Quienes crean la descubanización del país depende de una persona, en este particular momento de Guaidó, no han comprendido la complejidad histórica que afrontamos, continuar creyendo en líderes supremos, eternos e insustituibles en nada ayuda democratizar al país, al contrario, nos acerca más al chavismo.
Según nuestra ley, nuestra carta magna, Hugo Chávez es solo un expresidente, por tal motivo la utilización de recursos del Estado para promocionar su imagen y todo lo que de él se desprende, es un delito, es malversación de fondos, recursos que deberían ser invertidos, por ejemplo, en salud o educación. A parte de expresidente, legalmente Chávez es solo una figura partidista.
Con Guaidó ocurre algo similar, él es, según la constitución, el presidente interino, toda vez que, al perpetrarse las elecciones presidenciales 2018 al margen absoluto de la ley y la legitimidad, en enero 19’ se produjo la falta absoluta de ese cargo. El asunto es que Guaidó no pudo convocar nuevas elecciones porque el país se encuentra sin poderes públicos independientes, están usurpados. De este modo, Guaidó debe ser solo presidente interino hasta que el retorno de la institucionalidad permita sufragios imparciales.
Por tanto, Guaidó no debe continuar ocupando dos cargos, la Presidencia de la Asamblea Nacional debe recaer en otro parlamentario, según el acuerdo entre las organizaciones políticas que la componen, debe recaer en 2020 en alguno de los partidos minoritarios. De este modo, e inteligentemente, el país tendría dos figuras de relevancia: un presidente interino y un presidente del parlamento total y absolutamente constitucionales, legítimos.
También causa preocupación se crea unas nuevas presidenciales resolvería la crisis, ello es absolutamente falso. Maduro es solo parte del proyecto castrista, la usurpación abarca poderes públicos, incluyendo una ilegal ANC edificada para satisfacer intereses del castrismo venezolano, capaz de usurpar cualquier competencia o facultad de cualquier otro poder, se ha autoconferido supra constitucionalidad. Dese cuenta, el mentor de este desastre, Hugo Chávez, cumplirá prontamente 7 años de fallecido y su proyecto cubanoide continúa su rumbo cada vez más aprisa. Para que Venezuela recobre su identidad, su esencia, debe recobrar su constitucionalidad, su democracia, para que ello ocurra, primera e inexorablemente quienes usurpan las instituciones del Estado deben salir.
Todo se complica cuando las principales cabezas del castrismo venezolano advierten no abandonarán por las buenas ni por las malas el poder usurpado, cuando han hecho de los mecanismos democráticos tretas para atornillarse en el poder, cuando institucionalizaron la violencia, cuando han premeditado la ruina del sector privado para obligar a la población depender de exiguas y humillantes dádivas gubernamentales, orquestadas bajo una macabra plataforma "El Carnet de la Patria" que sí bien ha logrado la adscripción de un numero importante de venezolanos, estos lo han hecho para poder recibir esas migajas en medio del hambre producida por la economía chavista. En el plano electoral, ese carnet ha sido un estrepitoso fracaso, no ha podido (ni podrá) obligar a los venezolanos votar con estas instituciones psuvizadas, corruptas e insensibles, así quedó demostrado desde el intento fallido de constituyente aguas abajo.
Comprendamos: Más importante que cualquier individualidad, mucho más importante que Guaidó o cualquier otro, es que la cabeza 2020 del poder público de mayor relevancia en una democracia, el parlamento, asuma su liderazgo por encima de su organización política, que sume e integre todos los sectores del país e internacionales en la que debe ser la única causa común ¡Liberar a Venezuela del castrismo! logrado ese punto, es que vendrá lo electoral… antes en un suicidio, una complicidad entre el régimen y sus infames colaboradores.