¿Si Luis Vicente León, cara de ñero pero león, dijo “me rindo”, qué quedará para uno?

Viernes, 13/12/2019 03:28 PM

Por una entrevista que Luis Vicente León concedió al diario valenciano "El Carabobeño", me enteré que era hijo de margariteños. No sé si su relación con la isla se limita a eso o él también es ñero. No obstante por aquella manía de los cumaneses de mi tiempo, la que aún conservo, de creer que la cara de la gente es como la partida de nacimiento o la cédula de identidad, tanto que solemos decir "tienes cara de maracucho", desde la primera vez que vi a León por los medios, pues nunca le he visto en persona o de cuerpo presente, le vi cara de ñero. Pero no cara de León, sino de aquellos personajes de la narrativa del gran novelista margariteño Renato Rodríguez, de la novela "Ínsulas", como Ramón el de Pancha, Héctor el de Licha, Los Joches, el de Josefita y el de la Negra y Chucho el de Cayita, todos ellos de Pampatar.

Pero Luis Vicente, pese su cara, no es de esos personajes como dóciles, borrosos y demasiado modestos y humildes de Renato Rodríguez, más bien en su pensar y proceder, parece como su apellido, "un León". O lo que es lo mismo, es como un león ovejuno o de aquellos margariteños y cumaneses, que no se limitaban a meter las botellas por encargo sino que además las puyaban. Y lo digo por lo relancino que es el tipo, la agudeza y lo que busca en la vida, que nada lo emparenta con un común y abundante ñero.

Tengo la idea que Luis Vicente León es un tipo talentoso y eso lo ayuda a ser un león. Por algo, pese su juventud y casi como a la carrera, para decirlo a la manera de mi pueblo, en poco tiempo se hizo notar en un país donde casi todo el mundo se la pasa en ese intento. Como que hay quienes dicen cualquier insensatez, como aquella de la joven que manifestó su preocupación por el ambiente en vista del arrume de barriles metálicos que nos generaba la industria petrolera, creyendo no se trataba de una medida de volumen, sino de miles envases metálicos que se transportaban en los barcos petroleros, e iban y venían. Y justo por eso, aunque parezca mentira, la muchacha como la espuma, levantó su prestigio y se convirtió en rutilante lideresa. De vez en cuando aparece por allí fijando la posición del partido donde para ese momento milita, porque uno, a ciencia cierta, no sabe dónde está, porque para ella eso es como cambiarse de vestimenta. Pero de lo que estamos seguros es que cada opinión de ella tiene mucho de aquello de los barriles metálicos que, según escasez, se arruman en los puertos.

Luis Vicente León lleva mucho tiempo intentando hacer algo para que la oposición, en donde están sus afectos, porque es un empresario, ya dije es un león, y de esos que comparte las políticas todas de este capitalismo neoliberal, las que el gobierno también, pero también las que no, coja pista, ritmo y hasta filo. Es decir, la posición del joven de Datanálisis es muy coherente, también distinta a la del gobierno que tira un palo para allá y otro para acá. Y en ese empeño, donde ha demostrado bastante claridad y abundante sensatez, se ha generado enfrentamientos periódicos con quienes comparte tolda, pues aunque no milite en partido alguno está en sintonía con lo que ese universo busca, sólo que siempre aquellos se meten por las vías y con los medios e instrumentos que no son. Lo que Luis Vicente, león al fin, percibe. Por esto su claridad choca de frente, en cada circunstancia, con aquellos que juegan a la política como quien intenta tumbar una piñata con los ojos vendados y sin que nadie esa condición les imponga. Es habitual que, de manera frontal, se le mal califique como "colaboracionista" porque fija una posición coherente y en correspondencia con cada tiempo o momento de la coyuntura, en correspondencia con las cifras que le aporta Datanális, pero que discrepa de la usualmente alocada y dislocada de los extremistas que no encuentran otra opción que no sea la violencia.

Con frecuencia, cuando lo lee de las circunstancias, se atreve a señalar salidas por los caminos de la paz y las electorales, sin montarse cuadros ideales como pintados por encargo y a cambio recibe respuestas que le mandan "con su música o galerón a otra parte". Las cifras de su encuestadora, que deberían servir para orientarse y que en la generalidad de los casos recomiendan a la oposición y hasta al gobierno a revisarse, si alguien las desecha y hasta aborrece, es aquella donde él de hecho milita. Salvo aquellas que dicen que la oposición supera al gobierno o la dudosa según la cual Guaidó tuvo el 70 % de respaldo popular.

Luis Vicente León me resulta un tipo simpático. Y es así por su talento, la coherencia y sensatez de sus opiniones al margen que las compartamos o no, que en muchos casos las hemos llegado a compartir, porque a menos que uno sea soberbio, alguna vez debe escuchar al contrario decir algo sensato y sabio. Pero también por su conducta poco dada a someterse al juicio de quienes pudieran manejar ciertas manijas o llaves "mágicas" y si a contradecir de buena fe a quienes creen tener a Dios agarrado por las barbas. En él me veo a mismo, sobre todo en aquellas décadas llenas de oscuridad y terquedad que van del 60 al 80 del siglo pasado, cuando veíamos a factores de la izquierda empeñados en creer que los errores, hasta cometidos conscientemente, abrirían los espacios para "asaltar el cielo". Claro, ahora mismo la historia pareciera repetirse, solo que los actores cambiaron de rol y el escenario es bastante diferente. Eso sí, uno sigue como desempeñando el mismo papel, tanto que aquella vez, como ahora, se nos califica de derecha por discrepar de quienes creen estar en la izquierda.

Entre las tantas cosas que a León han distanciado de quienes manejan la oposición resalta la más reciente, donde estos se niegan a admitir que un acuerdo mediante el cual se dispondría de unos recursos destinados a mejorar el servicio eléctrico en el Zulia, sea firmado y reconocido por el gobierno, pues es lo más natural estando "en control territorial firme también, aunque no controle recursos y la auditoría sea externa e internacional", su razonamiento que aquéllos cuesta entender.

¿Cómo pensar que el gobierno de hecho y derecho que encabeza Maduro se mantenga al margen de una negociación como esa, cuando la empresa en este caso Corpoelec, sobre cuyas pertenencias se ejecutarían las obras y el sistema todo, pertenecen al Estado venezolano?

Tal actitud, que es tan infantil como la mantenida en estos últimos 15 años, por establecer un parámetro, en el manejo de la política venezolana, no conduce sino a que las obras no se ejecuten. Es lo mismo que fijar y desarrollar una política alocada que no es la apropiada para contribuir a que el país tome el rumbo deseado por las mayorías. Y justo por eso, Luis Vicente León les dice a quienes de esa manera proceden, "Y luego pídeles que voten por ti".

Después de tantas decepciones y repetidos intentos por contribuir para que la oposición recomponga su discurso, defina una política coherente con los hechos, que se corresponda con la realidad y el mensaje que el pueblo manda, que él bien recoge a través de incontables encuestas, porque las cifras hablan, ya cansado de tanto esfuerzo y empeño, ha optado por decir, "Me rindo".

Pero no es que León se rinda a continuar su empeño, como tampoco se rinden Ramón el de Pancha, ni los Joches, el de Josefita y el de la Negra, sino de seguir intentando encontrarle la punta del ovillo al extraño dilucidar del bando opositor y la dirigencia toda, lo que no es para menos, pues a casi todo el mundo le pasa lo mismo.

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