Un diseño para la transición a través de la comunalización de la educación hecho entre todos y para todos

Lunes, 09/12/2019 03:42 PM

Con la propuesta de la comunalización de la educación, el Frente de Trabajadores de la Enseñanza Samuel Robinson sigue aceptando la invitación que nos hace el filósofo Gaston Bachelar de "ir por el lado en que la razón gusta de estar en peligro”. Ya que el diseño de la comunalización de la educación está hecho para insurgir dirigido a la búsqueda de una manera del quehacer educativo radicalmente nuevo, y concebido para ser un componente fundamental del proyecto de construcción de una nación donde funcione la democracia directa, que necesitamos que nazca con urgencia a pesar de que, corrientes socialreformistas, que accionan al interior de la Revolución Bolivariana, han logrado, por ahora, obstruir su nacimiento.

Nos parece importante recordar lo que en el teatro Municipal de Valencia dijimos recientemente: “La educación en comuna es una idea-fuerza, que se propone convocar y movilizar a "la humanidad pensante", a las organizaciones del poder popular constituyentes y al conjunto de las instituciones del Estado venezolano como a las empresas públicas a que aporten tanto voluntades como recursos disponibles y concentrarnos prioritariamente en conseguir a corto y mediano plazo el siguiente objetivo, desarrollar cinco líneas de investigación para producir conocimiento y transformar la realidad en áreas tan sensibles como son: la producción alimentaria, la producción de medicamentos, la organización y mantenimiento del transporte público de pasajeros y de bienes y servicios, pedagogías alternativas y sostenimiento del sistema eléctrico comunitario. Todo esto bajo el principio pedagógico liberador de crear valores de uso al servicio de todos y todas y en aprendizaje colectivo y ayuda mutua

Una educación en comuna que tampoco escatime esfuerzos en profundizar y ampliar la cultura del bien público y esté siempre vigilante para evitar reproducir la ideología del capitalismo depredador, del "sálvese quien pueda", de la corrupción y la burocracia, flagelos que se inoculan en el ADN de los moralmente débiles. No obstante, contribuya a garantizar la continuidad con pertinencia y calidad del proceso enseñanza/aprendizaje de nuestras niñas, niños y jóvenes".

Planteadas así las cosas, las exigencias entonces son muy claras, para que la comunalización de la educación se haga realidad deberá necesariamente desarrollar e integrar tres herramientas específicas pero sólidamente articuladas. Por un lado, acumular mucha fuerza social popular. De otro lado, demostrar que es portadora de la razón histórica. Y tercero, desplegar una nueva emocionalidad. Lo cual significa que la comunalización de la educación es parte sustancial de la necesaria transformación educativa pero articulada al cambio estructural de la sociedad, la cual se podrá hacer con la participación de una evidente mayoría del pueblo para poder, verdaderamente, extirpar del cuerpo de la sociedad venezolana el tumor maligno del fracasado, subdesarrollado y dependiente régimen del capital, y sustituirlo por un sistema nuevo, de mayor justicia y bienestar.

Dicho en simples y claras líneas, se requiere para que sea viable, construir fuerza territorial/comunal, además de una sólida conciencia de clase de saberse con la razón histórica, potenciada en la emoción de vivir apoyados en la imaginación y la fantasía de poder realizarse un mundo nuevo, tal cual nos lo hacen saber las últimas investigaciones en las neurociencias. En esto consiste en esencia la comunalización de la educación, y no en otra cosa. Porque el problema fundamental a resolver en Venezuela no es otro, sino igual al que ha sido, en todo el desarrollo histórico de la humanidad, o sea, en manos de quién está la propiedad sobre los medios fundamentales para reproducir la vida. Y la educación, o ha servido para ocultar esta verdad o, para dejarla al descubierto.

Si estuviésemos de acuerdo en seguir el curso de este razonamiento, es preciso, además recalcar, que el conocimiento científico y la tecnología hoy son parte de los medios de producción, los cuales, en Venezuela, todavía no son propiedad de la clase trabajadora sino que continúan hegemónicamente siendo propiedad de la clase capitalista, quienes siguen manteniendo el precarísimo trabajo asalariado como fuente de plusvalía productora de pobreza. Y que, en el menos peor de los casos, la propiedad pública está bajo el control de una burocracia estatal, que no permite la comunalización de los bienes de la República y que en tediosos discursos, perfectamente ejercitados, simulan estar haciendo revolución, aunque "por más que se tongoneen, siempre se les ve el bojote". Contrario a todo esto, la comunalización de la educación es un medio de producción social/comunal para reproducir la vida apoyada en los conocimientos y saberes, y lógicamente el uso que de ellos se haga es de propiedad social destinado a satisfacer las necesidades de todo el pueblo.

En otras oportunidades lo hemos escrito y dicho, pero ahora lo vamos a ratificar y repetir con mayor fuerza. Lo que está en crisis en Venezuela, no es el socialismo, porque que éste nunca ha existido por ahora en nuestro país, y lógicamente algo que no ha existido no puede entrar en crisis. Quien diga que en Venezuela se vive en socialismo, o está mintiendo con intenciones inconfesables o, sencillamente está hablando de cosas que no conoce. Pero lo que si anda de mal en peor en Venezuela, arruinando y empobreciendo la vida del pueblo es que sigamos sosteniendo un modo de producción y de vida bajo el yugo del metabolismo del capital en donde tan sólo unos pocos se hacen multimillonarios a costa de empobrecer a todo un pueblo.

En tal sentido, cabe afirmar, que la misión primordial de la comunalización de la educación es contribuir, en el actual contexto venezolano, a recolocar en el orden del día, la lucha por la urgente construcción de la democracia directa, pero dentro de la lógica del mundo del trabajo. Lo que significa, entre otras cosas, la transgresión radical de las relaciones sociales de producción, que en un lenguaje menos técnico significa que el control de los medios de producción, la apropiación de la ciencia y la tecnología para lograr emancipación real, el ejercicio de la planificación democrática de lo que necesitamos producir para vivir, y la distribución equitativa de los bienes y servicios producidos colectivamente, estén en la propias manos de los trabajadores y de todo el pueblo.

Inspirados en este diseño de democracia directa es que estamos llevando a cabo los diplomados en Mecánica automotriz y comunalización del transporte público, Farmacia y terapias alternativas, Mantenimiento del sistema eléctrico comunitario y Agroecología. Cada uno de estos diplomados, surgen como respuestas concretas a las necesidades concretas de las comunidades.

Y es aquí donde con hechos prácticos se inicia la riqueza mágica de la teoría. Para el mes de enero nos hemos propuesto organizar en la Parroquia Miguel Peña un Referendo comunal para consultar a sus habitantes mayores de 15 años, sobre la siguiente pregunta tentativa "¿Está usted de acuerdo en transferirle los autobuses Yutong, que son de propiedad pública a los participantes del diplomado en Mecánica automotriz y comunalización del transporte público, y organizados en la EPS Transcomunal que está llevando a cabo El Frente De Trabajadores de la Enseñanza Samuel Robinson, para reacondicionarlos y que gestionen el sistema de transporte público en el Municipio de Valencia?.

Montados en este desafiante horizonte, postulamos la siguiente tesis: “La comunalización de la educación es el nuevo diseño que corresponde a la transición hacia un estadio superior de la sociedad venezolana, porque pretender transformar la educación dentro de la antigua, pero todavía viva sociedad resquebrajada por la diferencia de clases, significa llanamente, el más cínico reformismo que sólo busca mediatizar las necesarias transformaciones colocando bellos decorados. Entendiendo, además, que sólo mentes conscientemente insubordinadas y apasionadas podrán aplicar el radical diseño de la comunalización de la educación".

Expliquemos de una manera más elegante, lo que este desafío histórico significa, y para hacerlo recurriremos sin dudas y vacilaciones, por un lado, al pensamiento Robinsoniano. De otro lado, a los cumbes y quilombos como territorios de resistencia anticolonialista y ejercicio de justicia y libertad. Y la otra fuente nos la proporciona el asesinado comandante Chávez. Es que hablar de la comunalización de la educación, no nos obliga a tener que salir de nosotros mismos como pueblo para encontrarle su sentido. Al referirnos a ella estamos obligados a hacerlo "Sobre la misma tierra”, para usar el título de una novela de Rómulo Gallegos, que ustedes leyeron en el bachillerato. La comunalización de la educación no puede entenderse sino como síntesis de toda la evolución de nuestra historia sociocultural como nación. O sea, se entiende en relación con una determinada filosofía del movimiento que supone una filosofía del tiempo.

Es un diálogo con el pasado y con lo nuevo del presente. Es diálogo con los conocimientos universales y nacionales. Es diálogo con lo científico, con lo popular y con lo mitológico, que hoy desemboca en la urgente necesidad de dar a luz el modelo de sociedad que los sectores pequeñoburgueses hacen lo imposible para que nunca nazca, nos referimos a la democracia directa comunal. En este sentido, las coordenadas y/o referentes teóricos que orientan y se basa la comunalización de la educación no puede estar mejor fundamentada que en el Simón Rodríguez, el de las Sociedades Americanas.

Que conforme a la expresión del profesor Marco Raúl Mejía puede entenderse que: “Rodríguez Habla de una educación que él denomina como popular y que en sus escritos aparece con tres características. a) Nos hace americanos y no europeos, inventores y no repetidores. b) Educa para que quien lo haga, no sea más siervo de mercaderes y clérigos. c) Hace capaz de un arte u oficio para ganarse la vida por sus propios medios".

Y la otra fuente nutriente proviene de Chávez, aquel Chávez, que dando el «salto cuántico» en su pensamiento, pudo comprender y luego proponer en el 2005, en el Foro de Porto Alegre, en Brasil, la necesidad de ", reinventar el socialismo para salvar a la humanidad".

Es entonces, a Simón Rodríguez ya transformado en el insurgente Samuel Robinson a quien se le ocurrió situarse en la toparquía, o sea, en el lugar histórico y geocultural de los empobrecidos de "Nuestra América", donde la mujer y el hombre realizan su vida cotidiana y por ende elaboran sus saberes y conocimientos. Y a Chávez convencido ya de que el socialismo, haciendo las debidas diferenciaciones con la fracasada experiencia del modelo estalinista, retoma lo esencialmente positivo de la utopía y anuncia desde aquel foro mundial su vigencia para salvar a los pueblos en pleno siglo XXI, tal vez por eso lo mataron, es nuestra hipótesis.

Porque ambos, el uno fabricando velas para alumbrarle el entendimiento a las recientes y divididas Repúblicas, él otro reclamando a cada instante que se apareciera por fin el espíritu de la nueva sociedad comunal. Los dos hicieron de sus vidas, un infierno, tratando de hacer un paraíso la de los demás. Por eso ambos son los progenitores, las dos columnas en las cuales se sustenta nuestra propuesta de la filosofía de la comunalización de la educación como el diseño más pertinente para desarrollar nuestra educación nacional.

Por eso, nos da soberbia, por no decir otra cosa, cuando se le permite a un irresponsable metido a gobernador por accidente, le permiten repito, sustituir la simbología chavista por una basura ideológica. Cualquiera tiene el derecho de estar en desacuerdo con lo que Chávez significa, pero ello no nos puede llevar a agredir y suplantar nuestras valores y referentes nacionales. El ataque de esta bazofia ideológica está dirigido a nuestro código genético cultural. El blanco es nuestra psique colectiva sometiéndola a un bombardeo con antivalores destructores y debilitadores de nuestra voluntad. Diría Chávez, hay algo que huele a azufre en Carabobo. Pero ya el pueblo tendrá la oportunidad de pedir cuentas.

Aun con todo esto, podemos decir entonces, que la comunalización de la educación encierra un paquete de energía transformadora que emerge del vínculo fraterno y solidario entre el cuerpo docente, los estudiantes y la comunidad y que no se puede observar ni comprender usando los viejos y cansados ojos de la ciencia positivista y tampoco sin deslastrarse de todas las concepciones mecanicistas previas. Hay que hacerse de unas lentes transmodernos como lo propone el profesor Dussel. Pues sería un contrasentido histórico en la Venezuela de hoy, mantener el actual modelo educativo y no transitar hacia la comunalización de la educación.

Por supuesto, acá no cabe esperar que la comunalización de la educación pueda hacerse solo a través de un simple deseo, discurso o decreto y acabar con el miedo de pensar de otro modo a como nos han enseñados lo últimos 2500 años de historia contenida en una estructura mental y una cosmovisión occidental de cuatro dimensiones, descritas con precisión, por el profesor José Solano-Alpízar, a saber: antropocéntrica, epistemocéntrica, logocéntrica y falocéntrica. Es evidente, que desafiar estos colonizados hábitos de comprensión será entonces resultado de una insurrección de la conciencia. Para decirlo más sencillamente, el asunto consiste en atreverse a comenzar ya a pensar la educación desde la comunalidad.

La comunalización de la educación, en este sentido, para que sea coherente, debe partir por defender los logros proporcionados a los pobres por las misiones en la Revolución Bolivariana con Chávez y el pueblo organizado al frente.

Precisamente en este punto es donde debemos declarar el inmenso y estratégico papel que debe jugar el cuerpo docente. Las resistentes y admirables maestras y maestros venezolanos y me estoy refiriendo también al conjunto de todas las profesiones y oficios porque en el FTESR todos somos docentes y en consecuencia tenemos la ineludible responsabilidad, si de verdad queremos ser hombres y mujeres libres, tenemos la tarea de dejar al desnudo la naturaleza colonial, capitalista, explotadora e injusta de las viejas instituciones del poder constituido. Pero, además de demostrarlo, disponernos sin pedir permiso a nadie, sino a nosotros mismos como pueblo, a derribar esas injustas instituciones al servicio de la servidumbre del trabajo asalariado capitalista, y en su lugar diseñemos una lógica social, pedagógica, cultural, institucionalmente distintas mejor y un poco más justas.

Para ello hay que erradicar, la disociación entre la teoría y la praxis, entre los valores que decimos tener y nuestro comportamiento cotidiano, tan habitual en nuestra cultura ¿Será que sólo con discursos, diplomados y cursos podremos eliminar el espíritu de competición que nos ha inculcado por siglos el capitalismo y sustituirlo por la cooperación y la ayuda mutua, o dejar el hábito por demás aburrido en la escuela de transmitir y consumir pasivamente información, y en su lugar promover el hábito dinámico y alegre de aprender y enseñar investigando?.

Para aquellos espíritus amurallados en los altares del neopositivismo, habituados a percibir la realidad de forma fragmentada, organizada en jerarquías en vez de escalas de complejidad y cooperación, la comunalización de la educación es una herejía que debe ser sacrificada en la hoguera. Sin embargo, la realidad es testaruda y al contrario demuestra que es en la interacción, en la complementariedad con elevados niveles de calidad entre los distintos actores intervinientes en el proceso de la enseñanza aprendizaje, los estudiantes, los docentes y la comunidad conectados con la naturaleza y en el proceso de construcción colectiva y necesaria del conocimiento es donde se halla, gran parte, de la solución de nuestros problemas como sociedad en crisis histórica

En las comunidades, debe renacer el ímpetu para pensar, crear, producir y compartir nuevos modos de enseñar y sobre todo nuevas formas de aprender juntos. La comunalización de la educación en nuestro caso, y en esto tenemos el derecho de ser intransigentes y no hacerle concesiones a nadie, es realizar los deseos de la Venezuela socialista posible, viable y con el firme propósito de producir la base material y espiritual necesaria para edificar una vida buena y mejor.

Ahí está la razón, cuando en el encuentro que sostuvimos en el teatro planteábamos con vehemencia: “Hay que construir pues soluciones en el campo de la alimentación y la agroindustria, en la fabricación de los medicamentos, de los instrumentos médicos, en el mantenimiento y la distribución de la energía eléctrica y la producción de fuentes alternativas. Que se realicen investigaciones en biotecnología y sistemas cibernéticos como en inteligencia artificial, en la conservación del agua dulce y de los bosques, en el desarrollo de la metalmecánica, del transporte público, de las telecomunicaciones. Pero que se fabriquen también el calzado y la ropa escolar, el cuaderno, los libros y lápices. Y todo esto estamos ya en capacidad de llevarlo a cabo.

Y así llegamos al fondo de la cuestión, sosteniendo la hipótesis, que la puesta en práctica de la comunalización de la educación precipitaría un conjunto de eventos que darían como resultado la liberación de imposiciones epistemocéntricas y estorbos coloniales que han tenido prisioneras nuestras mentes y también nuestra voluntad, y dejaríamos así de mirarnos con los ojos de nuestros propios verdugos. Ese coloniaje mental y al mismo tiempo emocional ha impedido, hasta ahora, que no hayamos podido emanciparnos de la lógica del capital para así poder elaborar nuestro propio diseño de destino histórico. Y la comunalización de la educación es la ruta para derrumbar esas cavernas del espíritu.


 

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