Colombia. Revista Semana: la punta de lanza del narco paraperiodismo

Sábado, 10/08/2024 01:14 PM

En el ataque mediático internacional organizado por el imperialismo y la ultraderecha neonazi contra el triunfo electoral del presidente Nicolás Maduro y de la revolución bolivariana, sobresale el "paquete periodístico" colombiano que no es cosa distinta al de un aparato ideológico de los poderosos grupos oligárquicos que disponen del control del Estado y del sistema económico y social neoliberal aún vigente en Colombia.

La infraestructura comunicacional colombiana configurada por las clases dominantes está conformada por viejos medios periodísticos organizados desde finales del siglo XIX por los núcleos terratenientes católicos y por la naciente burguesía liberal mercantil asociada con el comercio internacional del naciente Estado autoritario configurado por la Constitución de 1886 que determinó un sistema confesional y autoritario con profundas raíces sociales y económicas, obviamente, respaldado en la violencia sistemática contra las clases populares.

Los más conocidos de esos periódicos son El Tiempo (asociado a la familia Santos y hoy propiedad del principal banquero del país, el señor Luis Carlos Sarmiento Angulo), El Espectador (de propiedad de la poderosa familia Santo Domingo), El Colombiano de Medellin (de corte ultraconservadora terrateniente), El País de Cali (asociado con facciones fascistas), El Heraldo de Barranquilla (de las mafias relacionadas con la familia Char), Vanguardia liberal (del paramilitarismo de Bucaramanga), La Opinión de Cúcuta (de los clanes políticos de Norte de Santander empoderados con la corrupción), la Patria de Manizales (un viejo papel de núcleos fascistas del Eje cafetero), el Nuevo siglo (de inclinación franquista) y la Republica (una hoja del empresariado reaccionario)

Con el correr del siglo XX, surgieron emisoras y canales de televisión como Caracol, Blu radio, la W, RCN, Super, radio Santa Fe, Caracol Televisión (de Prisa española), Rcn Televisión (de Ardila Lule, un reconocido oligarca del azúcar y de las bebidas, ya muerto), CMI y un conjunto de canales regionales de televisión de los gobiernos departamentales, que son utilizados para maquillar espantosos clanes de la politiquería vinculados al paramilitarismo y el negocio de las drogas.

Las revistas de publicación semanal se han convertido en un referente muy importante de las comunicaciones, siendo espacios en los que se proyectan todo tipo de maquinaciones y maniobras políticas para destruir los adversarios del movimiento popular, de izquierda y democrático.

Sobresale la revista Semana de propiedad de un pulpo financiero emergente constituido por la familia Gilinski de la ciudad de Cali, con múltiples ramificaciones bancarias, industriales, mediáticas, comerciales y contractuales dado el favorecimiento que recibe de importantes entidades gubernamentales.

Semana, que es gerenciada por Vicky Dávila, una periodista vinculada con las mafias del narcotráfico y el paramilitarismo, es hoy la punta de lanza de un narco paraperiodismo violento, venenoso y embustero enfocado en estrategias de desestabilización política del actual gobierno del presidente Gustavo Petro. A raíz de las elecciones presidenciales en Venezuela en las que se dio el triunfo de Nicolás Maduro el pasado 28 de julio, esta publicación ha descargado todo su odio y capacidad de engaño para mentir sobre los diferentes eventos asociados con la arremetida imperialista para destruir la revolución popular bolivariana.

Semana resume toda la bronca clasista de la oligarquía colombiana contra el pueblo venezolano que tomó la decisión histórica de avanzar en la construcción de un proyecto socialista revolucionario y solidario. Los grandes jefazos del establecimiento bogotano utilizan a Semana como una tribuna de venganza y retaliación para alentar el golpismo y el intervencionismo del Pentágono, de las mafias y del paramilitarismo colombiano que volvió por sus fueros de sangre y masacre.

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