El gang de Guaidó y la estafa del siglo

Viernes, 21/06/2019 02:18 PM

La palabra gang es un anglicismo del cual deriva el termino gánster. Este último está formado por dos sílabas, "gang" que significa "pandilla o banda" y "ster", un sufijo peyorativo que se refiere a la persona que se dedica a dicha actividad, en nuestro caso, "pandillero". En este artículo voy a tratar el tema de algunas personas que se esconden detrás de la política para cometer tropelías, comportándose como peligrosos gánster.

Pareciera que estamos en el tiempo en el cual los bandidos consagrados al robo han rebasados los fueros del recato y del placer, así mismo, han propasados los principios del decoro. Sus actividades ilícitas la realizan con tal despajado que no les importa exhibir en público las fortunas mal habidas. Da la impresión que el Olimpo epicúreo es realmente subyugador y no se cohíben en mostrarse ante el público disfrutando en grotescas orgías placenteras y consumistas, gastando a espuerta el dinero, producto obtenido del pillaje como verdaderos vasallos de la diosa Afrodita y del dios Mammón.

Los momentos que vive el mundo actual son sumamente delicados, pero nada nuevo bajo el Sol. Antiguamente los políticos mantenían alianza con los sacerdotes de cualquier culto, puesto que la religión fue un invento de los primeros. Con esta, por medio del temor, querían asegurarse la obediencia de los hombres a las leyes creadas por ellos. En verdad, este no lo afirmo yo, esto lo refirió hace muchos siglos el filósofo griego Critias, tío de Platón.

Modernamente los políticos inventaron algo que se llama "comunidad internacional", una especie de conjunto de sujetos de Derecho Internacional Público que se encuentran unidos por un objetivo común en razón a intereses similares. Comparten un especio público, por lo que está regulada por normas y tratados internacionales. Es decir, estos son los mecanismos utilizados por las potencias, al igual que en la religión, necesarios para infundirle temor a quienes no cumplen con el mandamiento. Una especie de moralidad internacional. Sus postulados serían de alabar, siempre y cuando los políticos y los gobernantes no se mezclaran con los gánsteres de alta y baja estofa, únicamente para obtener ingentes beneficios grupales y personales.

Las alianzas de políticos con gásteres no son recientes. A principio del siglo XX fue público y notario tales vínculos. Recuerdo el sur de Italia, cuando el socialismo despuntaba en esta zona y ante la posibilidad de que los campesinos recuperaran sus tierras, se produjo un pacto entre la iglesia, los terratenientes y los capos de la mafia. El resultado de esta unión fue numerosos aldeanos asesinados, quienes reclamaban lo que en derecho les pertenecía, sucumbiendo así en manos de aquellos asesinos. Cuentan algunos historiadores que el establecimiento de una cabeza de puente en Sicilia de la armada estadounidense para ingresar a la península, fue posible debido al pacto entre el gobierno de EEUU y la mafia reinante. A cambio de esto algunos capos consiguieron visas para ingresar y vivir en la tierra del Tío Sam.

Por la vía referida anteriormente fue que el capo siculoamericano (siciliano-americano) Lucky Luciano (Salvatore Lucania), director de la mafia internacional y fundador de la Cosa Nostra, logró entrar a USA. Una vez establecido en dicha nación, en busca del "america dream", consiguió controlar el sindicato portuario de New York. Fue mediante un pacto con el gobierno norteamericano del momento que los trabajadores portuarios boicotearían, a solicitud del régimen, los barcos provenientes de la Alemania nazi. A cambio los capos mafiosos, entre ellos Lucky, obtendrían licencia para operar los casinos en Cuba ya que los de Las Vegas estaban reservados para los mafiosos gringos.

El mundo observa con asombro como las fuerzas malvadas y oscuras del planeta conforman alianzas entre gobernantes y políticos, mimetizados, unos y otros, dentro de mafias estructuradas para robar de manera descarada. Ya sucedió en Libia, cuando el gobierno de EEUU y sus aliados de la OTAN confiscaron más 13.000 millones de dólares pertenecientes a los hijos del islam, dicha fortuna se evaporó y hasta hoy nadie sabe a qué manos fue a parar este patrimonio. Lamentablemente, esta incautación o confiscación, una manera eufemística de llamar el robo o estafa, se quedó corta comparada con el dinero y los activos que tiene la República Boliviana de Venezuela en USA y diversos países europeos y de manera insolente ciertos gobernantes pretenden robarlos.

El gánster mayor, el colorado Donald Trump, junto con algunos presidentes y ciertos desvergonzados primeros ministros y banqueros corruptos de la UE, así mismo, unos presidentes suramericanos, cachorros del imperio, necesitaron de varios cómplices venezolanos para cometer la mayor estafa del siglo. Para consumar tamaña tropelía falsearon la realidad venezolana para nombrar un espurio "presidente encargado o interino" para, junto con otros badulaques, ponerles sus inmundas garras a los bienes que le pertenecen al pueblo venezolano.

Fue así como aparece un ser anodino que brota de las cloacas más inmundas de la política venezolana, se trata de Juan Guaidó. Este abominable ser, al lado de otras ratas como él (con el perdón de estos afanosos roedores) se unen a los capos mayores para participar en el mayor escamoteo del siglo. No se trata de los dólares sustraídos de las donaciones para la llamada "ayuda humanitaria", se trata de las propiedades de PDVSA (Citgo, refinerías, oficinas…), empresa de monómeros, reservas de oro, miles de millones de dólares colocados en bancos extranjeros y divisas que servirían para solventar problemas de salud de centenas de venezolanos enfermos. El dinero de la ayuda humanitaria es una minucia que le sirvió a algunos militantes de VP para saciar sus instintos con la hetairas cucuteñas, para colmar sus necesidades sibaríticas de alcohol y sustancias estupefacientes, así mismo, para demostrarle al mundo su buen gusto por la ropa de marca adquiridas en lujosos centros comerciales de Bogotá y de igual modo, su conocimiento de la hotelería cinco estrellas en la capital neogranadina para sus francachelas. Todo esto demuestra la aberrante condición humana de hombres y mujeres que conforman alguna porción que milita en la oposición venezolana. Seres degradados que no les importa su patria, el partido, sus electores, los cientos de enfermos hospitalizados en espera de una medicina o del trasplante de un órgano. ¿Son esos homúnculos los que aspiran gobernar el país? Son esos monstruos, carentes de sentimientos, los que se paran sobre una tribuna y frente a un micrófono para mentir descaradamente a unos seguidores que creían en ellos.

Donald Trump es el capo mayor y Duque, Macri, Almagro, Lenin, Piñera, Vizcarra, Bolsonaro, Theresa May, Macron, entre otros son los capos menores, así mismo, Juan Gauidó, Carlos Vecchio, Leopoldo López, María Machado, Antonio Ledezma, Feddy Guevara, Lester Toledo, Smolansky, Gabi Orellana, Julio Borges, y muchos más, los sicarios de la mafia, quienes apuntan sus armas para acabar con el pueblo venezolano. Todos estos bichos sin sentimientos conformaron una alianza ruin, no solo para robar una gran fortuna de miles de millones de dólares, también para liquidar millones de venezolanos que están sufriendo debido a las secuelas de su estafa, así como también las penalidades, consecuencias de las sanciones económicas y financieras solicitadas por aquellos desalmados y ruines políticos que hacen vida dentro de la oposición venezolana.

La oposición venezolana necesita hombres con honradez política, patriotas, seres sensibles a las necesidades de un pueblo que requiere la unión para marchar juntos para la conformación de un gran país. Debemos dejar de lado la herencia de copey y acción democrática, quienes gobernaron por más de cuarenta años y como legado, seres aborrecibles como Juan Guaidó, Freddy Guevara, María Machado, Gabi Orellana, Leopoldo López, Lilian Tintori y otros ominosos cuyo único interés es el cochino dinero. Bien los afirmó Simón de la Trinidad en el mensaje al Congreso Constituyente de Bolivia de 1826: "Saber y honradez, no dinero, es lo que requiere el ejercicio del poder público". Lee que algo queda.

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