Definitivamente los sueños no empreñan. Esta derecha neofascista sigue jugando al salto al vacío, a la ruptura violenta del hilo constitucional, pero sus acciones irresponsables siguen chocando con una realidad adversa. No tienen apoyo popular, por eso apuestan a la espiral de violencia, guarimbas y golpes de Estado, repitiendo amnésicamente sus fracasados actos violentos de los años 2014 y 2017.
Están embriagados de soberbia. La tozudez no les deja capacidad de maniobra para volver al cauce democrático, constitucional y legal. Sus ambiciones personales y los irrenunciables compromisos que adquirieron con sus "benefactores" extranjeros (poderosos financistas) les impide rectificar. No es que hayan perdido la chaveta y estén sin capacidad de raciocinio y entendimiento, es que han hipotecado todo su albedrío, su independencia. Por eso deben jugar todas las cartas de la salida violenta. Se las imponen desde el Imperio Norteamericano, desde la propia Casa Blanca.
Así, el último show mediático de la extrema derecha venezolana ha dejado a los expertos desconcertados. Con muchas preguntas y muchas dudas sobre las reales capacidades de estos personajes (el desdibujado diputado Guaidó y el fugitivo criminal Leopoldo López) para organizar y dirigir el "gobierno paralelo", la transición o por lo menos una caimanera seria de beisbol.
Amanecieron el 30 de abril López y Guaidó, cogiendo sereno en medio de la autopista, parados allí, impávidos, cual próceres en estatua de bronce. Posando para las cámaras viendo al infinito, en la búsqueda de la inmortalidad que tan afanosamente han soñado. Emulando quizás la producción de una saga épica de la historia de la humanidad o por lo menos una versión criolla de Game of Thrones.
Pero nada. Pasaron las horas y todo eran puras poses y gestos para los medios. La verdad se iba revelando. No habían tomado ninguna base militar en Caracas, ni ninguna otra en el país los había apoyado. Las fuerzas militares sublevadas que al principio apuntaban sus armas hacia el pueblo, fueron diluyéndose hasta abandonarlos. Solo quedaron un puñado de oficiales golpistas, comandantes sin tropa, reviviendo de inmediato el sonoro fracaso de la plaza Altamira del año 2002.
Luego vino la debacle al no cuajarles sus planes. El protoprócer mantuano, Leopoldo López, puso su pellejo rápidamente a salvo, deambulando por varias embajadas, hasta terminar bajo la protección como "huésped" buchón del Reino de España. No se podía esperar menos de este oscuro personaje, que en el pasado cobardemente negó toda su responsabilidad en la Salida violenta que dirigió durante el año 2014. Un verdadero líder siempre asume su responsabilidad, siempre da la cara. Pero López es un connotado cobarde. Es un reincidente en estos temas de dirigir la violencia y luego esconderse debajo de las faldas de la sifrina.
Más atrás rodó Guaidó. La orfandad del fracaso, todo lleno de lamentos. Rápidamente este paupérrimo "líder" escurrió el bulto lloriqueando "que la oposición había calculado mal su apoyo dentro del Ejército". Que él "esperaba que Maduro dimitiera" (casi que cuando él o Trump lo ordenaran) y que fallaron, "Tal vez porque todavía necesitamos más soldados". Con excesiva candidez, le reconoció a The Washington Post "Creo que las variables son obvias en este punto", reconociendo totalmente que no tiene apoyo ni de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, ni de la mayoría del pueblo soberano. Todos estos quejidos demuestran su absoluta irresponsabilidad y su irrespeto por la Constitución Bolivariana y las leyes del país. Nuestro pueblo ha reiterado en múltiples ocasiones que no quiere golpes de Estado ni Salidas de fuerza. El pueblo se expresa es a través del voto.
Sin esconder la calaña antipatriótica que los cubre, Guaidó se lanzó en elogios ante las incesantes amenazas de intervención militar por parte del Imperio Norteamericano. De allí, que en tono casi suplicante, anhelante, agradezca como un borreguito faldero cuando desde el imperio los halcones gringos amenazan con invadirnos. Se frota las manos cuando los jerarcas del Comando Sur, sacando las garras, declaran pendencieramente que ese estamento militar "está monitoreando la situación en Venezuela y sigue estando preparada para apoyar todas las opciones cuando lo soliciten los altos directivos". Zape gato.
Para confirmar este espíritu antipatriótico, Guaidó le señala al periodista de The Washington Post que si Bolton lo llama para activar la opción militar, él respondería: "Querido amigo, gracias por toda la ayuda que ha brindado a la justa causa. Gracias por la opción, la evaluaremos y probablemente la consideremos en el Parlamento para resolver esta crisis. Si es necesario, tal vez la aprobemos". Esta infame historia está llena de apátridas, pitiyanquis y lameculos.
Por cierto, hablando de lameculos, durante el show de López y Guaidó en Altamira, desfilaron ante las cámaras algunos supuestos "líderes demócratas" de los partidos de la oposición, imaginamos que brindando su apoyo solidario al golpe de Estado en curso (pescando cambures), parándose firmes o dándoles órdenes a los militares golpistas. Se les cayeron las máscaras, ya que juegan falsamente al equilibrio, al diálogo y al entendimiento, pero a la hora de la chiquita se anotaron a perdedor detrás de los golpistas del grupo neofascista Voluntad Popular. Esta derecha, apátrida e inmoral, va de fracaso en fracaso acumulando más golpes fallidos.