Auditórium

Guaidó, y el ventilador parlamentario bipolar

Jueves, 05/12/2019 01:02 AM

"Si no tenemos policías, jueces, abogados, fiscales, honestos, valerosos y eficientes; si se rinden al crimen y a la corrupción, están condenando al país a la ignominia más desesperante y atroz." .JAVIER SICILIA.

Venezuela tiene una pata ñeca histórica: la obsesión por salpicar con el ventilador de excrementos cualquier tema de discusión en una pelea de rameras políticas, al peor estilo de un botiquín de mala muerte. Ahora la historia socialista del siglo XXI del país está marcada por esta bipolaridad corrupta y cloacal, que ahora vuelve a quedar en evidencia con la reacción ante la crisis por la trama de corrupción en la bancada opositora.

Se puede constatar en lo que reflejaron los medios de comunicación globales el 3 de diciembre de 2019, con la declaración del diputado José Brito en el programa de Vladimir a la 1 en Globovisison que sin titubeos acusó a John Guaidó de estafador, y estar incurso en hechos de corrupción en contra del sufrido pueblo opositor venezolano, en lo que ya representa una obsesión indigna de una consulta psicológica.

Pero también en lo interno del Estado Anzoátegui. Por ejemplo, en el cotorreo experimental de las redes sociales, voceros de esa tendencia decían que no era conveniente defender la conducta impropia de ningún diputado anzoatiguense, José Brito hoy recibió duras críticas tanto de fieles seguidores, como de militantes de la MUD, que acusaban al diputado: de una línea tibia, bipolar, y cómplice de corruptos rojitos.

Hay dos elementos que evidencian que no es razonable convertir la crisis opositora en un capítulo de la lucha política venezolana.

El primero tiene que ver con su complejidad intrínseca ya que hay allí al menos dos conflictos en paralelo. Uno es el pedido de la renuncia del presidente Nicolás Maduro, que según la Constitución de 1999 solo puede ocurrir cuando hay una "falta de alta responsabilidad", o sea una violación a las principales reglas de la democracia y de la CRBV. Las acusaciones contra Maduro son de una presunta "usurpación" del cargo, y de no manejar bien esta grave crisis económica para evitar el colapso de las cuentas públicas, y el hacer caso omiso en detener el desplome de PDVSA. Ambos hechos son graves, pero hoy en Venezuela con este escándalo de corrupción en las filas parlamentarias opositoras parece difícil que alcancen los dardos para derribar al Presidente Maduro.

El otro conflicto es el juicio que puede llevar a la cárcel a Guaidó. Allí hay hechos bastante más concretos que complican al "interino", como el manejo de cuantiosos recursos pagado por unas ong`s fantasmas implicadas en corrupción, y el enriquecimiento llamativo de su entorno parlamentario. Guaidó está golpeado, además, porque todos los grandes capos de su partido, Guevara, Arteaga, Superlano, José Brito etc. Donde la opinión publica ha comenzado a procesarlos por corrupción, sin que nadie se queje de la inevitable actuación judicial y mediática. Parece muy probable que todos ellos manejaron un esquema ilegal, y que Guaidó no supiera nada, por lo que la investigación luce inevitable, y no como una conspiración.

El segundo aspecto que explica por qué no conviene asumir como propio el conflicto opositor, es que su realidad política, social, cultural, es totalmente distinta por lo vario pinto de sus actores, y donde la mayoría de esos políticos opositores no tienen la menor idea de la historia que enfrentan de este diseño institucional. Venezuela es hoy un país con una minoría muy rica, y una población inmensa, y muy pobre, es un país que perdió su tradición democrática; con la mayoría de sus partidos políticos con representación parlamentaria disueltos, donde la mayoría no tiene experiencia política-ideológica. ¿Cómo se puede alternar con una mínima dosis de buena fe el poder político de un país así como Venezuela con la presencia de militancia militar en uno de esos partidos? ¿Le conviene realmente a la izquierda no fascista y totalitaria "pegarse" a un partido como el PSUV, cuya cúpula está en entre dicho? ¿Les conviene a dirigentes de partidos con historia dentro de la izquierda venezolana y latinoamericana asociarse con personas, que acumulan denuncias en su contra, por corrupción, y violación de los derechos humanos, y con la constitución cubana como mascota?

En Venezuela hay un intervencionismo cubano grosero implícito en los alineamientos de la revolución bolivariana, que parece poco respetuoso de nuestra historia, y de las complejidades de la política internacional. Esto no resulta raro que venga de gente como los Castro, que se suelen postular como grandes revolucionarios marxistas en la política caribeña.

Bueno, en verdad ambos se suelen auto-alabar como dictadores en casi todo. Pero que acá en Venezuela tienen una intencionalidad muy clara.

Para su receta ideológica, sería buenísimo que Venezuela fuera más parecido a Noruega, con una oligarquía mínima, y humanísticamente rica, con una masa de trabajadores industriales con calidad de vida, no con un medio de comunicación como Granma, ideal para vestirlo de verdugo popular, por más que ha estado como el gran guillotinador que pintan en Cuba, y que incluso muchos diputados opositores por temor como el arriba mencionado son acusados de estar "arreglados" con el PSUV.

El tema que nos atañe a todos los venezolanos es que no tenemos nada que ver con el sufrimiento de nuestro pueblo. Y más allá de lo que vaya a pasar en Venezuela, nos va a impactar de una forma u otra, Venezuela parece tener demasiados problemas propios a resolver como para andar comprando peos ajenos en Ecuador, Bolivia, Chile, Colombia etc.

 

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