Diario de una Cuarentena: Capítulo Cuatrocientos Noventa y Tres

Mi infinito agradecimiento a la Cuba de Martí y Fidel

Sábado, 24/12/2022 11:39 AM

A 1.014 días del inicio de la contingencia en la República Bolivariana de Venezuela producto de la pandemia global de la Covid 19, en la finalización de la semana 145 de esta contingencia, y siendo el sábado 24 de diciembre de 2022, en la noche buena, quiero escribir estas líneas como tributo y agradecimiento a la isla del mar de la felicidad como lo es Cuba.

Primeramente mi agradecimiento a Dios, y luego a estos compañeros y compañeras, porque no puede entenderse la palabra solidaridad sino a través de esta práctica, de hechos y realidades concretas.

Desde hace más de cinco años, comencé a cultivar una relación con los hermanos de la misión diplomática cubana. No olvidaré cuando conocí a Marlon Estévez, jefe de prensa y tercer secretario de la embajada cubana. Un joven brillante, muy inteligente y claro políticamente. Pero sobre todo, un extraordinario ser humano, al igual que su compañera, Ana. Nuestros vínculos van mucho más allá de los meramente diplomáticos o de amistad. Son una hermandad indisoluble.

Gracias a ellos, además de conocer en su momento al embajador Rogelio Polanco, cuando arribó al país el compañero Dagoberto Rodríguez Barrera, de quien modestamente me precio de tenerlo como amigo, conocí al compañero Manuel Cabrera. Ese ha sido otro hermano legado por la Revolución, y en lo que nos conocimos en 2019, establecimos una hermandad indisoluble.

Cuantas anécdotas, momentos y episodios hemos vivido. Por eso es que digo que la hermandad con Cuba trascenderá hasta más allá de esta vida.

Hace algunos días, mi querido hermano y camarada Manuel me anuncio que luego de tres años de cumplida su permanencia en nuestro país y de cumplido su servicio, regresa a su patria, primeramente a descansar, a reencontrarse con los afectos, con los suyos, y luego a asumir nuevas responsabilidades. Pero no quería partir sin antes darme el hasta luego, porque nos seguiremos viendo y en contacto, y no sin antes presentarme a un compañero valioso como lo es Michel Reinoso. Con Michel establecí el contacto y una hermandad como la del resto de la delegación cubana en nuestro país.

Michel y Manuel me indicaron que cualquier apoyo que necesitara, sobre todo en el área de la salud, para mí y los míos, que contara con ello. Y se me pusieron a la orden en ese sentido.

Pues bien, recientemente, uno de mis amores más grandes, de las mías, tuvo un percance con una muela, ya que se le había roto una amalgama en una de sus muelas posteriores. Para los fines de este artículo, la llamaré "Manuela." Y algo de eso sé porque hace muchos años, yo tuve un dolor de muelas que realmente no lo aguantaba, incluso el año pasado tuve que hacerme un tratamiento de conductos y sacarme las cordales superiores. Y ese amor tan grande no contaba con los recursos para hacerse el tratamiento odontológico de emergencia que requería, aunado a las festividades navideñas donde pocos odontólogos en el país la atenderían porque salen de vacaciones y eso sin contar lo costosísimo de un tratamiento de estas características.

Confieso que ante esa situación desesperada tanto para ella como para mí, no sabía qué hacer, hasta que una madrugada, y vaya que sentía pena, recordé el ofrecimiento de Manuel y Michel, y realmente el gesto de ambos, de esa más elemental y sencilla solidaridad que supera todos los tiempos, todos los lugares y toda la gratitud.

Michel hizo todas las coordinaciones necesarias en tiempo récord, y nos remitió a la Sala de Rehabilitación Integral de Piedra Azul, en Baruta, donde el doctor Alexander y otro compañero cubano nos esperaban para atender la contingencia de mi querida "Manuela".

Nos fuimos desde el centro de Caracas, ya que no teníamos vehículo, y pese al caos del tráfico caraqueño por estos días producto del fervor consumista que se desata en nuestro país por estos días, logramos llegar al SRI de Piedra Azul, donde con todo el amor y la comprensión del caso, "Manuela" fue atendida.

La diferencia no sólo es que ese tratamiento no costó ni un solo centavo, sino además las atenciones, solidaridad y amabilidad que me emocionan y conmueven tremendamente.

Recuerdo que el Comandante Chávez muchas veces contó anécdotas y el agradecimiento de los médicos cubanos y los invalorables servicios que han prestado a nuestro país. De hecho una vez contó que un gusano le picó y su seguridad le buscó a un médico cubano de un Barrio Adentro para que lo atendiera, puesto que los médicos de acá no daban con el tratamiento para que le calmara el dolor, y este médico cubano dio con el diagnostico adecuado y le receto lo conducente para que el Comandante-Presidente calmara su dolor, y esto fue contado en cadena nacional de radio y televisión.

Pareciera que en estos tiempos se ha olvidado el aporte valioso que estos hermanos y hermanas de esa isla nos han dado, y no hemos expresado suficientemente nuestra gratitud hacia ellos y ellas.

Incluso he podido enterarme que altos responsables de ministerios y de instituciones del Estado no quieren y hasta se niegan a recibirlos. Lo cual, además de un error y falta de delicadeza, desdice mucho de sus cualidades como seres humanos. Afortunadamente, la mayoría del pueblo venezolano, sus hombres y mujeres no somos así.

De parte mía, y "Manuela" porque así me lo pidió, agradecer la amabilidad y con gratitud a la Cuba de Martí, la de Fidel, la del "Ché", porque no solo fue la atención que tuvo "Manuela" sino incluso el seguimiento, ya que el odontólogo que la atendió la contactó para ver como seguía.

Vaya desde estos Diarios de Cuarentena mi eterno agradecimiento al embajador Dagoberto Rodríguez Barrera, a Marlon, a Manuel, a Michel, a Alexander, y a todo el ejército de batas blancas y a la misión diplomática cubana por tanto amor, por las atenciones y su solidaridad en este gesto para con nosotros.

Tal vez esta anécdota para muchos no signifique nada, pero para mí sí, porque en estos momentos complejos y difíciles, y más en navidad, cuando algunos pudieran no estarla pasando bien, cuando algunos no tienen cerca a los afectos, o cuando pareciera que el vacío y el egoísmo priva sobre nosotros, estos hermanos cubanos nos dan lecciones de humanidad, de solidaridad, de amor, sin tanta retórica, sino en la praxis.

A mi querido hermano Manuel, le deseo un feliz retorno a su querida patria. No niego que lo extrañaré, pero sé que nos mantendremos en contacto y más temprano que tarde volveremos a encontrarnos.

Y que en medio de estas dificultades, ahí está la isla que a noventa millas del imperio más genocida y criminal, se erige gigante como el Moncada, como la Sierra Maestra, siempre dando grandes lecciones a la humanidad, y de la que no habrá palabras para tanto amor, tanta amabilidad y tanta solidaridad.

Y recordar, en esta víspera de noche buena, que en estos escenarios de nuevas dificultades, y cuando pareciera que la tempestad rompa nuestras velas y amenace con naufragar nuestro barco, siempre saldremos victoriosos y victoriosas.

¡Bolívar y Chávez viven y sus luchas y la Patria que nos legaron siguen!

¡Independencia y patria socialista!

¡Viviremos y Venceremos!

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