"Cada guerra es una destrucción del espíritu humano".
Henry Miller
Míster rufián empieza a sentir el polvo del fracaso; desvariando en medio del camino, que lo conduce al inevitable olvido. La pesadilla no lo deja pensar, ni siquiera para seguir mintiendo. Se confirma lo que todo el mundo sabía: no significa ningún peligro. El peligro está, en el monstruo que le viene alumbrando su oscura vida política; de la nada paso al "requetefamoso" INTERINO. Sus últimas declaraciones están enmarcadas en el macabro libreto (Made in USA): "Vamos a hacer lo que tengamos que hacer para rescatar a Venezuela" "Es inevitable la confrontación–guerra– porque ellos la quieren".
MISTER RUFIAN, se encuentra en estado terminal. No encuentra de que palo ahorcarse, porque el mismo King Kong, que lo viene alimentando, empieza apartarlo, convencido de su incapacidad en medio de sus grandes arrebatos de rabia, odio, y deseos incontrolables de apoderarse de las riquezas de Venezuela. Es imposible superar el prontuario de traiciones a la patria del autoproclamado. Todo lo que representa, daños, y atraso para nuestro país, lo desempolva el rufián–TIAR– como si estuviera haciendo una gracia de niño, para recibir los aplausos de su entorno.
Todos los halcones del equipo imperial, por momentos han callado, pero en medio del "silencio" han empezado a volar muy cerca del objetivo trazado: la real amenaza de una invasión a suelo venezolano. El resultado no se ha hecho esperar; en el muestreo de una encuesta al pueblo venezolano: más del 80% rechaza una invasión, El porcentaje restante, puede estar en los pocos seguidores del AUTOPROCLAMADO, que, en medio de los arrebatos de histeria, apoyan cualquier locura del gobierno de Trump,
Los últimos ataques van dirigidos directamente a la alimentación del pueblo. Tratan por todos los medios de romper las cajas del CLAP, y de esto no dice absolutamente nada, la asamblea nacional en desacato, y cualquier intento de dialogo lo rechazan, y si participan, llegan con el mismo estribillo, tan desafinado que ellos mismos empiezan a sentir la redundancia en medio del total rechazo y fracaso.
Los resultados de la actitud complaciente, traidora, y arrastrada del autoproclamado, se pueden ver en sus últimas convocatorias a marchar. Los sitios señalados para las concentraciones, parecen unos encuentros familiares; se pueden contar en una mirada y de marcha ¡nada! Todos se despiden con el acostumbrado abrazo, y son pocas las banderas venezolanas presentes; las gringas, parece que las regresaron a la embajada, y mientras tanto por el TWITER le lanzan de todo, menos rosas, y deseos de buena salud. Por el otro lado el pueblo enfrenta la grave situación económica, las injusticias, y rechaza los intentos de guerra, a pesar que el interino se empeña en desaparecer al pueblo, que no quiere confrontación, quiere paz. Total, el rufián se desinfla, y solamente le queda un punto de apoyo: la inflación inducida por ellos mismos, consumiendo los mermados salarios de los trabajadores, quienes hacen el papel de mago para poder subsistir.