Los efectos del imperio de una ideología en su conjunto imposible de contestar y contrarrestar con el pensamiento autónomo y con corrientes de pensamiento personalizadas, son cada vez más acusados.
No creo que sea solo consecuencia de la edad avanzada… Pienso que, resumiendo mis observaciones y en un plano extraordinariamente objetivo, no sólo los políticos, los periodistas, los médicos y todos los expertos que están en el candelero y se manifiestan públicamente, a menudo toman por tontos a la población. Y en el plano comercial, pese a ser un ámbito éste en principio irrelevante, alcanza unos niveles que mueven a atentar contra las marcas de toda clase, sus agencias de publicidad y sus publicistas. Eso, o ignorar deliberadamente todo mensaje publicitario.
Pero en cambio creo que todo lo que viene sucediendo hace ya cerca de dos años, tiene mucho que ver con las sospechas que en muchas mentes y distintos centros de inteligencia independiente se vienen barajando; que, tanto aquellas como estos, detectan un presunto pero probable propósito de poderes difusos en la sombra pero perfectamente localizados, de cosificar, entontecer y embrutecer a los humanos para dominarles y extraer de ellos, como se hace con el cerdo, toda clase de utilidades y provechos.
Me refiero a un universo humano sumido más o menos toda su vida en un sistema político y económico que por sí mismo infantiliza gravemente al adulto. Y al decir que infantiliza me refiero a la inmadurez adosada a una enseñanza, a una educación y a una instrucción regladas desde primaria que luego, en los estudios superiores, si los hay, se sigue recibiendo en sumisión. Todo lo que, con los expertos y los tutoriales, dos figuras que a su vez han llegado a adquirir una importancia primordial, a su vez dificulta y estorba considerablemente, si no anula, el criterio personal acerca de todo cuanto se nos dice desde los medios y desde las instituciones, y nos rodea en la vida cotidiana.
De momento aprecio que la lógica ordinaria, esa lógica natural asociada al instinto personal, que en muchas cosas parece atrofiado, sirve de muy poco para comprender la lógica política pero también la lógica médica, al menos en España, e inclusive la "lógica" del mercado libre (en los términos que deseamos entender los profanos "mercado" y "libertad" a la luz de los límites imprescindibles para organizar la vida colectiva) que a todo trance propugna e impone el pensamiento neoliberal.