país un poco de documentales "culturales". Nosotros no creemos en eso. Creemos saber lo que es la buena televisión. No es lo que están transmitiendo ellos, los documentales de las embajadas y de Discovery". De modo que la cosa está muy clara: Gustavo Cisneros en las narices de todo el mundo se robó un canal en Venezuela aprovechándose de que estaba en la Presidencia un octogenario venal, cuyos hijos desde el poder también estaban entregados a las estafas y los más oscuros negocios. Y ese canal lo tienen asegurado en función de que en Venezuela tenemos un sistema de justicia degenerado, una oposición servil y lacaya a los intereses norteamericanos.
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En un artículo posterior, Antonio Pascuali escribió: "Publicidad igual comunicaciones; capítulo éste, en que la iglesia venezolana ha acumulado menos éxitos que fracasos, deudas, y poco ortodoxo o cuasi heréticos flirteos. Por décadas pudo mantener siempre una muy admirable coherencia doctrinario-institucional. En su peregrinación anual a Miraflores, su Conferencia Episcopal nunca olvidó exigir, por ejemplo, vigorosos correctivos contra "la putrefacta cultura de la muerte" que difunden las televisoras del país, hasta noviembre de 1998, cuando uno de los Arzobispos, personalmente seducido por las sirenas del marketing, y sin informar a la Conferencia, se hace nombrar socio-Presidente de una "televisora cultural" enteramente financiada y gerenciada por los mismos agentes de "la cultura de la muerte", cual explota, además, una frecuencia ilegalmente depredada a la Nación, la del Canal 5, de servicio público. Un arzobispo con ciertos antecedentes: de productor de programas en el Canal 8, también público, patrocinado por cuatro bancos (le reportaba unos 15 millones de bolívares al mes), pero del que siempre eludió, con la ayuda de Miraflores, la firma del contrato que lo obligaría a cancelar la debida cuota-parte a la emisora (¿lo sabrá Salvaguarda?)".
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"Así alimento monseñor Velasco, arzobispo de Caracas, el desconcierto de feligreses y laicos. Se sumó, ¡qué tristeza!, a quienes se pelean los despojos de los bienes nacionales. Cometió un craso error comunicacional por ignorantia rei; la Iglesia siempre ha tenido todo que ganar con los servicios públicos y todo que perder con los comerciales. Embozaló a la ilustre Institución de la que es parte, la Conferencia Episcopal Venezolana: los agentes de la "cultura de la muerte" son ahora sus socios, y él le presta su dignidad curial para reconstruirse una falsa virginidad cultural ante el país".
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No sólo eso hizo aquella cúpula de la Iglesia venezolana, sino que luego prestó también su dignidad curial a Gustavo Cisneros Fedecámaras para dar un golpe de Estado contra un Presidente Constitucional: que los hechos no importan a la hora de defender sus intereses capitalistas. En la masacre del 11-A protagonizada por la oligarquía, se trataba de defender la entrega del canal 5, la evasión de impuestos, los privilegios de la clase corrupta de Pdvsa, la entrega del país a las transnacionales. Fue por ello por lo que Cisneros se convertiría en el propulsor mundial de un diluvio de titulares amarillistas contra Chávez.
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Al primero que se le ocurrió pasar misas por televisión fue al canal de la Colina. La propuesta le fue llevada por los gerentes del Canal Venevisión a monseñor Jesús María Pellín Chiquin, el "santo varón" y famoso director del diario La Religión, quien la aceptó profundamente agradecido. Desde entonces televisión y principios religiosos fueron una misma causa y un mismo ser. Dos entes sagrados y virtuosos por definición, un dogma, algo que no admite discusión. Este gran acto de maridaje solemne, es el que a la larga hará a las plantas televisoras unos íconos intocables, como la imagen de la Virgen o del mismo Cristo, como la mujer del César. Y por ende, menos intocable todavía serán los dueños de tan sagrados entes.
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Al lado de esa soberbia de la Iglesia, la televisión era en sí misma todo lo chic, todo lo bueno y majestuoso que nace y se promueve con el capital. El vientre venturoso del mercado porque en ella se reflejaba todo lo grande para lo que debe nacer un hombre: un hombre nace para tener riquezas, para viajar en cruceros y recorrer el mundo, tener chequeras con buen respaldo en los bancos, una casa en el campo y otra en la playa, y poseer las mujeres mejores dotadas físicamente. Alguien para referirse a una mujer exuberante, le bastaba con definirla como "toda una artista de televisión". Eso es así porque los grandes anunciantes de la televisión, además de la Iglesia, han sido y serán siempre, en este mundo capitalista como la Phillips, la Internacional General Electric, Philco, Procter & Gamble, Sonny, etc. En realidad, para las grandes corporaciones el tema de los anuncios no persigue otra cosa que vender modos de vida. Su consigna es: creemos modos de vida y todo será ganancia para nosotros. La gente no podrá sentirse bien sin nosotros. He aquí una de las razones por las cuales la clase media venezolana se embanderó casi toda contra Chávez.
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En el diario El Nacional aparecía cada quince días un cuerpo denominado Iglesia Urbe y Orbe, patrocinado por la "Asociación de Amigos de la Fe en Venezuela". Si investigábamos un poco caíamos en la cuenta de que tales amigos de esa Fe en Venezuela era: la IBM, la Shell, American Express, Bayer AG, General Electric, Hewlett-Packard, Bellsaoth, DHL, Seros, Procter and Ganble, American Airlanes, Mattel, Cantv y Banesco. ¡Qué les parece!
Al desnudo la historia del canal ValeTV: El aberrante incesto entre Iglesia, la CIA y el libre mercado…
Por: José Sant Roz
Domingo, 15/11/2020 07:01 AM