La misión igualdad y justicia social, las indefiniciones políticas y el caracazo

Sábado, 09/03/2024 05:23 AM

El madurismo con su doble juego, doble discurso, con su superficialidad política fracturó la definición del campo de lucha socialista para los trabajadores y el pueblo chavista, quedamos desvalidos dentro de un verdadero "anarco capitalismo" peleando de forma individual, fraccionada, por nuestra propia salvación,  para superar cada quien sus propias dificultades, el hambre y nuestras necesidades básicas. Nadie sabe hasta dónde un pueblo puede soportar tanto engaño, promesas y mentiras, tanto discurso fatuo.

No obstante todavía siguen siendo el socialismo y el  capitalismo los campos ideológicos antagónicos de  este siglo; el socialismo sigue siendo una amenaza para el capitalismo, el capitalismo necesita calumniar al socialismo porque amenaza acabar con su mentira de la libertad,  con su lógica, con su espiritualidad.

Para el capitalismo más “civilizado” el socialismo es sinónimo de pobreza, terrorismo, tiranía, fanatismo. Pero en la lucha electoral subdesarrollada las definiciones ideológicas son confusas, por ejemplo, Maduro se dice heredero de Chávez, con descaro habla de socialismo pero al mismo tuerce su significado asociándolo al “bienestar social”, el eufemismo keynesiano que tampoco aplica para describir el engendro político de Maduro (“socialismo en lo social”, diría él), inventándose un socialismo express, con los clap, los bonos  de hambre y ahora con una misión llamada “igualdad y justicia social”, pero la espiritualidad que hay detrás es capitalista, consumista, egoísta, mezquina. Es decir, cumplida la cuota de “socialismo” con un “socialismo a domicilio, el madurismo se puede dedicar libremente a desarrollar las fuerzas productivas del capitalismo,… sin calcular las consecuencias, sin tener la más puta idea de las contradicciones y confusiones  que este discurso demagógico puede generar en una población cargada.

El gobierno de Maduro no se define, no se compromete ideológicamente, es indefinible políticamente. No es chicha ni limonada, “sino todo lo contrario”. Cuando tiene problemas de apoyo electoral se transforma en chavista pero en el discurso; cuando tiene problemas con la clasemedia no habla de socialismo sino de “bienestar social”;  cuando se reúne con los empresarios se viste de corbata y al socialismo no lo nombra. Un “ente” tan voluble no tiene definición, yo lo llamo cochipollo político, una quimera tropical. Se trata de una “cosa”, la  cual es tan inestable que resulta peligrosa en todos los ambientes y para todos sus asociados. Sin embargo, políticamente y sobre todo económicamente, reditúa a favor del capitalismo colonial, o de la burguesía lumpen de este país, la “cosiata” del siglo XX que Castro Soteldo llama burguesía revolucionaria,  una conspiración en contra de los trabajadores y a favor de las petroleras, de muchos inversionistas  extranjeros y de Fedecámaras, que apuestan al caos institucional.

En la misma acera, fraccionada en parcelas rellenas de toda clase de demagogos, están los famosos representantes de la democracia burguesa, que van desde agentes gringos, violentos y pacíficos, hasta el MAS, pasando por una verdadera gama de “cazadores de pactos y alianzas”, oportunistas a la caza de cargos, curules, gobernaciones, alcaldías. Para la derecha gringa, la salida de maduro y un año electoral es un festín de hienas disfrazadas, lo que provoca náuseas. Dentro de esa amalgama de pícaros sólo MCM, apoyada desde el norte, ofrece sin disimulos, una oferta política y económica clara de derecha, capitalista, fascista, a lo Milei, ella está por encima de las elecciones. Los demás se avergüenzan de su naturaleza violenta, delictiva y capitalista… y de su biología guabinosa, por  eso se hacen llamar democráticos y se atragantan con la palabra pueblo cada vez que abren la boca.

En la acera del frente, el socialismo no termina de expresarse en la lucha, no aparece Fabricio Ojeda, tampoco Chávez sosteniendo la bandera del socialismo, un discurso  claro con una acción clara, de rechazo contundente al sistema, al orden social actual, a la “lógica del  capital” que está enseñoreada ahora más que nunca, gracias al gobierno de Maduro.

Darle continuidad a la revolución socialista requiere valor y claridad en las ideas para contrarrestar la confusión ideológica del madurismo y los efectos del aquelarre electoral, arbitrado por el capitalismo.

No es posible que todavía Maduro engañe a muchos con trampas como esa “misión igualdad y justicia social”, con un “socialismo ambulatorio”, falso, excusa para privatizar el país.  Hay que  confrontar la demagogia y la mentira con ideas claras y acciones contundentes y honestas, intensificar  la crítica ideológica, las denuncias, organizar el rechazo al neoliberalismo, a la lógica del capital, al capitalismo, hay que atacar la burla madurista  desde  ya. 

Luego de las elecciones programadas para el 28 de julio, el país, seguro, se  convertirá en un infierno, hay que pensar desde ya en cómo salvarlo del oscurantismo que  se proyecta hacia el futuro, como la peor película de terror: capitalismo y fascismo. Necesitamos herramientas ideológicas para saber orientar la insurrección social que se avecina, similar a la del 27 de febrero del 89 del siglo pasado, en contra del capitalismo, no de nosotros mismos, darle sentido (vectorial) político a una insurrección popular.

Es una ingenuidad de muchos analistas políticos pro maduro, pensar que no se va a repetir otra rebelión social como el Caracazo, es peligroso, porque de presentarse una situación similar posiblemente la paranoica los lleve a desatar una represión bestial acusando a todo el mundo y al mismo chavismo de conspiración imperialista y de traición. Sería entrar en tierra de nadie, propicio para sembrar el fascismo por parte de Maduro o de sus opositores de derecha; otra consecuencia de la confusión, de las ambigüedades ideológicas, de no poder detectar y denunciar las contradicciones del madurismo a tiempo, dentro de la masa y del mismo chavismo: ser acusados de  traición y ser masacrados, como lo hizo CAP con los caraqueños en 1989, sin poder hacer nada, sin líderes y  desarmados ideológicamente.

Claridad ideológica y coraje 

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