Tenemos un país dividido en dos

Miércoles, 09/10/2024 07:00 PM

En artículo anterior, señalé que teníamos un país dividido en dos partes y que así era imposible de gobernar en función del interés nacional, que en principio debería ser el interés de todos. Cuando hablo de que está dividido en dos partes, me refiero a que los deseos de la gente desde el punto de vista político, están fraccionados entre quienes quieren que Maduro se vaya y quienes quieren que se quede. La división es entre sólo dos bandos, por lo menos desde hace cierto tiempo y hasta este momento. No sabemos qué ocurrirá luego ni cómo evolucionará el proceso. Y estos dos bandos parecen no ser iguales en el número de sus integrantes; la matriz de opinión existente dice que la mayoría está en el grupo de quienes quieren que Maduro se vaya. Sin embargo, para poder valorar los efectos de esta división y el enfrentamiento que de ella se deriva, hay que tener en consideración las fuerzas que se agrupan alrededor de los bandos existentes.

Cuando valoramos las mismas, nos encontramos que alrededor de quienes parecen ser minoría se aglutinan las mayores fuerzas, mientras quienes son mayoría numérica no tienen fuerzas equivalentes. Ésa es la situación actual, que se expresó claramente en las elecciones presidenciales, en las que la decisión de los votantes giró alrededor de la salida o permanencia del candidato del gobierno, concretamente de Nicolás Maduro. La gente no votó por González Urrutia, a quien nadie conocía, sino lo hizo por quien pensaron podía derrotar al Presidente porque había logrado el apoyo de la oposición sentida como mayoritaria, la cual estaba representada por María Corina Machado y la Plataforma Unitaria Democrática. Si otro candidato hubiera obtenido ese mismo respaldo, los votantes hubieran dirigido sus votos al mismo. Otro tanto hubiera ocurrido con María Corina si hubiera podido inscribirse como candidata.

Y el rechazo de la gente al gobierno de Maduro no tiene que ver con el hecho de que se diga socialista, ni revolucionario, ni nada por el estilo. Tampoco tiene que ver con su "cercanía" con los chinos, rusos o iraníes. Ni siquiera con la presencia de los cubanos. Esos aderezos juegan cierto papel en la oposición ideologizada: en parte de su liderazgo y en sus intelectuales "orgánicos". El rechazo ha sido generado por la pésima gestión de gobierno: la insuficiencia manifiesta de los servicios básicos (electricidad, agua, gas doméstico, telefonía), el desempleo, el gravísimo deterioro salarial, el elevado costo de la vida, la inexistencia de jubilaciones y pensiones suficientes, la inseguridad personal, el deterioro vial, el colapso de la educación en todos sus niveles, las limitaciones de los servicios de salud, la ausencia de seguridad social, el matraqueo policial y de la GNB, las acciones arbitrarias de colectivos y consejos comunales, la corrupción generalizada y la vida ostentosa de los altos funcionarios del Estado.

Esas fueron las motivaciones de los votantes en las elecciones presidenciales del 28 de julio. Y ésas siguen siendo hoy las quejas y las demandas principales de la gente, del llamado pueblo venezolano, que vio frustradas sus esperanzas de que las elecciones nos trajeran cambios positivos en la dura realidad que hoy vivimos. Y esas demandas deben ser acompañadas por quienes seguiremos actuando en el escenario político nacional, independientemente de lo que el gobierno termine por decidir e imponer en virtud de la fuerza que posee. La lucha venidera es mucho más difícil que la habida hasta ahora y contará también con menos fuerzas de cambio que las que se había logrado aglutinar. No se trata de pasar la página y olvidarnos de lo sucedido. No se trata de no seguir exigiendo el cumplimiento de los procedimientos legales establecidos. Se trata de no paralizarnos sólo en ello, sino de ir avanzando al lado de la gente.

La Razón, pp A-3, 6-10-2024, Caracas;

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