*El también prófugo de la justicia venezolana considera además que la embajada de España fue una "trampa jaula" en dónde se vió atrapado el ex-candidato del imperio y de la extrema derecha, González Urrutia
Hoy en está nueva entrega vamos a referirnos a ese político que está considerado como el fundador del Partido "Primero Justicia", aparentemente ya fuera del mismo, llamado Julio Borges.
De Borges es poco lo que hay que destacar, por cuánto ya es conocido ampliamente, sin embargo es necesario recordar, y de hecho muy bien, quien es este personaje que desde hace tiempo atrás le viene haciendo un grave daño al país, junto a los no menos golpistas, Leopoldo López y Antonio Ledezma, ambos también prófugos de la justicia venezolana, refugiados igualmente en España.
De Borges hay que recordar, inicialmente, que una vez que se desataron los demonios de la extrema derecha fascista, que apostaron además por los hechos violentos y el golpe de Estado, fue el primero en llamar para que a Venezuela se le impusiera el bloqueo y las sanciones, que el imperio lacayo acató, sin causa ni justificación.
No conforme con ello, este despreciable antipatriota igualmente dijo que Venezuela era responsable de los males que estaban sufriendo muchas naciones del Continente.
Pero de Borges hay también que recordar que abandonó el país evitando la justicia, una vez que le produjo la muerte con su vehículo a un niño en Caracas, a quien ni siquiera le brindó los primeros auxilios, y por el contrario salió huyendo.
Borges demostró ese día, que además de ser una persona inhumana y miserable, es también un auténtico irresponsable.
Dicho todo esto, hoy hablaremos de Borges, por cuanto hace escasos días declaró, quizas sin razón, ni ponderación, que España, a través de su embajada aquí en Venezuela, está "implicada" en los hechos que se suscitaron para que el ex-candidato del imperio y de la extrema derecha, Edmundo González, abandonara el país.
En su declaración dice tajantemente que el abuelo mentiroso, violento y golpista, lo echaron.
Borges, en una entrevista que le hizo el periodista de derecha español, Carlos Herrera Crusset, manifestó taxativamente lo siguiente: " Si a ti te están persiguiendo, entras a una embajada y pides asilo político, el deber del Estado que te recibe es protegerte de manera integral. Eso no sucedió con Edmundo González, yo siento que lo fueron llevando hasta echarlo".
"El Estado español en vez de protegerlo, fue una trampa jaula", destacó Borges.
De seguidas precisa:" Es un delito político, jurídico y ético", manifestó el declarante.
¿De todo lo antes dicho que podemos deducir?
De entrada creemos que Borges con esta declaración busca congraciarse y lograr, al mismo tiempo, un mayor acercamiento con el abuelito mentiroso, como lo ha venido demostrando repetidas veces.
Creemos también que trata de hacer ver que González Urrutia nunca se apersonó a la embajada de España de manera voluntaria, porque supuestamente estaba siendo requerido por los Cuerpos de Seguridad del Estado.
Sobre este particular está demostrado con mucha contundencia que esto último no es cierto, por cuanto el abuelito tremendo acudió de manera voluntaria a solicitar asilo.
No hay que olvidar que González Urrutia fue a la embajada, al otro día después de las elecciones, una vez que entendió que había perdido, tal como lo dejó demostrado a través de la carta que firmó solicitando el salvoconducto para abandonar a Venezuela, aún cuando no estaba siendo, reiteramos, requerido.
Desde luego, Borges busca evitar que la verdadera razón que motivó al abuelito Edmundo salir del país, era que no quería seguir bajo la presión, el yugo y el hostigamiento de la violenta MCM, a tal extremo que así lo dejó saber cuando declaró que a ella no le consultó, en ningún momento, su decisión de salir de Venezuela, después de varios días de estar alojado, consumiendo incluso escocés, en la embajada de España.
¿Pero que deseaba Borges en definitiva?
Simplemente quería que la embajada de España hubiese impedido la visita a ese lugar de la vice presidenta Delcy Rodríguez, y del presidente de la AN, Jorge Rodríguez, a quienes responsabiliza, de manera soterrada, de la coaccion en perjuicio de González Urrutia, para que firmara la carta a través de la cual reconocía a los Poderes del Estado y al propio al presidente Nicolás Maduro.
No hay dudas que Borges piensa, según lo declarado, que el único culpable que González Urrutia abandonará el país es también el embajador de España en Venezuela, pues considera que la embajada del país europeo es una "trampa jaula" en la que se mantuvo el abuelito a la fuerza, tal como lo da a entender.
Pero Borges va más allá. Se atrevió a decir que la actitud que asumió el embajador español lo conllevó a cometer -lean bien- un "delito jurídico y ético", dando a entender que debe ser sancionado, amonestado o tal vez enjuiciado, a solicitud del propio gobierno español.
Borges, en medio de su declaratoria, asegura además que el pobre abuelito tremendo, violento y golpista, "no recibió protección integral", mientras se mantuvo en calidad de refugiado en la embajada española.
Y finalmente deja saber que el reconocimiento de González Urrutia en el Parlamento Europeo "tiene mucho valor en Venezuela. Es un alivio saber que no estamos solo, son 25 años de lucha y millones de venezolanos fuera".
Sobre esta última parte, nosotros diríamos más bien que son 25 años de desestabilización e intentos de golpe, que el país ha tenido que soportar.
¿Que desea finalmente Borges con su declaración?
Desde luego, además de congraciarse con González Urrutia, al igual como lo hizo el rector del CNE, Juan Carlos Delpino, Borges busca que el astuto abuelito lo tome en cuenta a sabiendas que ya recibió una suma importante de euros, de parte de la Unión Europea.
Pero además le llama la atención que González Urrutia, al estilo de un II Guaido, haya solicitado que le dejen dirigir la empresa Citgo, manejar los fondos de Venezuela represados por el imperio y las reservas de oro que Inglaterra no quiere devolver.
Borges es el tercero que da a entender que quiere dinerito, plata constante y sonante, después de González Urrutia y Delpino, y quién sabe de cuántos otros más.
Así son ellos: salidos del mismo fango, del mismo lodo, y "cortados con la misma tijera"