Venezuela: el café que trajo de vuelta a las aves

Jueves, 23/05/2019 01:12 AM

Comunidades recuperan sus cultivos de café bajo sombra con el programa de conservación de aves migratorias y endémicas.
Credito: Provita

Cada temporada de invierno una bandada de chipes y reinitas celestes, dos pequeñas y coloridas aves, aletean largas distancias desde el norte de Estados Unidos para llegar a cielos venezolanos. El lugar que han elegido como destino son los bosques de La Florida y Piedra de Cachimbo, dos comunidades del estado Vargas, en la costa centro de este país, donde pasan hasta 8 meses cada año. Con cada aparición, los científicos que las estudian se convencen de este pequeño triunfo de la biodiversidad, considerando que la Sociedad Científica Audubon resalta la reducción de sus avistamientos, en las últimas décadas, por la pérdida de bosques al este de Estados Unidos.

Pero que estas comunidades se hayan convertido en el destino elegido por estas aves migratorias, no es una casualidad ni producto del azar. Ellas han sido atraídas a este espacio por un ecosistema muy especial que combina árboles de gran tamaño, muchos de ellos frutales, con plantas de café que crecen en la sombra. Un paraíso al que vuelven cada año.

Este espacio bien conservado fue creado por investigadores de Provita —junto a una docena de instituciones científicas estadounidenses— que empezaron desarrollando un programa piloto para proteger el hábitat del endémico Cardenalito (Spinus cucullatus), una pequeña y vistosa ave en peligro de extinción.

El éxito y la experiencia ganada con esta iniciativa los llevó a pensar en una nueva fórmula, para comprometer a las comunidades locales en la conservación de nuevos hábitats para las aves y asegurar a la vez un incentivo económico para las familias. Y fue en el café que encontraron la respuesta que buscaban.

El cardenalito mide entre 10 y 11 centímetros. Foto cortesía de Jhonathan Miranda / Iniciativa Cardenalitos

La buena noticia es que hoy han logrado identificar más de 220 aves en el área y que los investigadores de Provita, además, estiman que más de 30 aves migratorias estarían visitando los bosques de las comunidades.

Paraíso con aroma a café

Luis Arrieta creció en Piedra de Cachimbo (Estado Vargas), comunidad cafetalera y costera cercana a La Colonia Tovar, un poblado fundado por colonos alemanes en el siglo XIX en las montañas del estado Aragua. Su abuelo, su madre y sus tíos fueron caficultores y él, naturalmente, heredó esta tradición familiar.

Sin embargo, este interés por el café avanzaba de la mano con su curiosidad por observar aves, por eso siempre anduvo buscando la manera de combinar ambas pasiones.

Fue entonces que vio en el café premium la oportunidad que estaba esperando para mejorar las economías locales y traer de vuelta a las aves. La ONG Provita fue la institución que le permitió desarrollar su proyecto, con científicos en campo liderando la iniciativa.

La aventura empezó en el 2017, cuando Arrieta y Miguel Árvelo de Provita le presentaron la idea a Verónica Nouel, directora de proyectos especiales de Café Arábica. En ese encuentro, le propusieron a Nouel que apueste por la compra del café orgánico que producirían como parte de la Iniciativa Cardenalito. Le contaron también que el café en sombra que cultivarían las comunidades locales, ayudaría a crear un importante refugio para las aves. Ese día alcanzaron la primera meta de su proyecto: conseguir un mercado para vender el café.

Lo siguiente fue visitar a las comunidades para convencerlas de que participen. Al poco tiempo ya tenían 25 familias de Piedra de Cachimbo —que vivían de cultivar hortalizas y verduras— comprometidas. Ellas se sumaron a la producción de un grano orgánico de café de alta calidad, y para ello recibieron asesoría técnica y acompañamiento para obtener una cosecha especial.

Luis Arrieta siempre estuvo convencido del potencial de la venta de café en mercados especiales y de conseguir que este trabajo traiga de vuelta a las aves.

"Buscábamos apuntalar la prosperidad económica de comunidades y empresas venezolanas con una alternativa más amigable con el ambiente", asegura Arrieta, agrónomo y coordinador técnico del proyecto.

Desde que empezó a funcionar "Aves y Café", como ha sido denominado el proyecto, ocho especies migratorias del extremo sur de Canadá y el norte de los Estados Unidos han sido identificadas en los bosques de las dos comunidades.

Las especies que acompañan al chipe cerúleo, considerado como Vulnerable por la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN), son: el chipe trepador (Mniotilta varia), chipe charquero (Parkesia noveboracensis), chipe cabecigrís filadélfico (Geothlypis philadelphia), reinita gorjinaranja (Setophaga fusca), pibí boreal (Contopus cooperi), reinita de Tennessee (Oreothlypis peregrina) y pavito migratorio (Setophaga ruticilla). Muchas de estas aves han sido identificadas por su canto con la ayuda del ornitólogo Jhonathan Miranda de Provita.

"Hasta la fecha el proyecto ha reportado la presencia de 224 especies de aves venezolanas residentes y ocho migratorias estadounidenses, aunque se presume que puede haber hasta 35 especies de aves migratorias en esta región", dice Arrieta, mientras esperan resultados del segundo monitoreo. Por Venezuela transitan 75 aves migratorias boreales, lo que resalta la importancia de estos cultivos.

Pibí boreal (Contopus cooperi). Foto: Dominic Speroni - Wikipedia.

"Dijimos que sí y ahora vemos los resultados. El café cumple con nuestros altos estándares, así que hicimos una exposición con una promoción importante con una galería fotográfica, compramos toda la cosecha y estamos ayudando a conservar los bosques que producen café de sombra", explica Verónica Nouel.

Los guardianes del café

A Alfredo Cárdenas un amigo de Piedra de Cachimbo le dijo que Luis Arrieta, nieto, sobrino e hijo de campesinos del lugar, había convencido a 25 familias de recuperar los cultivos de café que se habían abandonado. Hasta ese momento, él se dedicaba al cultivo tradicional de duraznos y vendía su producción en los mercados de frutas y verduras de La Colonia Tovar.

Pero movido por la curiosidad, Alfredo decidió asistir a uno de los talleres, luego a uno más y del último salió convencido de empezar a sembrar café. "Lo mejor de este proyecto es que después de 25 años produciendo durazno, nunca supe de otros productores, pero con solo un año aquí me he conectado con muchísima gente, abriendo muchas posibilidades", cuenta Cárdenas.

Hoy este productor, que trabaja a 1800 metros de altura, reemplaza poco a poco sus cultivos por plantas de café. "Este proyecto me hizo entender que estoy en una zona de café, no de durazno", dijo.

Productor Alfredo Cárdenas conversa con José Ruiz de la empresa Tierra de Gracia, comprador de café. Foto: Provita.

Productor Alfredo Cárdenas conversa con José Ruiz de la empresa Tierra de Gracia, comprador de café. Foto: Provita.

La historia de Juan Alberto Pereira no es muy distinta. Dejó Las Peonías, un pueblo cercano, para mudarse a La Florida y reconectarse con estos granos especiales. No es la primera vez que este agricultor de 74 años apuesta por este cultivo, lo hizo años atrás, pero la recesión lo obligó a migrar a otros productos más rentables como el durazno, el maíz y el cambur.

Arrieta lo convenció de recuperar y atender las plantas de café que aún conserva en tres hectáreas de su territorio, plantas que crecen a su suerte sin ser cuidadas. "Hemos sacado un poquito, un quintal, pero vamos mejorando, estoy limpiando los cultivos que están llenos de vejucos (hierbas) pero aún me quedan 4000 plantas vivas", cuenta Pereira.

Este hombre de campo que vive hoy en La Florida tiene siete hijos y veinte nietos. Dos hijos y una hija lo ayudan en la finca, pero también los pequeños quieren participar cada vez que van de visita. "Que no hayan talado las plantas, que las conserven aunque no las cosechen demuestra el arraigo, una relación con esa forma de vida", cuenta Arrieta, quien confiesa que esa fue la clave para convencerlo de unirse al proyecto.

La fila de productores que siguen uniéndose a Aves y Café continúa creciendo. Familias completas como la de Pedro Pablo Ardían, que heredó una gran hacienda de café y que tuvo que abandonar el cultivo por la crisis, ha vuelto al rubro y ha sumado a sus ocho hermanos. Cada uno ha aportado cuatro hectáreas.

Productores han sobrepasado la producción de café y de especies forestales por su propia iniciativa. Foto: Provita.

Productores han sobrepasado la producción de café y de especies forestales por su propia iniciativa. Foto: Provita.

El café ha promovido, además, la recuperación de tierras degradadas, abandonadas o plantaciones simplemente olvidadas. El regreso de estos cultivos, la siembra de café en sombra, ha sido clave para atraer a las aves.

Bosques para las aves

Las comunidades tuvieron que aprender a producir un café amigable con el medio ambiente. También tuvieron que aprender a confiar en las personas que los convencieron de unirse a un proyecto que combinaba la producción de un café premium con la recuperación de hábitats para las aves. Pero, sobre todo, a los habitantes de La Florida y Piedra de Cachimbo les tocó creer en que podrían sacarle la vuelta a un escenario económico difícil, considerando la caída en la producción de café en Venezuela, que pasó de producir 95 toneladas de este grano durante la zafra de 1998-1999 a tan solo 33 toneladas en la de 2017-2018, como lo reportó la Organización Internacional del Café (ICO por sus siglas en inglés).

La solución era producir un café orgánico y certificado que pudiese escapar de la regulación oficial de precios, lo que había llevado al abandono de cultivos.

Los que aceptaron unirse fueron capacitados en técnicas de mejoramiento agroforestal y sustentabilidad, en el control de plagas mediante la cría y el cultivo de biocontroladores, en la propagación de micorrizas —simbiosis entre un hongo y las raíces de una planta— para mejorar el suelo, la producción de humus y compost, agroforestería para la biodiversidad, administración de pequeños negocios y hasta técnicas para la conservación de alimentos.

Volcar todo este aprendizaje en el campo fue lo que les permitió elevar el rendimiento de dos quintales a siete quintales por hectárea, pero esta vez de calidad premium y aplicando buenas prácticas de cosecha, descerezado, lavado, secado y almacenamiento.

Los cultivos de café han permitido la recuperación de espacios degradados, que se han transformado en refugios para las aves. Foto: Mongabay Latam.Los cultivos de café han permitido la recuperación de espacios degradados, que se han transformado en refugios para las aves. Foto: Mongabay Latam.

El círculo se cerró con el trabajo de otras 35 familias dedicadas al manejo orgánico de los frutales y con la reforestación de suelos degradados.

Desde que comenzó el proyecto, se han sembrado 26 000 plantas de café: 14 000 para sustituir cultivos dañados y 12 000 para establecer nuevos. "El mayor indicador de éxito es el compromiso en la implementación de prácticas orgánicas y amigables con el ambiente", precisa Arrieta, quien no pierde de vista uno de los principales objetivos del proyecto: la generación de "hábitats seguros" para las aves.

Un bosque recuperado genera las condiciones necesarias para recuperar una parte de la biodiversidad perdida. "El efecto positivo de las ventas de café a mejor precio —resalta Arrieta— es un incentivo para recuperar bosques deforestados y convertirlos en bosques de café nuevamente".

El proyecto ha logrado recuperar hasta el momento 248 hectáreas, ha conseguido una certificación "Bird Friendly Coffee" (BFC) en 25 espacios socioproductivos y le queda mucho más por hacer, pues han calculado alrededor de 20 000 hectáreas disponibles en la zona.

"Es un porcentaje muy alto de certificación sin mucho esfuerzo", explicó Árvelo en la presentación de logros en la escuela de La Florida. "Es una gran oportunidad de mercado, porque en cada punto de sombra medido se encontró entre 10 y 18 especies leñosas de más de 10 metros de altura con 80 % de cobertura de hojas".

Durante la presentación de logros del proyecto por el Día del Caficultor y el Día Mundial de las Aves Migratorias, el ornitólogo insistió en la sostenibilidad del proyecto para cuando Provita ya no esté presente en la zona. Ese día también se presentó el Manual de Buenas Prácticas Agroforestales, así como UKafé y Mercafé, iniciativas de apoyo financiero por parte de la Embajada británica y universidades norteamericanas interesadas en investigar el mercado de café en Venezuela.

Chipe trepador (Mniotilta varia). Foto: Germán Correa Jaramillo - Wikipedia.

Chipe trepador (Mniotilta varia). Foto: Germán Correa Jaramillo – Wikipedia.

"En la medida en que estas comunidades sean más prósperas y entiendan mejor el papel que el ecosistema boscoso juega en esa prosperidad, será más fácil la diversificación de su economía hacia rubros que no les son tradicionales como el ecoturismo, pero también el aprovechamiento de especies maderables, la certificación orgánica de frutales y las flores exóticas», añade Arrieta.

"Aves y café" funciona como una estrategia de conservación que combina la sostenibilidad económica con la reconstrucción del tejido social. Esto lleva a involucrar a los niños como futuros guías turísticos para el avistamiento de aves, dándole a los productores un espacio acordado para reunirse y planificar su futuro. Bajo el canto de las aves, rodeado de bosques, se exhiben los resultados de una economía productiva que puede ser amigable con el medio ambiente.

 

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