La traducción correcta del zoon politikon aristotélico es que el hombre es un ser social (no político) y que, por lo tanto, está condenado a convivir con otros… «Sólo los dioses y los locos pueden vivir solos» decía Aristóteles en Política.
Una de las peores condenas de la antigüedad era la del ostracismo, el destierro, por esa misma condición de ser social del ser humano. Una concha colgada del cuello indicaba la pena, de ahí el nombre.
Muchos exiliados venezolanos también llevan sus conchas a cuestas. Pero son las que han dejado en el plato después de consumir ostras con un toque de limón.
El día después de ingresar Leopoldo López en la embajada española en Caracas, su esposa, Lilian Tintori, llevaba a la RTVE a su casa para que el público español viese el desaguisado de un supuesto allanamiento en su domicilio habitual.
Pero hace ya mucho tiempo que Lilian vive a salto de mata entre Madrid y Miami y no en su ordenada-allanada casa caraqueña.
La semana pasada hacía ejercicio en el Parque del Retiro en Madrid. Desconozco si le habrá afectado algo la crisis económica-energética-alimentaria que sufren aquellos que su esposo quiere gobernar.
Desconozco de dónde saca el tiempo, entre tantas luchas, para tener siempre el cabello perfectamente teñido, el dinero suficiente para ir y venir de Roma a Santiago, para estar siempre con la sonrisa perfecta y el llanto sin llanto.
Desconozco si sus connacionales venezolanos (los españoles también lo son) la admiran por alguna de sus actividades en Madrid o en cualquier otro sitio armada de licras y audífonos. No la imagino mandando y me aterra pensar que ella y Leopoldo sean esperanza de algo que no sea repetir mentiras y hacer ejercicio en cualquier parque europeo.