El Marío Corino Matos, MCM (1902), quien gritó "Hasta mi Final" y lo finiquitaron… Idéntico!!!, Miren!

Miércoles, 04/09/2024 12:34 PM

  1. Cuando Cipriano Castro estaba en Valencia (1899), listo para tomar el poder, los apellidos en Caracas se artillaron. De aquellos añejos oligarcas, resaltaba sobre todos los demás una doña MARÍA CORINA MACHADO del momento, cuyo nombre y apellido de pilas era don MANUEL ANTONIO MATOS. Era todo un verdadero MARÍO CORINO desde la época de Guzmán Blanco, quien venía siendo, por su estirpe y abolengo, el multimillonario que conocía los infames misterios y recovecos del capital nacional. Él, MARÍO CORINO MATOS, fue quien predijo los FINALES de los gobiernos de Guzmán Blanco, Linares Alcántara, Joaquín Crespo, Hermógenes López, Rojas Paul, Andueza Palacio, Tell Villegas e Ignacio Andrade. A todos ellos les dijo "HASTA EL FINAL", y los sepultó con sus malas prácticas…

  2. A MARÍO CORINO MATOS los mandamases tenían que consultarlo en todo, en cuanto a hacienda y política. Él también había estado en Washington mostrándoles sus rodillitas al entonces presidente William McKinley, por lo que tenía la varita mágica para resolver todas las deudas, negocios con empresas norteamericanas y empréstitos relacionados con Venezuela. Entonces, cada dos años en Venezuela (o antes) se producía el FINAL de algún mandatario. Para 1870, Antonio Guzmán Blanco se incrusta entre los sesenta apellidos que dominan la oligarquía criolla, y coloca de jeque mayor de esta casta al superburgués MARÍO CORINO MATOS. Éste recibirá para sus inversiones, los excedentes de capital que lleguen de los grandes centros financieros de Nueva York, Londres o París. Entre esos apellidos, además de los MATOS, están los Boulton, Velutini, MACHADO, Lesseur, Blohm, Guzmán, Zuloaga, Delfino, Guerrero, Herrera, entre los más destacados.

  3. En el primer vagón del tren en que Castro (1899) se dirige a Caracas, lleva a su lado al General MARÍO CORINO MATOS quien, por su enorme fortuna, considera que tiene asegurado el cargo de ministro de Hacienda, el mismo que detentaba con el presidente Ignacio Andrade. Este MARÍO CORINO le quiere cantar un HASTA FINAL al propio Castro por lo que le hace una exhaustiva relación de los desastres económicos de la nación, y sobre las posibles SALIDAS para evitar un colapso general de las finanzas de Venezuela. Para MARÍO CORINO MATOS, no hay otra solución que declarar el país en bancarrota. La trama de redes poderosas para conseguir préstamos en el exterior que posee MARÍO CORINO, por sus muy buenas relaciones con la banca, con los altos funcionarios norteamericanos y con los oligarcas criollos, lo sitúan como un hombre clave en cualquier escenario político.

  4. MARÍO CORINO había previsto el inminente desastre del gobierno cuya consigna era: "nuevos hombres, nuevos ideales, nuevos procedimientos". Lo veía caído porque ese líder de la llamada Revolución Liberal Restauradora, era un indio, un zambo retaco, más negro que otra cosa. No obstante, a MARÍO CORINO le interesa estudiarlo, diseccionarlo para someterlo a su arbitrio, y por esta vía convertirse en su sombra. Le acompaña a todas partes; a su escritorio le lleva cientos de documentos y papeles sobre el cuantioso monto del más grave problema a enfrentar, el de la deuda externa venezolana. Le habrá insistido a Castro: —Usted no podrá hacer nada, lo mejor es que renuncie. Además, media nación está alzada contra usted. NO HAY SALIDA. Nunca ha habido una salida. Castro pudo haberle replicado: —¿Y por qué usted sigue aquí a mi lado? ¿Por qué usted no se rinde? ¿Qué le hace pensar que usted es más fuerte que yo?

  5. Apenas el ministro de Estados Unidos, Francis B. Loomis, conoce al nuevo mandatario redacta un informe a John Hay (el primer jefe moderno del Departamento de Estado) en el que detalla como algo esencial: «CASTRO ES UN HOMBRE DE ESTATURA MUY PEQUEÑA Y DE PIEL OSCURA, Y PARECE TENER CONSIDERABLE MEZCLA DE SANGRE INDIA». Pero ya Francis B. Loomis había recibido de manos de MARÍO CORINO un perfecto resumen del personaje en el que recalcaba lo de zambo e indio. MARÍO CORINO se mantiene como el mejor asesor de los gringos en todo y es el más poderoso intermediario entre las compañías extranjeras y Castro. MARÍO CORINO se siente muy preocupado dado el poco entendimiento del presidente: informa a Washington que Castro se hace el sordo, el lento e indeciso; que no asume determinaciones con la presteza que exigen las difíciles circunstancias... Y que la PRESIÓN INTERNACIONAL ES IMPRESCINDIBLE EN LOS DUROS MOMENTOS…

  6. Ante estas graves dificultades a MARÍO CORINO no le quedará otra salida que pedirles a los gringos que le ayuden a organizar una INVASIÓN, una poderosa conspiración internacional con ayuda de Francia, Inglaterra, Alemania, Holanda, Italia y así poder instaurar un gobierno que facilite los acuerdos económicos entre empresarios, prestamistas, inversionistas y banqueros nacionales e internacionales. A todos les dice como aquel Carlos Ortega de la CTV: —El país se nos puede ir de las manos. Se encontraba MARÍO CORINO en estos tejemanejes cuando llega Castro y les exige a los magnates criollos que le concedan un préstamo. La hora de las horas. Los banqueros pretenden alarmarse y «confirman» que, efectivamente, Castro está loco de atar. Le responden al presidente lo de siempre, que ellos están arruinados, que no tienen ni para comer.

  7. Como banqueros al fin, aun «arruinados» como dicen, tienen más poder que don Cipriano. Publican por la prensa un ofensivo remitido dirigido a la opinión pública, y entonces MARÍO CORINO hace un malabarismo verbal tratando de llamar a la reflexión al presidente, como siempre lo había hecho en casos similares: —…por las buenas siempre todos nos entendemos; y pide que se escuche a los hombres que producen en el país, a los que dan de comer al pueblo. Castro conoce muy bien por dónde van los tiros, y permite que hablen, que se muestren alarmados y preocupados por el destino de la nación. Es, en realidad, la representación de una paranoia que tiene un único receptor: los diplomáticos extranjeros que están a la espera de que se instaure un gobierno «que honre las deudas pendientes y nos permita seguir sirviendo a la patria de Bolívar»; y quienes pretenden intimidar argumentando que si el gobierno de Castro no sabe cumplir con tan elementales acuerdos, existen vías por las cuales se puede imponer otro. Castro sabe muy bien, que ese empresariado del centro del país es conspirador, ladrón y mercenario.

  8. Transcurren varios días en los que Matos no deja de quejarse de las penurias que están pasando los banqueros, los grandes comerciantes, que llevan una vida incierta porque el Ejecutivo no los oye, no los ayuda y no los ocupa en los cargos que siempre han ostentado y heredado. Cuando creen que el presidente ya se encuentra maduro para comprender «el drama de la situación económica nacional», tienen la desvergüenza de exigirle que pida la renuncia de su Gabinete. Entonces, Castro se fastidia de tanto cinismo y ordena que encierren a MARÍO CORINO y a su grupo en La Rotunda. MARÍO CORINO y su grupo pegan el grito en el cielo, comienzan a pedir clemencia: unos sufren de reumatismo, otros de gota; necesitan médicos, medicamentos importados y que se les atienda; de los primeros clamores, pasan a un mutismo aterrador. Comienzan a enviar emisarios porque comprenden que Castro no es Ignacio Andrade o Joaquín Crespo, ni siquiera Guzmán Blanco. Proponen los banqueros un acuerdo de unidad nacional sin pedir nada a cambio. Producto de estas solicitudes, los jueces ordenan la libertad de MARÍO CORINO y compañía. A los pocos días todos están muy repuestos y sanos, y en el Banco Caracas organizan un espectacular sarao en desagravio «al gran Cipriano Castro». Se alzan las copas de champaña brindando por su inconmensurable gesta, sólo comparable a la de Bolívar. En el acto, MARÍO CORINO hace gala de una elocuencia hasta entonces desconocida: «Saludo al héroe que desde el Táchira vino respetando con severidad inaudita vidas y propiedades hasta el punto que todos deseábamos el triunfo de la Revolución Liberal Restauradora…». En realidad, cuando llegó la orden de excarcelación, MARÍO CORINO y los otros banqueros comenzaron a sentirse exultantes de alegría. Le aseguraron al gobierno el otorgamiento de un préstamo por más de 900.000 bolívares.

  9. El 24 de agosto de 1901, al presentar sus credenciales, el nuevo ministro plenipotenciario de Estados Unidos, mister Herbert Wolcott Bowen, aprovecha para exigir que a su país no se le deje fuera de cualquier compromiso que obligue al presidente de la República a honrar las deudas contraídas. Bowen mira fijamente a Castro, y el jefe andino también le sostiene resueltamente la mirada; como si se retaran. Bowen lo considera un pobre bichito de «cinco pies de estatura». Bowen le ofrece la mediación de su país para tratar de resolver las diferencias con Colombia, pero Castro la da las gracias y le dice que está escaso de tiempo y que tiene en agenda otros puntos urgentes. Después de presentar sus credenciales, Bowen confirma las apreciaciones de su colega Loomis, ciertamente Cipriano Castro «tiene una o dos gotas de sangre india en las venas». Poco después, mister Bowen, se instala en Caracas en la espectacular mansión de MARÍO CORINO, residencia «libre de gastos, con toda la servidumbre de criados extranjeros pagada por Washington, incluyendo a Ernest, el cocinero personal del cerebro financista de la autocracia liberal, desde Antonio Guzmán Blanco, hasta Ignacio Andrade». Lo que tratarían tenía que ver con las maneras poco finas, educadas y protocolares del «ridículo macaco». En una rápida revisión que Bowen y MARÍO CORINO hacen de nuestra historia encuentran que ciertamente por primera vez Venezuela está siendo regida por un plebeyo de marca mayor. Según ellos, ni Páez, ni José María Vargas, Soublette o los Monagas, incluso Julián Castro, mucho menos Antonio Guzmán Blanco, Crespo, Rojas Paúl, Andueza Palacio ni Andrade, mostraban el grado de mulataje o indianaje que reverbera en las venas de Cipriano. Además, un signo vital que los países civilizados tienen para medir la calidad de los gobernantes en los países atrasados, es su capacidad para acatar en todo las directivas y mandatos emanados de la banca internacional y de los jefes en Washington. Tardaría un tiempo en que llegaría otro MONO a Miraflores: HUGO CHÄVEZ FRÏAS.

  10. Todo lo que reportan los medios internacionales es que el «mono» es «díscolo», es «bruto», «bestia», «incontrolable». Pero para que todo coincidiera con lo que vivimos en este momento, entonces también Colombia estaba en guerra contra nosotros. De hecho, un miserable hijo puta y traidor, venezolano, llamado Carlos Rangel Garviras nos había invadido por Táchira. Hubo una Conferencia Internacional Americana, reunida en México, la cual emitió una declaración solicitando que Colombia y Venezuela llegasen a un "acuerdo equitativo". El canciller nuestro, Eduardo Blanco (autor de Venezuela Heroica), recibe la siguiente instrucción de Cipriano Castro: «El gobierno conservador de Colombia ha tenido siempre una funesta función sobre la genitora de su libertad e independencia, lo que es inaceptable por degradante. Es un gobierno que vive del terror, de la miseria y del oscurantismo». Eduardo Blanco tiembla, se muestra vacilante, no sabe qué hacer, y tiene que renunciar. Esta declaración hace que se intensifique la gran guerra mediática mundial contra Venezuela. El conductor de este proceso sería el mayor palangrista de la época, el francés A. J. Jauret. Este periodista es empleado de MARÍO CORINO y su trabajo es enviar notas de prensa al The New York Times, New York Herald y Associated Press, que presentan a Castro como un abominable incorregible que desprecia los valores más sagrados de las naciones civilizadas. En nombre de la libertad de expresión —que no es otra cosa que libertad de presionar—, Cipriano va apareciendo como el ogro más despreciable.

  11. El presidente Castro exige que se apliquen las leyes de la República y que se expulse del país a Jauret. Esta expulsión será el detonante para que los grandes centros de información vayan intensificando su insidia publicando a diario insolentes caricaturas y bochornosos artículos contra el primer mandatario. Ante el fracaso de tantos diálogos (como los de ahora con los malditos gringos), de tantas propuestas pacíficas, civilistas e institucionalistas, Washington decide invitar a MARÍO CORINO para concretar planes más precisos, que permitan devolverle a Venezuela un gobierno serio y justicia social. O sea, una democracia presidida por él, por MARÍO CORINO. El plan no es otro que el de una invasión. MARÍO CORINO comienza entonces a unificar a su alrededor a todos los caudillos frustrados (los Leopoldo López, Enrique Capriles, Henry Ramos Allup, Julio Borges, Del Vechio, Antonio Ledezma, Juan Guaidó, Freddy Guevara…, de entonces) que no hallaban cómo volver a sus viejos privilegios y oscuros negocios. Así que, con unos cuantos dólares, MARÍO CORINO va a ponerlos a bailar como focas. Son los caciques de Trujillo, de los Andes, Oriente, Guayana y los llanos. Entre los generales montoneros invitados al gran diálogo para la salvación nacional, están: José Manuel Hernández el «Mocho», Nicolás Rolando, Zoilo Vidal, Juan Pablo Peñaloza, Horacio Ducharme, Doroteo Flores y el propio Antonio Paredes. Son 200 mil dólares oro los que ordena entregar el Departamento de Estado a MARÍO CORINO para iniciar la regeneración nacional…. IMPRESIONANTE, COÑO!

 

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