Acabamos de publicar en las redes sociales un escrito mediante el cual exhortamos a la directiva del Colegio Nacional de Periodistas (CNP) para que le formule un llamado al gremio a que se sumen a promover la reconciliación y el dialogo en el país, pero por el contrario vemos que muchos colegas aun, sobre todo los que partieron al extranjero, alientan incomprensiblemente la diatriba y se oponen a las iniciativas que pudieran llevarnos a un definitivo entendimiento entre las partes en conflicto.
Eso de estar hablando mal de otros colegas, por diferencias políticas, o por cualquier otro aspecto, nos parece fuera de todo orden moral, porque incluso, en nuestro Código de Ética del Periodista se hace ver que cualquier señalamiento que se asuma en esa dirección está fuertemente cuestionado, pero la realidad, en el caso que nos atañe hoy, nos obliga a refutar, de manera categórica, la postura o la conducta como profesional del periodismo que viene asumiendo, desde hace tiempo atrás, desde Washington, la colega y vieja compañera de estudios de la Universidad del Zulia, Meibor Petit.
A Petit la acabamos de ver de nuevo, a través de un corto video, hablando también con el colega opositor, quien reside en Miami, Miguel Ángel Rodríguez, con el claro propósito de informar los pormenores, que tiene el nuevo gobierno de Estados Unidos, que encabeza el presidente Joe Biden, relacionados con el conflicto interno que vive Venezuela.
Vale destacar que ya antes, a través de una anterior entrega, nos vimos en la necesidad de refutar, meses atrás, algunas posturas de la colega Petit en contra del actual gobierno revolucionario que dirige el presidente Nicolás Maduro, no tanto por la crítica, que es válido hacerlas, sino por el llamado incitador a que se promueva una invasión contra la nación, sin reparar los cientos de miles de muertos que una acción de esta naturaleza pudiera generar.
Esta vez Petit destaca la postura del nuevo secretario de Estado de Estados Unidos, Antoni Blinken, en relación a nuestro país, que no es otra que seguir alentado las sanciones y el bloqueo que dejó instauradas el gobierno de Donald Trump, pero, incluso, este sujeto aspira ir más allá.
Lo que molesta realmente de la compañera Petit es cuando dice que ella está de acuerdo, sabiéndose venezolana, nacida en Maracaibo, que a Venezuela se le continúe hostigando hasta ver que el gobierno de Maduro caiga, aunque para ello haya que promover otras estrategias o planes, como asegura que ya el nuevo gobierno norteamericano los tiene a la mano.
Petit, como todo periodista que utiliza la profesión indebidamente, hace ver que solo está informando, pero por debajo de la mesa, y de manera muy soterrada, al menos en esta ocasión, lanza los dardos envenenados, para seguir alentando las acciones conspirativas en contra del gobierno legitimo que escogimos la mayoría de los venezolanos.
Lo que me pareció interesante del nuevo reporte de la maracucha que vive en Washington, mientras el colega Miguel Ángel Rodríguez guardaba silencio, un silencio por demás, cómplice, desde Miami, fue cuando dijo que los demócratas en Estados Unidos están divididos en dos vertientes: los del centro y aquellos que forman parte de la tendencia centro-izquierda, que de paso están consolidados, y se inclinan que el problema de Venezuela hay que resolverlo a través del diálogo y el entendimiento.
Esto que acaba de decir Petit, sin duda, se habrá constituido en todo un dolor de cabezas para los opositores extremistas que hacen vida activa en nuestro país, pues ven que de la noche a la mañana el gobierno revolucionario pudiera llegar a un feliz entendimiento con las nuevas autoridades de Estados Unidos, que de seguro igualmente buscaran romper el hielo con la situación de Cuba, tal como lo venía haciendo, al final de su período, el presidente Barack Obama.
Lo que si está claro es que el nuevo Secretario de Estado, de apellido Blinken, no responde a la misma línea de los congresistas que apoyan buscar una salida por la vía pacífica a la situación de Venezuela, que al parecer la colega Petit apoya de manera decidida, sin importarle nada, a pesar de saber que las miles de víctimas que pueda generar un conflicto armado, sean sus propios hermanos.