Periodismo para contrarrestar la prensa imperialista

Lunes, 30/10/2023 03:43 PM

El acontecer periodístico revela como se pretende desvirtuar la labor pedagógica que debe existir en la función profesional de un comunicador social tal como lo establece el Texto Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, en su artículo 108, a saber:

"Los medios de comunicación social, públicos y privados, deben contribuir a la formación ciudadana...".

Ya que los falsos positivos editados por el poder mediático buscan por todos los medios despojar los hechos noticiosos de las relaciones causales que se toman del contexto y su integración, que los explican.

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV), en su preámbulo señala que hay que "refundar la República" en la búsqueda de establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica en un Estado de justicia para que prevalezca el imperio de la Ley.

En esta encomiable misión el periodista tiene un papel de vital importancia, por lo que no puede a ultranza asumir una posición generadora de malicia para desvirtuar el hecho noticioso.

Un acontecimiento crece en importancia noticiosa en la medida en que representa un cambio e introduzca una modificación significativa en la sociedad donde se produce el hecho noticioso.

De este modo se dispone de un criterio ético para destacar aquellas informaciones intrínsecamente valiosas, aunque carezca de espectacularidad, sobre lo anodinos e intrascendente de la información.

Asimismo, los hechos adquieren valor noticioso en la medida que afectan al ser humano en la comunidad.

Eso explica que un hecho noticioso menor revista mayor importancia que otro intrínsecamente mayor, por la circunstancia de afectar a un mayor número de personas.

Un periodista a diferencia de un historiador trata de registrar cada acontecimiento singular cuando ocurre y se interesa en el pasado y en el futuro sólo hasta el punto en que estos elementos arrojen luz sobre lo que es real.

Es por ello que, en no pocas oportunidades, cuando estamos en presencia de un hecho noticioso aparentemente simple sólo estamos siendo víctimas de una ilusión, al no percibir toda la gama de relaciones que ese hecho tiene sobre la sociedad.

La doctrina de la objetividad erigió toda una mitología sobre el hecho bajo el supuesto de que había encontrado un punto de referencia inconmovible, ajena a cualquier perturbación de carácter subjetivo.

Y para determinar su condición potencial de noticia tiene ciertos atributos, los cuales son cuatro: novedad, actualidad, significación social e interés público. Se tiende así a una simplificación excesiva de la realidad y a despojar a los hechos noticiosos de las relaciones causales que los explican.

Así como se elaboró una concepción de los hechos susceptible de servir de base a las noticias, también está una formulación acerca de la naturaleza de la noticia y sobre la técnica de búsqueda, selección, redacción y presentación al público. Según esos criterios la noticia es una mercancía fungible, de vida efímera. De modo que, los actos normales de la vida humana, por grande que sea su valor intrínseco, no constituyen noticia, según el criterio del periodismo objetivo. Y sólo la anormalidad, lo que se sale de lo corriente, tiene cualidad noticiosa. El trabajo de los obreros, por ejemplo, sólo es noticia cuando se interrumpe su labor.

El periodismo objetivo creo una técnica que, en resumen, consistió en limitar al máximo la libertad de reflexión y de criterio del periodista, a la hora de buscar, seleccionar, redactar o presentar las informaciones.

Pues bien, debido a esos imponderables tan frecuentes en el periodismo, hay un estilo, corriente o doctrina que sí tiene importancia fundamental en el análisis de la noticia y es el nacimiento de la información interpretada en la que se puede distinguir una fundamentación teórica y fórmulas de tratamiento técnico para las informaciones.

Estos supuestos que sirven de base al periodismo interpretativo están diametralmente opuestos al periodismo objetivo. Se pudiera decir que estamos en presencia de otra posición doctrinaria, sólo que en esta oportunidad tenemos el compromiso de asumirla abiertamente.

Partimos así de la premisa de que el periodista en sus relaciones con la realidad se comporta exactamente como los demás sujetos cognoscentes. Su versión de los hechos, llámese noticia o reportaje, estará necesariamente contaminada con una dosis de subjetividad. En la medida en que se tenga conciencia de esta limitación consustancial al conocimiento humano, cualquiera sea la esfera en que se produzca, podremos tomar las precauciones necesaria en el ámbito ético para no quebrantar la veracidad del relato periodístico. Esto no es contrario a la información veraz, ni tampoco se coloca al margen del derecho a la información, sin censura, que debe tener la población.

La CRBV y en todo lo que tiene que ver con el derecho a la información está a derecho con el periodismo como palanca de transformación social en el marco de una información veraz y objetiva.

Cuando se admite la intervención de la subjetividad del periodista, no se está en modo alguno autorizando la introducción de la arbitrariedad y el capricho individualista en el ejercicio de la profesión de comunicador social. Pensar en algo como esto, implicaría convalidar un verdadero caos en el mundo de la información.

No podemos olvidar que el relato de un periodista en particular va ser cotejado con el de otros sobre el mismo asunto y la deformación informativa mal intencionada quedará fácilmente al descubierto.

En cada relato encontramos el sello personal de quien lo escribe, su estilo, su temperamento, su enfoque, el enriquecimiento de su formación cultural, en el momento en que informa.

El reconocimiento de los ingredientes subjetivo no involucra la confusión entre información y opinión directa u opinión redaccional, ésta debe ser expresada en los editoriales, artículos, crónicas o columnas. En ese mismo orden de ideas, por ejemplo, para este escribidor o periodista este trabajo se enmarca en un gran reportaje periodístico interpretativo.

Entiéndase que al poner énfasis en esta distinción, no estamos admitiendo la validez del postulado de la doctrina de la objetividad, según el cual la separación de las informaciones y las opiniones en páginas distintas dentro del cuerpo del de medio de comunicación impreso constituye un certificado de imparcialidad. Pues, todo acercamiento a los hechos para transformarlos en información, todo tratamiento, encierra una dosis de opinión que se extiende desde la selección de los detalles hasta la estructuración, la redacción y la presentación de la noticia.

Asimismo, hay que destacar que la interpretación pone énfasis en el porqué, en la búsqueda de explicaciones de los acontecimientos y agrega una pregunta más: ¿para qué?.

Dentro de esta concepción los hechos cuando se enfocan dentro de un proceso no ocurren gratuitamente, llevan una finalidad abierta o solapada, conducen a algo de manera deliberada o no. De ahí, que siempre debemos preguntar o preguntarnos el para qué de las cosas. Por ejemplo, si el Gobierno propone una Ley especial de Cooperativas o decreta un aumento en las tarifas de los servicios públicos, no sólo es importante saber porqué lo hace, sino también para qué lo hace.

Entonces, el tratamiento interpretativo enseña a desconfiar de los hechos simples, así como insiste en las limitaciones que entraña al enfoque de los hechos aislados.

El objetivo de quien escribe o hace periodismo, sigue siendo el hecho particular, sólo que ahora está consciente de que además, no es autónomo, que está consciente por circunstancias que lo preceden o lo rodean. No olvidar ese factor condicionante, no cercenar las vinculaciones de los hechos con el proceso a que pertenecen, eso es lo que se busca.

La interpretación no debe ser confundida con la emisión de opiniones directas. Postula la necesidad de enfocar los hechos en sus relaciones causales y en sus vinculaciones con el contexto que le es propio. Admite la necesaria e inevitable intervención de elementos subjetivos en el tratamiento informativo de la realidad, hace hincapié en el porqué, el para qué, la significación social y el interés público, trabaja sobre la base de una concepción de la actualidad menos restringida que la de la objetividad.

La interpretación es el sentido profundo de las informaciones, que permite tener una visión más profunda de la realidad y los hechos. Se va más allá de las apariencias superficiales.

Por lo mismo, la interpretación es algo más que una explicación. Al estudiar los hechos a la luz de sus antecedentes y de los condicionamientos contextuales para buscar una respuesta a los porqué y para qué se está proponiendo una organización significativa de los acontecimientos que envuelven una valoración inevitable. Eso es algo más que una simple explicación, aunque también se proponga hacer comprensibles los hechos.

La interpretación, en cambio, es cálida y valorativa, analiza y recompone. La interpretación no es tampoco el resultado de una simple acumulación de datos y, en consecuencia, una noción cuantitativa. Se trata de escoger aquellos datos que tengan significación para la comprensión del hecho que tratemos. No se trata de apabullar al lector con una masa de información no seleccionada, sino de realizar una jerarquización rigurosa en el volumen de datos que encontremos en la investigación.

En el periodismo interpretativo al revés de lo que ocurre en el periodismo objetivo, la calidad tiene más importancia que la cantidad. La interpretación no es un problema de extensión sino de enfoque. En ese tipo de periodismo el profesional de la información recupera el uso del cerebro y en las informaciones sujetas al periodismo objetivo, no por culpa del comunicador social, sino por las imposiciones de una política editorial, el periodista actúa mecánicamente, como un robot controlado por el criminal poder mediático.

Es necesario comprender que la burguesía entiende por libertad de prensa, la libertad de los ricos de editar periódicos, el acaparamiento de la prensa por los capitalistas, lo cual ha conducido a la venalidad de la prensa.

Esa prensa reaccionaria se ocupa de distraer la atención del pueblo sobre los problemas realmente serios, profundos y fundamentales de la vida.

Se debe encarar de una manera distinta una tarea para cuya solución existen todas las premisas materiales y falta solamente la conciencia de su necesidad y la disposición para resolverla.

Nos referimos a la tarea de transforma la prensa de órgano serio para la educación y la lucha del pueblo. En ese sentido la prensa debe ubicar en primer plano los problemas del trabajo, la salud, la educación, los habitas, la vivienda, etcétera, en su enfoque inmediato y práctico.

Debe convertirse en el órgano de los consejos comunales, en el sentido de hacer pública toda la información que los empresarios capitalistas procuran ocultar a las trabajadoras y los trabajadores.

Hay que revelar a todas luces la organización interna de las empresas lo cual constituye para el capitalista algo que debe ser protegido de los ojos ajenos, pues esto es algo en que él busca por todos los medios de ser el soberano único y todopoderoso, cubierto de las críticas... Venimos de un prolongado dominio de la burguesía, por tanto, el soberano está necesitado de una amplísima campaña de ilustración, este pueblo que está ávido de poseer cultura, conocimientos, de saborear una prensa que satisfaga sus necesidades inmediatas y que sea fácilmente aceptable para ellos, que exalte su pasión por la lucha y su confianza en la victoria, que fortalezca su solidaridad y lo capacite para combatir al enemigo con un solo impulso y un solo propósito.

Los medios de comunicación social deben constituirse en el primer y principal recurso para elevar la autodisciplina de las trabajadoras y los trabajadores y transformar los viejos e inservibles métodos de trabajo, que sólo sirven para rehuir al trabajo.

La misión consiste en poner de manifiesto todos los defectos de la vida económica privada o capitalista, y de manera implacable, revelar todas las llagas de esa vida económica capitalista y apelar con ello a la opinión pública de las trabajadoras y los trabajadores, para lograr la curación de los males capitalistas.

Carlos Marx dijo que las épocas económicas se diferencia unas de otras no por lo que se produce, sino por los instrumentos que se emplean en la producción de bienes materiales.

De modo que, todos los medios (la tierra constituye un medio universal de trabajo) y los objetos del trabajo forman en conjunto, los medios de producción. Pero, los medios de producción no pueden por sí solos crear bienes materiales, pero es maquinaria es ineficaz sino interviene la mujer o el hombre. Por tanto, el factor decisivo de toda producción es la mujer o el hombre, es decir, su fuerza de trabajo.

En cualquier fase de desarrollo se encontrara producción que siempre ha tenido dos aspectos fundamentales: las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Las fuerzas productivas las forman los medios de producción; mientras que, Marx llamó a las relaciones de producción o económicas las que surgen entre los hombres en el proceso de producción, el cambio y la distribución de los bienes materiales.

Es así que, cuando los medios de producción son propiedad privada, entonces se establecen relaciones de explotación del hombre por el hombre, es decir, relaciones de dominación y subordinación. Bajo el capitalismo la clase trabajadora no posee medios de producción y por eso precisamente, se ven obligados a trabajar para los capitalistas.

En el sistema socialista, por el contrario, los medios de producción pertenecen al pueblo. De ahí que, en el socialismo no existe la explotación del hombre por el hombre, sino que las relaciones entre los ciudadanas y ciudadanos, son de cooperación solidaria y ayuda mutua, es decir, socialista.

En el regimen capitalista la burguesía, que es la propietaria de los medios de producción, dispone a su conveniencia de todos los productos del trabajo, mientras que la mayoría de esos trabajadores pasan su vida sumida en la más fútil miseria.

La historia del desarrollo de la sociedad humana registra cinco formas de relaciones de producción, a saber:

La comunidad primitiva, la esclavista, la feudal, la capitalista y la socialista.

Cada uno de estos estadios de la historia ha tenido una forma de propiedad como base de las relaciones de producción de cada regímenes. El esclavista, feudal y capitalista, ha sido la propiedad privada de los medios de producción, propiedad que siempre ha originado y origina inexorablemente la división de la sociedad en clases hostiles, pues hay explotados y explotadores.

Únicamente no hay lucha de clases en el socialismo, en virtud de que la base de las relaciones de producción está sustentada en la propiedad social, socialista, sobre los medios de producción, pues la sociedad socialista está conformada por clases amigas: obreros, campesinos, indígenas y la capa social formada por los intelectuales.

A cada una de estas fases de formaciones económicas-sociales: la de la comunidad primitiva, la esclavista, la feudal, la capitalista y la socialista, le corresponde su propia economía, sus conceptos, ideas e instituciones, en las que el avance de las formaciones económicas-sociales comienza por la fase inferior y progresa hacia la superior; así el feudalismo cedió su lugar al capitalismo, y éste al socialismo, fase inferior del comunismo.

La raíz del surgimiento, desarrollo y destrucción de las formaciones económicas-sociales están en las leyes del desarrollo de la sociedad.

El marxismo enseña que no se debe concebir la naturaleza y la sociedad como una aglomeración fortuita de fenómenos aislados, exentos de relaciones mutua. Por el contrario, debemos tener presente que todos los fenómenos de la naturaleza y la sociedad guarda relación entre sí y, por tanto, se condicionan mutuamente.

Esa profunda relación entre los fenómenos se manifiesta en las leyes del desarrollo de la naturaleza y la sociedad. La misión del comunicador social, desde la perspectiva integradora y contextualizada, debe enfocar el hecho noticioso bien aliñado. En este artículo en mí condición de periodista dejo los ingredientes para contrarrestar la prensa imperialista.

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