El virus en Venezuela en la desolada mirada de Leopoldo López. Cuentos febriles y no del virus

Miércoles, 08/04/2020 03:40 PM

Leopoldo López está en la embajada española en Caracas. Desde allí escribió, o le escribieron, no sé, un artículo para el diario madrileño El País. Quizás el dolor que aflige a quienes en la embajada le rodean produce en él, poco acostumbrado a esos escenarios, algún estremecimiento; desde niño he escuchado decir que el ambiente es pegajoso. Por muy dura que uno tenga la piel y obstruido los sentidos, el maldito ambiente se le puede meter hasta los huesos. Ese estar allí, quizás le hizo percibir que le rodeaba una tragedia y un dolor. Y por su habitual mirada desolada, pese sus ojos digan lo contrario, confundió", en la Venezuela de hoy, ese dolor de la España de ahora, hidalga y obrera, humana, a la que cantó César Vallejo por aquella epidemia fascista en "España aparte de mí este cáliz", del que no quiso beber porque "está la madre España con su vientre a cuestas". El cuadro que le pintan, llenos de dolor y angustia por los suyos, quienes con él moran en la embajada de España y que les produce llanto confundió con Venezuela o mejor, por sus cosas que le vienen de niño, quiso que así fuese para satisfacer su deseo.

Ahorita mismo, según las cifras, en Inglaterra, ha habido más muertes en un día que en toda Europa o el mundo, desde que el coronavirus salió y dijo ¡alto quién vive!

El virus se manifestó de primero en el país con economía más poderosa y dinámica del mundo, en China. Pero pese esas cualidades, hasta ahora ha dejado una larga estela de contaminados y muertos.

Entró a Europa e hizo desastres, particularmente en España e Italia. Pero también las cifras de Francia, Alemania e Inglaterra son impresionantes.

Estados Unidos es punto de referencia de la pandemia hoy, donde las cifras de muertos y contaminados son las más altas del planeta.

Según las estadísticas que publican los medios del mundo de hoy, en buena medida suministradas por la OMS, para seguir el curso de la pandemia en América Latina, en Venezuela las cifras de contaminados y muertos son por demás bajas, mientras en países como Brasil, Colombia, Ecuador, Chile, Perú lamentablemente son altas y tienden a un crecimiento veloz. Esto es tan cierto que las estadísticas que publican diarios europeos no aparece Venezuela.

Frente a este cuadro, la oposición extremista venezolana, dicho así porque el coronavirus ha tenido la facultad incluso de catalizar el proceso de fragmentación de ese universo y hay ahora cada vez más individualidades que están optando por privilegiar el enfrentamiento contra la pandemia, dada que demanda más emergencia que la crisis política, que lo es también económica, insiste en lo contrario. Para aquella sigue siendo prioritario tumbar al gobierno, violentando toda la legalidad y casi señalando a Maduro como un eventual peligro ante el ataque del coronavirus. Pasa por alto que sus propuestas de hecho banalizan la pandemia y le abren espacio para que se expanda. Es decir, lo sensato sería hacer todo lo contrario de lo que propone, pues lo emergente es detener el virus y el gobierno de Maduro, al margen de otras cosas, lo está haciendo bastante bien. Quiere López, en sus sueños y mirada desolada, que el virus por su cuenta, hasta más sensible que él mismo, diga como los muchachos en su tiempo, "time" y se detenga, mientras los suyos allá fuera con las fuerzas de EEUU tumban al gobierno para que suene el gong y venga el otro round. Por cierto, la CEPAL acaba de decir que "Latinoamérica no puede contar con EEUU frente a la crisis del coronavirus". https://www.panorama.com.ve/mundo/Cepal-Latinoamerica-no-puede-contar-con-EE-UU-en-la-crisis-del-coronavirus-20200408-0001.html Y este organismo no es de lo que ellos llaman comunismo sino de la ONU.

El artículo publicado hoy martes por el diario madrileño El País, bajo la firma de Leopoldo López, de manera casi obsesiva, habla de no deslindar las luchas contra la pandemia y lo que él llama la "dictadura". Dice "A esta hora, cuando los contagios avanzan en todo el país, la dictadura y la pandemia constituyen para los demócratas un único y simultáneo objetivo." No hay duda que esas palabras intentan pintar un cuadro pavoroso acerca de Venezuela que nada tiene que ver con la realidad o mejor es el cuadro que desea López, el que toma del llanto de quienes con él conviven en la embajada.

Frente a eso diré lo siguiente, entre los estados orientales de la costa norte, Anzoátegui, Nueva Esparta y Sucre, donde vivo, con un poco más de 3 millones de habitantes, sólo se han detectado unos 4 ó 5 infectados del virus, además casi todos venidos del exterior y no ha habido ningún muerto.

Pero López, en apoyo a su interés político, repite varias veces, a lo largo de artículo, la "realidad" creada por él y los suyos, como para darle legalidad a sus procederes, descalificar toda forma de lucha pacífica y validar la violencia. Según él, el coronavirus y elCovid-19 estarían haciendo estragos en Venezuela dada la mala administración de Maduro y la deficiencia del sistema de salud en Venezuela. Parte de la idea, que siendo así y por eso, la pandemia en consecuencia, aunque las cifras no lo digan, está acabando con la vida de los venezolanos.

El simplismo de López, es el resultado de una ya habitual y persistente práctica de construir una realidad que dé sustento a sus propuestas y desarrollos políticos para acceder al poder. No intentan aprehender aquella y en base a esa aprehensión diseñar táctica y estrategias, sino como si fuesen dioses o muchachitos demasiados obcecados, pretenden que la realidad se ajuste a sus procederes. Como que el objetivo o el blanco se muevan buscando el proyectil lanzado sin puntería ni cuidado alguno.

China, Europa toda, Estados Unidos, gozan de servicios de salud inherentes al nivel de desarrollo y alcance de esas economías y pese eso, el virus demostró que eran insuficientes. No era esa la forma ni la garantía para combatirlo. Los excelentes hospitales y servicios de salud de esos países están abarrotados de enfermos y en sus camas han muerto miles de personas y todavía hacen falta más camas, médicos, equipos y medicinas. Los muertos se amontonan.

China fue sorprendida, pero por la experiencia de ese país asiático para enfrentar pandemias, conmociones, reaccionaron con relativa rapidez, pero no la suficiente anticipación para poner a raya al ataque viral. Y con suficientes camas y hospitales no se contiene la pandemia. Los hechos han demostrado que la estrategia es otra. Pero la sorpresa, en el caso chino, pues fue allí donde comenzó a manifestarse la pandemia, fue determinante para que ella se expandiese.

Lo determinante, según lo prueban los hechos, para poder contener la pandemia, era y es, reaccionar con prontitud y tomar medidas como esa del aislamiento o cuarentena, para cortarle el camino contaminante al virus. Por supuesto, en el protocolo entran otras cosas como las pruebas inherentes al caso para identificar contaminados y someterlos al tratamiento pertinente y evitar se agraven como para ser sujetos a cuidados más estrictos y especialmente evitar que se vayan por allí contaminando.

Este proceder marca una diferencia sustancial entre Nicolás Maduro, a quien siempre hemos evaluado muy mal como presidente, y la casi determinante mayoría de gobernantes en el mundo. Por la experiencia China, sus relaciones con su gobierno, Maduro supo y pudo reaccionar a tiempo y, por las razones que fueren, privilegiar la salud de los venezolanos por encima de la economía.

Es esto lo que explica que, pese es cierto, en buena forma, el diagnóstico que López hizo del sistema de salud de Venezuela, en lo que ellos tienen mucha responsabilidad, empezando por avalar, apoyar y hasta solicitar sanciones de parte de EEUU, no obstante, hasta el día de hoy, martes 7 de abril en la tarde, Venezuela es uno de los países del mundo menos afectado por la pandemia. Tanto que la evolución de la misma en América Latina, de la cual habla una columna diaria del diario "El País" de Madrid, no aparece Venezuela, porque sus cifras son insignificantes, la curva sigue siendo plana y nada tienen que ver con el cuadro tenebroso que pinta la desolada mirada de Leopoldo López.

Entre los mayores males que aquejan a Venezuela cuentan una economía destruida, como destruida está la capacidad de la moneda nacional, cerradas las principales fuentes de ingresos por la grave crisis de la industria petrolera, salarios que no alcanzan para cubrir los gastos más elementales y con servicios de muy poca calidad y alcance. Pero todo ello no se explica sólo en la incapacidad del gobierno, lo que es por demás manifiesto, sino también por la acción brutal de Trump con la complicidad de López y los suyos.

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