¿Quién es Juan Guaidó?

Viernes, 01/11/2019 03:06 PM

Cuando una cosa o una persona es indefinible por lo que es o por quién es, se puede recurrir a otra estrategia, como es la de investigar por lo no es o por quien no es para precisarlo. Intenté buscar, mediante una investigación sensata, sobre quién es Juan Guaidó, aparte del joven guarimbero exhibicionista, quien mostró las nalgas en una calle como señal de protesta, no encontré más nada. Como si el trasero de una persona fuera el símbolo internacional contra algo, tal como lo es la paloma para representar la paz. Lamentablemente el fondillo pelado de Juanito se transformó en el icono de jodedera política.

Busqué libros, revisé hemerotecas, me auxilié con el Google para encontrar algún elemento para hacer el estudio de la personalidad, tanto intelectual, profesional, política, estudiantil, sindical o cualquier otra actividad que me permitiera conformar el perfil de Juan Guaidó y lo único que encontré fueron sus nalgas. Estas macilentas carnes fueron reproducidas en el New York Time, Le Monde, Pravda, L´Osservatore Romano, ABC, The Guardian, entre algunos de los periódicos que investigué. Pero el trasero pelado del joven no fue tomado como símbolo de lucha de los pueblos para enfrenar al opresor, sino como un ejemplo de lo que no se debe hacer en política. Como no encontré ningún referencial para configurar el perfil del autoproclamado se me ocurrió calificarlo por quien no es. Esto me resultó más sencillo, descubrí que Juan Guaidó:

No es un político serio, porque tan solo a un sujeto insensato e irresponsable se levanta en una plaza pública y se erige como jefe del poder ejecutivo, sin el protocolo formal que rige la proclamación de un presidente.

No es un estadista. Un individuo de este tenor es una persona con gran saber y experiencia en asunto de estado. Afirmaba Winston Churchill, quien no es santo de mi devoción, que un político se convierte en estadística cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones. Como se ve, según el desempeño de Juan Guaidó, este no es más que la mala caricatura de un estadista.

Tampoco es un intelectual, ya que este es un ser dedicado al estudio y a la reflexión crítica sobre la realidad y comunica sus ideas con la pretensión de influir en esta, alcanzando cierto estatus de autoridad ante la opinión pública. Según mi criterio, el intelecto de Juanito Alimaña nunca se le activó y el mayor esfuerzo para el cual utilizó su cerebro fue cuando mostró el trasero.

Está muy lejos de ser un empresario de éxito, en el entendido que un empresario es aquella persona quien de manera individual y colectiva, fija los objetivos y toma decisiones estratégicas acerca de las metas, los medios, la administración y el control de empresas y asume la responsabilidad tanto comercial como legal frente a terceros. Como se nota, de acuerdo con esta definición, el mequetrefe autoproclamado dista mucho de ser un empresario. El único colectivo que organizó fue el de sus cofrades que se colocaron frente a unas cámaras de televisión para mostrar su escuálido trasero.

Dista mucho de ser una analista político, dado que es incapaz de analizar un problema social, cultural o económico.

Tampoco es inteligente. Ese desnaturalizado no tiene inteligencia, en el entendido que esta es la facultad de la mente que permite aprender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad. Algunos eruditos en la materia afirman que la inteligencia es la capacidad de percibir e inferir información y retenerla como conocimiento para aplicarlo a comportamiento adaptativo dentro de un entorno o contexto. De acuerdo con lo anterior, la marioneta Guaidó no es inteligente.

No es un patriota. En las actuaciones de este majadero, al lado de otros como él, ha demostrado que no quiere a su patria, ni trabaja ni se arriesga por ella. Que no se siente ligado por determinado valores a la tierra que lo vio nacer, ni tampoco por los afectos, ni la cultura, ni la historia. De acuerdo con el proceder, el traidor Guaidó ha dado prueba, con su alianza con el Departamento de Estados de USA, que es capaz de entregar las riquezas del país para su beneficio propio y para el lucro de empresas extranjeras.

Tampoco es un político autónomo porque carece de independencia. Sus decisiones no son tomadas por su propia cuenta. Su actuación la decide otro u otros según los beneficios que obtengan terceros. Juanito Alimaña no trabaja de forma independiente, es una marioneta.

No es un estratega. El traidor de Guaidó no tiene capacidad para desarrollar o implementar una estrategia o un plan de acción que le permita maximizar el resultado de una situación. El pobre no sabe qué hacer con la autoproclamación, es incapaz de convocar a una multitudinaria marcha, fracasó en las guarimbas y en el intento de golpe de estado. Juanito Alimaña es un verdadero inepto.

Entonces caben dos preguntas ¿si las empresas trasnacionales, que colocaron a Guaidó en la situación grotesca en que se encuentra, por qué lo escogieron a él? ¿Si los empresarios estadounidenses esperan de sus empleados un alto nivel de eficiencia, por qué buscaron a Guaidó para montarlo en ese mamotreto político?

La repuesta es muy sencilla, al esperpento de Juan Guaidó no lo buscaron por lo que es, sino por lo que no es. El decir, la derecha internacional encontraron a un sujeto dotado de todas las incapacidades posibles: el tonto útil, el servil necesario para que las empresas de aquellos saquearan las riquezas del país. Necesitaban a un individuo que no fuera serio, tampoco un estadista, mucho menos un intelectual, ni empresario, desconocedor de la política, nada inteligente, un apátrida y además, un ser sumiso presto a recibir y cumplir las órdenes de un amo. Para esto sirven los fracasados y los bobos.

Lo que actualmente vive Venezuela es consecuencia de la barbarie del capitalismo salvaje, de las acciones de los gobierno neoliberales y del FMI, que encontraron en Juan Guaidó el tonto útil para que se prestara, junto a otros como él, a una serie de artimañas jurídicas para despojar de los activos del país. Quien ha escuchado a Juan Guaidó expresarse, aunque cause nauseas, estará al tanto de que es político ignorante carente de discurso, que está haciendo dinero no porque tiene capacidad para planificar una estafa, ni tampoco las bolas de una mafioso para enfrentar la policía. El autoproclamado es un vil cobarde que se esconde detrás de la obesidad del gordinflón rubicundo Donald para no protegerse del accionar de la justica que algún día llegará.

No creo en dios, tampoco en esa cosa llamada destino, ni mucho menos en el aforismo que afirma que lo que se hace en la tierra se paga aquí mismo. La existencia de muchos años me enseñó que la vida recompensa y también condena, para ver estos resultados basta vivir. No le deseo la muerte ni mal a nadie, porque la muerte es un premio, el fin de las dificultades y sufrimientos. Lo peor que puedo pedir para el bribón de Juan Guaidó y a su pandilla es que vivan muchos años para que sufran en carne propia el daño que le están causando a su país y a millones de venezolanos. Tengo la certeza que vida cobra y espero que la vida le cobre a ese bicho y a su adláteres canallas todo el menoscabo ocasionado.

Venezuela está enfrentada al mal, el mal es el capitalismo, el neoliberalismo y FMI. El mal criollo esta personificado por las alimañas como Juan Guaidó, Leopoldo López, María Corina Machado, Carlos Vecchio, Julio Borges, Delsa Solórzano, Antonio Ledesma, Diego Arria, entre tantos. Y el bien está encarnado por el pueblo que debe enfrentar a cientos años de dominación y para esto cuenta con un pueblo aguerrido, heredero del ejercito libertador. La lucha del bien contra el mal nunca terminará mientras existan viles de seres humanos con ambiciones desmedidas. Bien lo expresó Edmund Burke (1729-1797), escritor, filósofo y político irlandés: "Para que triunfe el mal, solo es necesario que los buenos no hagan nada". Por eso el pueblo chileno está luchando. Lee que algo queda.

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