Maduro dice que Guaidó no es lo que dice que es. En verdad, Guaidó es poco lo que dice, porque lo que él dice mayormente le dicen que lo diga. Es decir no es autor de la mayoría de las palabras y conceptos que pronuncia y menos del personaje que escenifica; es como cualquier actor sin talento montado en un escenario recitando parlamentos que otro escribió. Tampoco son de López, puesto que a lo largo de los años, éste parece más un hombre de acción, intemperancias y gestualizaciones desorbitadas, fuera de control y falta de coherencia con lo real que de ideas y palabras, tanto que las acciones de Guaidó son menos fuera de lugar que las de aquél.
El montaje de la obra en la que Guaidó actúa, que es una continuación de la misma que se escenifica desde 1998, aquella que tuvo sus momentos dramáticos culminantes con la huelga patronal, petrolera y el golpe militar con puros generales sin tropa, ha sido demasiado costoso. Y cuando esto sucede, quienes ponen los reales terminan por tomarse todo para sí y "si no monten la obra ustedes y corran con los gastos". Y como aquí no hay real para eso, ni se tienen cómo hacer las necesarias y urgentes adaptaciones, porque "Salamanca non da lo que natura non presta", se ven obligados directores, actores y hasta luminitos, a dejar que el financista disponga lo que le dé la gana. Y entonces, el director y hasta quien escribe o adapta la obra, termina tomando dictados de quien pone los reales. Aquellos sólo se ocupan de eso que se suele llamar la "carpintería". Los actores, quienes salen a escena, se limitan a recitar lo que le escribieron y ellos se aprendieron de memoria. Se necesitaría tener el talento de Chaplin, quien solía escribir sus montajes o de Mario Moreno "Cantinflas", para en plena actuación, para no decir "en pleno desarrollo", pues eso le arrecha a Walter Martínez, o en plena actuación, para salirse del guión o del parlamento antes escrito e improvisar una vaina genial que si se aviene con lo real y queda filmado y va a la exhibición. ¿Pero quién sensato va a pedirle a Guaidó, quien llegó donde está, justo como si fuese Charlot, en la película "Tiempos Modernos", cuando estando parado en una esquina observando se acercaba una marcha o protesta de trabajadores, al ser empujado por alguien, de repente se le ve al frente de la marcha y portando una bandera como si fuese su líder, asuma el rol de escribiente o autor de la obra en la que actúa?
Pero Guaidó, no por él mismo sino por quienes escribieron la obra, pusieron los reales e hicieron el montaje, como el apoyo diplomático, político de EEUU y la UE, ha logrado si no imponer su rol y personaje, sin que el gobierno le acepte, tanto que deja que maneje recursos del Estado, diga es el presidente y hasta vaya y venga, en función de lo que dice ser, lo que en otras partes deviene en graves castigos. Es pues, Guaidó pese la Constitución no le ampare, de hecho un presidente interino, aunque sea virtual, frente al cual el gobierno y el presidente legal, lo único que les queda es hablar pendejadas como decir que no lo es. Tanto que ahora aquél anda por Europa en función de lo que dice ser, despotricando al revés y al derecho del otro gobierno y hasta contraviniendo la disposición de salida del país, dictada contra él por el TSJ, como antes lo hizo cuando se fue a Colombia a promover aquello de la "ayuda humanitaria" y piensa volver, como antes lo hizo, porque está seguro que podrá hacerlo sin que nadie se lo impida. Y siendo así, no habiendo ley ni fundamento para impedir que haga lo que hace es porque si lo hay para que haga lo que hace; entonces siendo así, es presidente.
Será entonces Guaidó sólo un presidente virtual como dice el gobierno y hasta a éste le gusta, porque forma parte de su cultura y discurso, como eso de las criptomonedas, que pudieran tener valor pero no son "contantes y sonantes" o libres como para saltar y sonar aunque sea en el bolsillo, pues están encriptadas y él no lo está.
Cuando Guaidó regrese porque tendrá que hacerlo, a ajercer su función de presidente interino virtual, el TSJ y Maduro no van a impedirlo. Y él, entrará como salió, pues no habrá interés en el espectáculo que montarían. A Guaidó no se le vería bien en una recepción que en lugar de una banda tocando el himno nacional, alfombra roja y guardía de honor, más bien estén unos tres o cuatro guardias nacionales pidiéndole papeles y registrándole maletas como a cualquier pendejo y al gobierno tampoco igual montaje, para que al final se vea al susodicho entrando como si nada hubiese pasado, abordado por abundante periodistas que allí estarán dándole un tratamiento de presidente aunque sea virtual.
Como el gobierno no puede, aunque quiera, tratar a Guaidó como lo merece, debería por lo menos, siendo ya virtual, encriptarlo. Como llevárselo para Miraflores, aunque sea para Miraflores, antes el palacio presidencial se utilizaba para eso, apartar unas cosas que sobren, mandar otras a los subterráneos que bastante deben haber, e instalarlo allá como presidente, si no interino, por lo menos como suplente, pues así aparte que le darían de mamar a su ego, podrían tenerlo con la cabulla corta y ahora sí, encriptado. Le pondrían su propia guardia de honor y hasta, aprovechando la tecnología, armarlo de algún mecanismo que donde vaya avise, para que todo estén pendientes de él, le saluden, cuiden y no dejen que se pierda. Pues de lo contrario, Guaidó seguirá en lo mismo y eso mismo no es más que una guachafita, por la que el gobierno, el presidente y hasta el Estado mismo están como posicle sobre piso de cemento a las doce del día en esta ciudad tropical.
Para que esa guachafita no continúe entonces, es urgente que el gobierno de Maduro le dé a Guaidó no su tate quieto, como es habitual hacerlo con los carajitos malcriados, sino el trato que se merece dado los méritos alcanzados. Le asigne su espacio específico, sus deberes y derechos, para que deje de reclamar por eso y los demás quedemos en paz.
Si eso no sucede, Guaidó seguirá en lo mismo y Maduro, aunque no lo crea, continuará perdiendo respaldo entre gente que ya está cansada de ver que el tipo pide que le den lo suyo y el gobierno se hace el loco. Pero mientras tanto la gente pierde la paciencia.
A todas estas, Diosdado Cabello, como en demostración que el gobierno no quiere a Guaidó como al petro, virtual y encriptado, porque eso sería como mucho camisón pa ´Petra, no por el personaje sino por los dueños del circo, ha declarado que "cuando vuelva Juan Guaidó no va a pasar nada".
https://www.panorama.com.ve/politicayeconomia/Cabello-Cuando-vuelva-Juanito-Alimana-no-va-a-pasar-nada-20200127-0071.html
Pero la gente toda, de un lado y otro, no quedará conforme porque Diosdado, como siempre, en contradicción con su nombre, se muestra mezquino y se manifiesta de conformidad con no darle a Guaidó el tratamiento que se merece.