Jaime Bayly está en Madrid para firmar en la Feria del Libro ejemplares de su nueva novela, «Pecho Frío» (Alfaguara). Dice que le gustaría escribir una novela sobre un Guaidó armado hasta los dientes, con un escuadrón de libertadores suicidas que recorran Caracas con una catajarria de héroes como Rambo, el Capitán América, Batman, Tarzan, Superman y la Mujer Maravilla... que el sueña todas las noches con gritar "CHAZAN" y volverse el hombre de acero que vuela que no es un pájaro, no es un avión, es…
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Amo la locura de mis imaginaciones. Sueño y sueño aferrado a mis espejos que los tengo por todos lados, no sólo en las peluquerías sino hasta en los armarios de mis calaveras. Mis armas preferidas son la Doble Nelson, el interinismo, la muselina y los brocados, y me conturba la sangre, me hiere el rojo de las banderas, de las boinas y de las consignas libertarias. Amor con ardor obseso la belicosidad de los que han restaurado las democracias entre los negros, los indios y los mulatos. Debí haber estudiado en West Point y ser del Comando Sur, por ejemplo...
El peruano Jaime Bayly jura que la obsesión más grande de su vida es el tema de Venezuela torturada por los chavistas. Los mayameros y los fugitivos venezolanos de la derecha en el mundo lo consideran el comunicador más influyente de América Latina.
Él propio Jaime Bayly confiesa en una entrevista concedida el lunes 17 de junio de 2019 al diario español ABC:
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Soy de afilada lengua, soy el periodista y escritor peruano que desde mi programa de televisión en Miami combato sin medias tintas las tiranías de izquierdas, pero fustigo también a Donald Trump o a Jair Bolsonaro, porque suelen no hacerme caso. Soy un «derechista libertino»: «Soy bisexual, me he casado con dos mujeres pero he tenido novios, he probado todas las drogas a las que me han invitado y a las que no...», confiesa.
En su estilo merotrópico, conturbador, amelcochado y bien pagado de sus propias cuchufletadas explicó con harta precisión lo qué informó con tanta pompa, que la esposa de Maduro, Cilia Flores, se había ido a la República Dominicana y él iría detrás.
Para explicarse, sacudió la peluca lengua de vaca que lleva en su cabeza, y con la mayor prosapia dijo:
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Sí, el 30 de abril Maduro estuvo a punto de irse de Venezuela, le disuadieron los rusos y los cubanos. Ahora bien, no escapaba a La Habana, sino a Punta Cana, porque el barrio de lujo de Cap Cana era Disneylandia para los ladrones chavistas. Algunos compraron mansiones, entre ellos Tareck el Aissami y Samark López Bello. Dicho eso, no va a ser fácil que Maduro huya y, en ese caso, la República Dominicana no le ofrece ya un santuario. Las cosas han cambiado: Danilo Medina ha roto con su predecesor, Leonel Fernández, y se ha comprometido a colaborar con EE.UU. Por eso entró la DEA y les van a confiscar las mansiones, y pronto van a entrar en La Romana, donde tienen grandes villas los excapitanes venezolanos Aguilera, Cabrera y Velázquez, este detenido en España junto a la enfermera de Chávez. ¿Adónde iría Maduro? No sé. Cuba parece la opción más cercana, pero no tiene allí su dinero mal habido.
Luego le inquirieron: ¿Por qué Padrino se echó atrás?, y sin rechista, el genial escritor peruano remató:
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Había negociado impunidad con Elliot Abrams y planteó encabezar el gobierno de transición para controlarla y no terminar preso. Se echó atrás porque no confiaba en Guaidó ni EE.UU.
Luego le preguntaron: Tras el fracaso de aquella operación, ¿cuál es la salida ahora?
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Solo hay tres escenarios -respondió. El primero, que Guaidó fuerce una confrontación en las calles, llame a marchar masivamente a Miraflores, pero no para volver a su casa a las cuatro horas, sino plantarse como en El Cairo. Lamentablemente, no lo va a pedir, porque él y Leopoldo López creen que el régimen haría una masacre despiadada. La segunda opción, que se quiebre la lealtad en el mando militar, porque el embargo petrolero de EE.UU. está funcionando y ha secado a la dictadura de dólares frescos y ha secado Venezuela de gasolina. El descontento podría propiciar que los generales, hartos de Maduro, le dieran una patada. El tercero, para mí el más eficaz pero improbable, que EE.UU. usara la fuerza de manera rápida y efectiva, no con una invasión como en Panamá. La guerra se gana con tecnología, sin un solo soldado, con misiles teledirigidos y una intervención quirúrgica para capturar a los capos de la narcodictadura. En tres días se desplomaría. El problema es que los presidentes de derechas de América Latina, Duque, Bolsonaro, Macri y Piñera, no se lo piden. Piensan antes en su agenda interna, y si lo hacen pierden votos. Y lo mismo casi todos los líderes opositores venezolanos.
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¿Si no fuera por eso, intervendría?
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Absolutamente. Habría que convencerle y no sería difícil. Si Guaidó viaja a Washington, cosa que no ha hecho, y pide una intervención como he descrito, a lo mejor lo convence. Si no va, la posibilidad se esfuma.
«La postura del Gobierno español es hipócrita, porque tiene a Leopoldo López amordazado»
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¿Qué le parece la postura del Gobierno de Sánchez y la UE?
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Profundamente hipócrita, deplorable. Sánchez reconoció a Guaidó, pero una vez que López, erróneamente, se refugió en la residencia del embajador, Borrell le exige no dar entrevistas, le amordaza y le hace sentir un intruso, y luego presiona para convencer a Guaidó de que envíe delegados al diálogo en Oslo. Fue un error muy serio, porque dijo que no caería más en la trampa del diálogo. Con criminales de esa calaña no se negocia, se los derrota.
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¿Las discrepancias en la oposición dificultan la acción contra Maduro?
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Dificulta enormemente la causa de la libertad, ya lo dijo Pompeo. Guaidó había conseguido unirlos, pero no hay una agenda clara: lo que quiere López no siempre es lo que quiere Capriles o Machado, Borges dice que no se le consultó enviar delegados a Oslo. Es una batalla de egos que no ayuda nada...