Venezuela y la posverdad

Lunes, 05/08/2024 09:09 PM

"Venezuela se enfrenta en las calles a un golpe de Estado cibernético. Es un golpe de Estado imperialista, una emboscada imperialista, no tengo dudas en calificarlo así, porque tiene características fascistas, llena de odio, de venganza, persecución contra las instituciones y el pueblo"

(Nicolás Maduro).

Hoy, queremos insistir con lo ya dicho.

A propósito de las elecciones realizadas en México, decíamos, en el artículo "Cuidado con la astucia del imperio", publicado en la Revista Amérika Latina y Karibe, nro. 17, especial julio 2024, que allí cayeron derrotados los bots, las fake news, las redes sociales y los medios de comunicación.

Que la campaña contra AMLO y Claudia no tuvo precedentes y aun así el arrase fue total. El pueblo mexicano no se achicopaló ante las presiones de la psicometría.

Pero también acotamos que, ahora, venían con Venezuela y que se debía estar muy atentos, porque la campaña de posverdades y fake news, sería la constante y, aquí, en nuestro país buscarían lograr lo no alcanzado en México.

Y, en efecto, así ha sido. En el mundo la información que circula sobre la revolución bolivariana y su gobierno, es la que se basa en la fake news y la posverdad, y quienes la asumen lo hacen como su realidad, su verdad, con absoluta propiedad, sin asociarla para nada con mentiras. Hasta más de uno, que está"convencido" de la realidad, ha caído en la trampa.

¿Qué es la posverdad?

Para el diccionario Oxford: La posverdad, es el fenómeno que se produce cuando: "los hechos objetivos tienen menos influencia en definir la opinión pública que los que apelan a la emoción y a las creencias personales".

Para el diccionario de la real academia española, seria: "distorsión deliberada de una realidad que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales".

La posverdad se refiere al arraigo de creencias y convicciones, basadas en la emoción, que no son refutadas por la evidencia y los hechos objetivos.

Hoy en día predomina la posverdad por:

-El ambiente de polarización entre visiones extremas del espectro político, económico y social. En el mundo occidental existen dos modelos, que se contraponen y que tienen consecuencias diferenciadas para los pueblos. De un lado, el modelo de la exclusión, de la negación de la otredad en los términos planteados por el filósofo francés Jean Paul Sartre o el poeta mexicano Octavio Paz, representado en el "individuo ficticio", amante del ego cogito de Descartes y cuya manifestación económica se expresa en el neoliberalismo. De otro, el modelo de la inclusión, representado en el "individuo colectivo" o en el respeto por el otro (la alteridad del filósofo lituano-francés Emmanuel Lévinas o de Enrique Dussel) y cuya expresión económica se encuentra en propuestas postcapitalistas, socialistas o de defensa de la Pachamama.

2) La presencia de las redes sociales, que se han convertido en el principal medio o instrumento de (des) información o comunicación del mundo y que permiten que verdades a medias, rumores, chismes, alcancen a millones de personas y pasen, a punta de repetición, a convertirse en firmes convicciones, a pesar de que carecen de verificación o comprobación. Por tanto, las redes sociales son uno de los principales actores internacionales, con una eficiencia de importancia mayor, al crear subjetividades y estar enraizadas en lo cotidiano, en la familia, el internet, el wifi, el celular, por tanto, perturba lo privado, invade lo individual, forma parte de la vida cotidiana, segundo a segundo.

Las redes sociales han allanado el camino a aquellos que se dedican a fabricar noticias falsas (fake news). Mentiras perfectamente diseñadas para el vistazo rápido y poco crítico con el que se ojea la noticia, construidas con precisión quirúrgica y con mucha anestesia. Mentiras hechas a nuestra medida. Por tanto, el éxito de la posverdad está en nuestra predisposición a aceptar lo que ansiamos creer porque confirma nuestro punto de vista.

3) La creciente debilidad de los medios tradicionales de comunicación en el ejercicio de su tarea de "formar (o no formar) y orientar (o desorientar) a la opinión pública", entre otras razones porque estos utilizan con mucha frecuencia la posverdad.

En definitiva, la posverdad es inescindible del uso masificado de los medios de difusión. No sería posible fabricar una posverdad sin introducirla a la "fuerza" en las mentes de espectadores despojados de toda defensa por efecto del "me gusta", la ignorancia o la desinformación.

El éxito de la posverdad está en nuestra predisposición a aceptar todo aquello que confirme nuestras opiniones. La realidad es compleja y muchas veces difícil de aceptar. Se piensa que la mentira es más fácil de digerir.

Las fake news, noticias falsas o bulos, son fenómenos que han existido siempre, pero, hoy, se ven potenciado por las tecnologías de la información y la comunicación (TICs) y las redes sociales que permiten una veloz propagación a grandes masas de población, antes de que puedan ser desmentidas.

La eficacia de las fake news se debe, en primer lugar, a su naturaleza mimética, es decir, a su capacidad de aparecer como plausible. En segundo lugar, estas noticias, falsas pero verosímiles, son capciosas y hábiles para capturar la atención de los destinatarios poniendo el acento en estereotipos y prejuicios, y se apoyan en emociones fáciles de suscitar, como el ansia, el desprecio, la rabia, el odio y la frustración.

Son informaciones infundadas, basadas en datos inexistentes o distorsionados, que tienen como finalidad engañar o incluso manipular al lector para alcanzar determinados objetivos, influenciar las decisiones políticas u obtener ganancias económicas

Las noticias falsas dan a la posverdad un rango de importancia capital, lo que significa que la opinión pública se forma sobre la base de la imposición de las emociones o las creencias personales de sus promotores más que por los hechos objetivos.

Venezuela está en la mira

Es indudable que contra Venezuela y su gobierno está en marcha una guerra no convencional, de cuarta, quinta y sexta generación, que, en palabras del presidente reelecto, Nicolás Maduro, sería "un golpe de Estado cibernético".

En todo caso, con Michael Hardt y Antonio Negrin en su texto Imperio, diríamos: "El poder se ejerce ahora a través de máquinas que organizan directamente los cerebros (en los sistemas de comunicación, las redes de información) y los cuerpos (en los sistemas de asistencia social, las actividades controladas) con el propósito de llevarlos hacia un estado autónomo de alienación, de enajenación del sentido de la vida y del deseo de creatividad".

De allí, que la alerta es máxima, porque, como afirma el profesor de la Universidad estatal de Moscú, Iván Zasurski: "Vivimos en tiempos en los que a muchos no les cuesta nada falsificar la información. Por eso cada uno tiene que pensar con su propia cabeza y aprender a discernir. Hoy día es imposible creer en lo que ves. Internet se ha convertido en una parte importante de los conflictos bélicos. La guerra informativa va acompañada de la guerra real".

Así que por allí va la cosa.

 

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