La traición es un crimen que incluye los actos más deplorables en contra un semejante o contra su prójimo. Quien traiciona defrauda al amigo, al familiar, a la clase o al grupo étnico al cual pertenece, haciendo todo lo contrario a lo que todos esperan y en muchos casos, afectando o perjudicando a una o a varias personas. En algunos países la traición es un delito condenado hasta con la pena máxima, es decir, el traidor, era o es castigado con la sentencia de muerte. Muchas leyes, en ciertos estados, incluyen varios delitos de traición, específicamente, traición a la patria, transgresiones relacionadas con la insurrección, cooperación con agresiones extranjeras, golpe de estados y la instigación de invasiones extranjeras.
Lamentablemente la historia registra individualidades, hombres y mujeres recordados como traidores. El primero que me viene a la mente, es Judas Iscariote, que la mitología cristiana lo acusa de entregar a Jesús, no por una concepción filosófica o política, sino por un problema de tipo pecuniario, es decir, vendió a su maestro por treinta monedas de plata; otro traidor famoso fue Marco Junio Brutus quien, junto con un grupo de senadores conspiradores, llevó a cabo el asesinato del emperador romano Julio César; Guy Fawke, otro reputado tunante, intentó volar el parlamento británico para acabar con la vida del rey Jacobo; Robert Ford, la historia lo registra como el amigo de correrías del bandido Jase Jame, quien en su traición le disparó por la espalda; Efitales de Tesala, un guerrero espartano que le llevó información al ejército enemigo para vencer a los guerreros hoplitas de Leónidas; Augusto Pinochet, ministro de Salvador Allende, quien lo derrocó mediante un cruento golpe de estado, el cual concluyó con el asesinato del presidente y el exterminio de miles de chilenos, entre los tantos seres viles que traicionaron a los suyos. Para Dante, el gran escritor del Renacimiento, la traición era el peor de los pecados, por aquello que lo primero que debe hacer el traidor es ganarse la confianza de la o las víctimas.
La historia de Venezuela no está exenta de traidores, aquellos bellacos que debido a sus actuaciones el futuro de un proyecto quedó truncado. El primero que resalta es Francisco de Paula Santander, el prócer que en una oportunidad atentó contra la vida del Libertador Simón Bolívar, quien le demostró una amistad sincera. A este le sigue José Antonio Páez, Juan José Flores, Santiago Mariño, Pedro Carujo, entre muchos de los guerreros que lo acompañaron en su gesta independentista y quienes lo traicionaron, por envidia, debido a la magna obra del excelso caraqueño.
La historia la construyen las personas y estas, como seres imperfectos, todavía arrastran los vicios y las prevenciones de épocas pasadas y entre esta la traición. Por culpa de una traición y de un traidor se han ocasiones inusitadas desgracias, tanto de una persona, así mismo como el infortunio de miles, de igual manera el fin de un proyecto que podría haber beneficiado a una nación.
Una cáfila de tunantes surgió en Venezuela a raíz de la llegada a la presidencia de mi comandante Hugo Chávez, estos truhanes por viles intereses demostraron sin ambages lo desnaturalizado de su talante y que solo por intereses económicos son capaces de subastar su país al mejor postor. No cabe duda, estos bribones conforman una pandilla de traidores liderada por el ingeniero Juan Guaidó, conocido en los bajos fondos, en las sentinas cloacales de la política, como Juanito Alimaña, o simplemente Juanito, el dictadorcito.
Juanito se autonombró como presidente de la Bolivariana de Venezuela en una plaza pública, lejos de los procedimientos democráticos y legales contemplados en nuestra Constitución. Tal exabrupto jurídico fue posible dado que fue amparado por agentes extranjeros tales como Donald Trump, presidente de EEUU, actual testaferro de las miserables corporaciones industriales, trust financieros y consorcios fabricantes de armas. Así mismo, contó con el respaldo de unos cachorros del imperio, tunantes en función de presidentes de otros países, quienes se prestaron para este atropello constitucional que no tiene parangón en la historia política de la humanidad.
El dictadorzuelo Juanito sobresale como el gran traidor del siglo XXI. Viaja por el mundo, junto con otros felones, solicitando boicots financieros, sanciones económicas e intervención militar de tropas extrajeras para solventar una supuesta "crisis humanitaria" inducida por las acciones que ellos han solicitado ante los gobiernos imperiales. Digo dictadorzuelo porque Juancito, además de presidente autoproclamado, es presidente de la AN en desacato y así mismo, él y sus secuaces nombraron un TSJ subrepticio que ejerce sus funciones de forma peregrina, bien sea en Miami, en Panamá, o en Cúcuta, o en Bogotá, dependiendo de la ciudad donde se esté cocinando la próxima conspiración contra el presidente MM. En otras palabras, Juanito el dictador controla de forma hegemónica e inconstitucional el chimbo poder ejecutivo, el legislativo y el judicial.
Pero no solo Juanito el traidor está haciendo uso de la patente que le dio, no el pueblo venezolano, sino, como un verdadero corsario, este mandato se le entregó el gobierno de EEUU para robarse las empresas que le pertenecen a los herederos de Bolívar. Utilizando esta licencia, otorgada por un gobierno extranjero, procedió a nombrar directivas de las empresas nacionales, hacer negocios, solicitar préstamos a agentes internacionales, tramitar bonos y una cantidad de desaguisados que, por no tener ninguna contraloría, podrá robar el dinero sin rendirle cuenta a nadie, solo al gobierno de EEUU y a sus aliados para repartirse la torta del festín de Baltazar.
Jancito el traidor dio muestra su codicia. El "cucutazo" es un ejemplo de lo que son capaces de hacer el referido y sus amigos, designados para administrar el dinero de la supuesta "ayuda humanitaria". Un enjambre de sinvergüenzas se organizó para apropiarse de los fondos que debían ser utilizados para cubrir ciertas necesidades. Estos zánganos, como buenos tributarios de Afrodita, Mammón y del dios Baco, corrieron a Cúcuta y a Bogotá a darle rienda suelta a sus gónadas para satisfacer sus bajos instintos. Ya los venezolanos y los extranjeros tienen una muestra gratis de los que son capaces de hacer los bandidos que conforman el "supuesto gobierno" de los militantes de Voluntad Popular. Algunos de ellos escondidos como alimañas en embajadas cómplices y otros, huyendo del largo brazo de la justicia ante el temor de enfrentar los cargos de los cuales son inculpados.
Pero los anterior es pura calderilla comparada con el dinero que van a sustraer en el manejo de CITGO, la industria de monómeros, los activos de PDVSA ubicados en bancos extranjeros, los bonos de PDVSA y de otras propiedades de la República Bolivariana de Venezuela. Miles de millones de dólares están en la mira de Juanito el traidor y de los agentes extranjeros que, como buenos cómplices, aspiran compartir el botín del robo más grande que conoce la humanidad.
Es indudable que Juanito el traidor y sus secuaces, unos neonatos en política, a una mentira le sigue una nueva mentira, a una conspiración le sigue una nueva conspiración, a un golpe de estado otro golpe de estado y a una traición otra miserable traición. No más perdón que continuara con otro perdón. Tristemente, aquellos hombres que subasten su país se registrarán en las páginas de la historia no como los portadores de una honradez inmarcesible, sino como unos miserables traidores a la patria. Tenía razón Francesco Petrarca, el escritor y humanista toscano (1304-1374) quien afirmó: "Todo el mal que puede desplegarse en el mundo se esconde en un mundo de traidores". Lee que algo queda.