"Aceptar nuestra vulnerabilidad
en lugar de tratar de ocultarla
es la mejor manera de adaptarse a la realidad"
David Viscott
Uno de los pocos vendedores de verduras, que se presentó muy temprano el lunes en la mañana en una céntrica avenida de la ciudad de Acarigua, se encontraba muy motivado ofreciendo su mercancía; de pronto se le apareció un compadre, pasado de tragos (la penca). Cuando se le acercaba, lo retiraba con cierta prudencia, para no entorpecer la venta, y no llamar la atención de los pocos compradores. A medida que el sol iba calentando se le perturbaba más la cabeza al padrino de su hijo mayor. En algunos instantes se le hacía difícil retirarlo, hasta que no aguantó las impertinencias; lo apartó con un empujón, acompañado de un grito: ¡Quítese, está más fastidioso que Guaidó!
Uno de los compradores, levantó la cabeza con una sonrisa incontrolable, como si estuviera viendo una tira cómica. El acompañante lo miró, con el rostro contrariado y sin esperar mucho le pregunto "¿Qué te pasa? ¡Estás como Diosdado, puras risas!" La respuesta la recibió al instante: ¡A Guaidó, lo montaron en la olla, por fastidioso y entregado, mientras Diosdado, por lo menos entretiene! Esto vasto para despertar las miradas de los pocos clientes, que se habían acercado al improvisado mercadito, desatándose una polémica por los dos personajes nombrados en la inesperada confrontación.
Tanto a uno, como al otro les han llovido las palabras a cántaros, para bien y para mal. ¿Cuál es la diferencia y la razón de esta polémica mañanera? Mientras uno se ha entregado a los brazos del imperialismo, apoyando todas las medidas económicas en contra de nuestro país; el otro se encuentra enfrentado, jugándose la vida por la causa de los oprimidos, con todos los errores que se pueden cometer en un proceso, el cual nació en las entrañas del capitalismo, apoyado precisamente por los que están haciendo cualquier cosa por regresar al poder. Al agotárseles los engaños, antes un pueblo que viene aprendiendo a conocer a sus verdaderos enemigos, lanzaron al desconocido, pero más que desconocido un verdadero arrastrado, sin ni siquiera un pestañeo de dignidad: el autoproclamado Juan Guaidó.
He venido repitiendo: ¡Como Guaidó, no hay dos! Por una razón muy sencilla: estoy completamente seguro, que, en nuestro país, nunca se había presentado un caso, como el de este desquiciado diputado, a quien el imperialismo le facilitó todas las herramientas para asaltar el poder, pero son tantas sus boberías y gafedades, hasta reunirse con un grupo de narco paramilitares colombianos, para tomarse unas fotografías con sus respectivas posees, como si estaba promocionándose para un espectáculo musical, creyendo, que así le estaba metiendo miedo a no sé quién.
La pregunta del momento: ¿De dónde salieron los votos para destituir al autoproclamado? De la misma bancada de la oposición, al no aceptar los ademanes de un verdadero usurpador totalmente equivocado de actuación. La última fotografía, que ha venido recorriendo el mundo, saltando la cerca del hemiciclo lo regresa a las andanzas de guarimbero para terminar de quitarle la careta. Ha demostrado excelentes condiciones histriónicas para hacer estriptís, al dejar al descubierto sus posaderas nuevamente en posees propias para las revistas de farándula, y antes el fracaso por sacar al Presidente Maduro, no es raro que termine contratado en los Estados Unidos, por recomendación de su jefe Donald Trump, quien es muy dado a esa clase de espectáculos, algo propio de los playboys.