¡ INSÓLITO ¡, pero lo que se está observando en el mundo es un estado de regresión en materia de libertad y de derechos ciudadanos. Plasmar en el derecho positivo las condiciones necesarias para que las sociedades avancen armónicamente y los particulares puedan desarrollar la amplia gama de sus actividades en el marco de parámetros legales, que le garanticen seguridad en ese desenvolvimiento, está en grave riesgo.
Existe una tendencia involutiva, que puede llevar nuevamente a que algunos Estados retrotraigan a la sociedad a momentos históricos que considerábamos hasta ahora neutralizados o parcialmente superados. La tendencia de lograr un equilibrio entre el poder del estado y los derechos ciudadanos, corre el riesgo de ser vulnerada, vuelta al Estado omnipotente a avasallar al ciudadano. Todo el arduo proceso de luchas que ha llevado a la humanidad a jerarquizar y valorar la Libertad, condición para el desarrollo armónico de los pueblos y crear las condiciones para estimular el trabajo y la creación individual, libre de ataduras y presiones, está actualmente sometida a presiones y limitaciones.
Es el Estado, ahora, mejor dicho algunos Estados que se autoproclaman hegemónicos, todopoderosos, los que pretenden colocarse como Jueces y colocar a los derechos en el banquillo de los acusados. El Estado, que debería ser el que garantice el equilibrio en la aplicación de la justicia, toma partido, y ahora es él quien califica, el Juzgador, y los derechos a los que le debe protección, la víctima de este proceso regresivo.
Esta tendencia la apreciamos nítidamente con el Derecho a la Libertad de Expresión, cuyo desarrollo, aceptación y posterior conquista, que la llevó a integrar junto otro conjunto de derechos, el amplio espectro de Los Derechos Humanos, recibe hoy los embates de un Estado, que después de reconocerla, como indispensable para el desarrollo integral del hombre, trata de coartarla, anularla y si es posible desaparecerla.
En este afán el Estado se lleva por delante, no sólo al Derecho a la Libertad de Expresión, sino, a los que por razones profesionales u de oficio están estrechamente ligados a la puesta en práctica de ese derecho. También, en esta ofensiva, el Estado atropella igualmente, otros derechos concomitantes a la Libertad de Expresión, como lo son el Derecho de Prensa, El Derecho a Informar y ser Informado, Derecho a la Comunicación, y otros, ampliamente consustanciados con un derecho excelso, el de La Libertad.
En la medida que estos derechos individuales, hoy consagrados como derechos fundamentales, derechos universales, sean vulnerados; en esa misma medida se vulnera, La Libertad, estas ocho letras, por las que la humanidad históricamente ha dejada el pellejo, para Conquistarla y jerarquizarla con un máximo valor en la sociedad contemporánea. El Caso de Julián Assange, fundador de Wikileaks, el asesinato de periodistas en diferentes partes del mundo, ha puesto de relieve esta contradicción y la tendencia retrógrada.
El Derecho a la Libertad de Expresión, que ha permitido con su ejercicio, revelar ante el mundo, las atrocidades cometidas por algunos Estados (Invasiones e Intervenciones), que basan su poderío en la fuerza de las armas y revelado también, los negocios turbios de grupos económicos (Papeles de Pandora), dignatarios de estado e individualidades que son protegidas por el Estado en una comunidad de intereses en perjuicio de sus propios pueblos, hoy pretende ser sacrificado. El péndulo de la Justica oscila, al ritmo de oscuros intereses, la fragilidad del derecho se manifiesta, la moral se resquebraja. Acepto formalmente el derecho, pero cuando este ya no sirve a mis intereses lo desecho, lo anulo. De consolidarse esta tendencia, el Derecho a la Libertad de Expresión, pasará a ser en las leyes que la contemplan como un elemento decorativo, bonito como un Pavo Real, pero peligroso de hacerlo efectivo.
El mundo se convertirá en una especié de Coto de Caza, donde los Estados con gran poder económico y militar buscaran sus presas (Ahora con Drones), periodistas incómodos, críticos al sistema imperante y en general a cualquier persona que pueda ser catalogada como enemigo potencial. Así, se abrogarán el derecho de violar soberanías para abducir a quien mejor le parezca, llevarlos a sus estrados judiciales, donde el Derecho a la Defensa y otros derechos humanos brillan por su ausencia, provocar pánico, parálisis, para frenar a cualquiera que pretenda ponerlos en cuestión.
La profesión del periodismo será proscrita, los periodistas y comunicadores en general pasaran a ser los enemigos de la sociedad, como ya lo estamos viendo y volverá el Estado Poderoso, a enclaustrar a los ciudadanos (súbditos) y redactarles como en una especie de cartilla, lo que deben o no deben hacer. En otras palabras, la Libertad en general, cuya conquista para la humanidad, ha costado tantas vidas, revoluciones y convulsiones sociales se verá duramente resentida. Debemos avanzar hacia la creación de un estado de conciencia ciudadano, que permita a cada persona tener presente, que cuando se agrede a un periodista o comunicador social, cuando se vulnera el Derecho a la Libertad de Expresión y otros derechos comunicacionales, se está impidiendo al mismo tiempo, el acceso a la verdad, al desarrollo integral del ser humano y vulnerando sensiblemente, la Libertad de actuar en la Sociedad.