Juan Guasón: un adefesio político

Viernes, 06/09/2019 10:26 AM

“Quien pretenda llevar adelante un proyecto de transformación, inevitablemente, más temprano que tarde, chocará con el imperio norteamericano; el choque es necesario, así lo creo, porque el choque define”.

Hugo Rafael Chávez Frías (Miraflores, 28 de marzo, 2006)


Muchos somos los venezolanos quienes nos hemos preguntado ¿qué hubiera hecho el Comandante Hugo Chávez con un adefesio político como Juan Guaidó?, bautizado como el “Juanito Alimaña” descrito por Héctor Lavoe en su canción.

La verdad es que conociendo al Comandante Eterno, como nos acostumbramos a conocerlo los venezolanos, desde su célebre ¡Por Ahora! en febrero de 1992, desde luego que esta “autoproclamación” le hubiera durado, a este personaje traidor e impostor, muy poco tiempo.

Si bien es cierto todos sabemos que sus días están contados, al igual que a su apéndice, la Asamblea Nacional (AN), la cual le dio una “visa de legalidad” a todos sus pasos, desde su “auto- juramentación” como presidente interino. Todos sus actos han estado impregnados de ilegalidad y además, de una violación constante y descarada a la Constitución Bolivariana.

Su aparición como protagonista de un capítulo oscuro en la historia política venezolana, representa una contradicción en sí misma y un acto de vandalismo político, bajo la mano protectora del imperialismo norteamericano, representado por la actual administración de Donald Trump en la Casa Blanca.

En el caso de “Juanito Alimaña”, a quien se le dio “luz verde” para sus andanzas, la verdad es que conociendo sus antecedentes y su prontuario no deberíamos desde luego haberle dado largas para que hiciera de las suyas o esperar nada bueno de él.

Su currículo fue muy bien descrito por el Presidente Nicolás Maduro en las primeras de cambio, cuando dijo que este diputado de Voluntad Popular - lugarteniente de Leopoldo López - era un agente formado por la CIA, lo cual no daba pie a dudas de ninguna especie, sobre todo en su papel a cumplir en el escenario de la política venezolana.

Desde sus primeras actuaciones, marcadas por un desacato y una burla a las leyes de la República Bolivariana de Venezuela, todo parecía indicar que su exabrupto político, aupado por el Departamento de Estado, era una estrategia que podría morir en el intento y quizá por eso fue ignorado por el Estado en sus inicios.

En la medida que el tiempo ha transcurrido, hemos visto como dicho personaje se encargó de demostrar sus verdaderas intenciones, ocultas, las cuales se han puesto de manifiesto en el robo y en el saqueo descarado de los bienes y del patrimonio de la República.

Toda esta artimaña ha sido montada desde el Norte contra nuestro país. El imperio ha encontrado a los cipayos perfectos para cumplir un guion, el cual si bien ha permitido desenmascarar algunas intenciones, estas a su vez han logrado adelantar los planes para una guerra no convencional desde Colombia.

Nuestro país actualmente ha sido sometido a las más variadas estrategias de guerra aplicadas en el mundo por El Pentágono, para apoderarse de nuestras riquezas, así como lo hicieron con otros países como Iraq, Libia, Afganistán, Siria y Chile, entre otros.

Si bien el proceso no ha llegado por ahora al uso de las armas o a una guerra convencional, las pérdidas económicas y el acoso psicológico a nuestra población, ya asoma consecuencias que el propio Gobierno Revolucionario del Presidente Nicolás Maduro se ha encargado de solventar a sus víctimas.

Nuestro pueblo bolivariano ha resistido con estoicismo ante los estragos que ahora acusan los golpes de una especulación desatada con la manipulación del dólar y de una hiperinflación inducida; hechos que son demoledores.

Ante este escenario, un “usurpador” como Juan Guaidó, alías “Juanito Alimaña”, sólo ha esperado como “caimán en boca de caño” para recoger los frutos de una situación que representa para él, una carrera contra el tiempo.

El escenario inmediato se mueve entre dos aguas: unas elecciones ya anunciadas – según la Constitución - para la Asamblea Nacional y un diálogo reactivado en Oslo, Noruega, con los representantes de una oposición cipaya, de la cual ya conocemos sus antecedentes y sabemos, que sólo obedece órdenes a control remoto desde Washigton.

Mientras el tiempo transcurre, de una manera inverosímil y como un caso único en el mundo, Venezuela se ha visto impotente ante el arrebato de sus propiedades como Citgo (30 mil millones de dólares), decomisos de oro en bancos de Inglaterra (hasta por 15 mil millones de dólares) y la retención de remesas en euros, para el pago de medicinas y alimentos.

La realidad nos demuestra que la degradación de la oposición venezolana es una vergüenza para el mundo y para toda nuestra sociedad.

La presencia de sus líderes ha caído en los más bajos fondos, donde inspirados por el mal ejemplo de Colombia, acuden al robo de divisas y a los “falsos positivos” como una “Ayuda Humanitaria”, hechos que han resultado algo más que un descaro.

El juego de la geopolítica mundial ya no espera por más tontos útiles, quienes muestran su fracaso y el engaño a unos pueblos que ya no soportan sus desmanes y su servilismo, por estar ”cuesta abajo en su rodada”, para decirlo con buen acento argentino.

Mientras tanto en la Amazonía brasileña, gracias al odio y al desprecio por la vida humana, la naturaleza y e pulmón vegetal de la humanidad, todo es destruido y devorado por las llamas. Allí desde la selva, brotan los oscuros intereses de Jair Bolsonaro y salen a relucir sus ambiciones, ante un mundo que aún no termina de despertar de su asombro.

Por su parte en la Venezuela Socialista de Hugo Chávez y de la Revolución Bolivariana - con sus defectos y virtudes - un adefesio político fue creado por el imperio y se consume en su propia salsa: ¿Quién lo amantó?

El impostor, quien tiene sus días contados, el “autoproclamado” Juan Guasón o el desmejorado “Juanito Alimaña”, ahora solo parece un guiñapo con sus malos recuerdos y un expediente de personaje siniestro; a quien jamás de los jamases, debimos haberle permitido su nefasto paso por el escenario de la vida política en la Patria de Bolívar. ¿Dónde están los culpables?…

¡Amanecerá y veremos!

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