Hasta ahora Juan Guaidó, ha venido tratando de convencerse de que sus posibilidades de repetir al frente de la Asamblea Nacional son reales. Para lo cual intenta aparentar seguridad en los números que maneja, tratando con eso de influir en la decisión final de su elección. Pero más allá de esa supuesta serenidad, está la realidad que como factor real siempre se impone cuando se trata de cálculos numéricos.
El actual presidente de la Asamblea Nacional en desacato no se ha percatado de los elementos subjetivos que rondan su elección, y que inciden directamente sobre el desarrollo del evento político. Así como el fascismo con Adolfo Hitler al frente, mantuvo la guerra durante días tratando de aparentar una resistencia que no existía, cuando ya el ejército rojo arreaba las banderas del triunfo en Berlín. Juan Guaido y mucha gente que lo rodea no se han dado cuenta que la guerra término, finalizó o como dirían los italianos Si Fine, se acabó, es el fin.
El crecimiento que experimentó la economía venezolana en los últimos tres trimestres, que técnicamente puede anunciar el rebote de la economía nacional, y un proceso de equilibrio moderado hacia unas condiciones de tranquilidad, y las demostraciones de pillaje, bandolerismo, incapacidad, y mediocridad que ha exhibido perro blanco, son el punto de inflexión de un proceso irreversible de cambio en la conducción del liderazgo opositor.
A este factor se une el efecto internacional que ha causado la actitud belicista del sector guerrerista de los Estados Unidos, al asesinar, Al General Soleimani violando todos los códigos éticos y morales, y legales de un mundo complejo que reclama prudencia y sensatez. La crisis incubada a lo interno de la oposición venezolana, y la crisis de decadencia del liderazgo histórico de los EEUU son procesos irreversibles que han venido arrastrándose durante los últimos dos años, y que obviamente tienen que tener una consecuencia política, un impacto en todos los actores que participan en ella.
En el caso de la coyuntura de escogencia del próximo presidente de la Asamblea Nacional, mayoritariamente en el conglomerado opositor existe la seguridad de Juan Guaido, está dirigiendo una guerra individual, está al frente de un negocio lucrativo que le permite a él y a su entorno lucrarse con los bienes de la nación, aprovecharse de las condiciones de vulnerabilidad que existen en la actual situación política para robar impunemente, y encima tratar de engañar a la población con el cuento de que libra la madre de todas las guerras por la libertad de un país.
También existe la seguridad de que no tiene la suficiente estatura moral para conducir ningún proceso político, porque para él la política no es una pasión al servicio del prójimo, es un negocio para hacerse de unos reales, para estafar la conciencia de mucha gente que busca posibilidades de cambios reales.
La rebelión de los diputados opositores, su enojo contra Juan Guaido, fue un elemento al que el actual parlamentario, producto de su falta de experticia política, no le puso la atención debida, y termino sepultándolo, porque la rebelión en contra de su conducción, fue tratada con arrogancia y con mucha estupidez. Hoy los opositores van a decidir acabar con el ciclo de una guerra que termino hace meses.
La derrota de Guaidó está cantada su intención de juramentarse vulnerando los principios de todos los parlamentos del mundo, al tratar de imponer una presidencia virtual van a dar al traste con la precariedad de un liderazgo que contó con la esperanza de un gran sector de venezolanos que busca expresar su descontento por vías democráticas. Va a ser fundamental el papel que va a jugar como siempre lo ha hecho, la intuición y el carácter de la mujer venezolana para no dejar que una guerra que ya termino siga lacerando el espíritu de nuestros pobladores, para que canallas como Guaidó sigan lucrándose con esta guerra.