Reflexiones sobre la intervención en el Área de Interés Histórica de Cumaná

La Misión Venezuela Bella desperdició suelo urbano, jugó a construir un pasado en el presente, permitió construcciones falsas y propuso destruir edificios reales… ¡

Jueves, 04/07/2019 10:28 AM

  • El problema no pareciera teórico sino uno donde se rompe cualquier continuidad histórica impidiendo valores que conserven la memoria urbana.

"[…] la polis, propiamente hablando, no es la ciudad-estado en su situación física; es la organización de la gente tal como surge de actuar y hablar juntos, y su verdadero espacio se extiende entre las personas que viven juntas para este propósito, sin importar donde […]".

Este paisaje de Hanna Arendt, es capaz de distraer encantadores de serpientes: el Área de Interés Histórica de Cumaná, a partir de donde la ciudad primigenia se desarrolla y crece de manera lineal. Desde allí parte la otrora Calle Larga del tranvía, esa que enmarcó la puesta en escena de los desarrollos posteriores del siglo XIX y que, también hoy, se mantiene como huella indeleble, en constante forcejeo, haciendo frente a los embates de los programas de mantenimiento y re-urbanización de la Misión Venezuela Bella, y a través de cuya lectura es posible reconocer e imaginar la ciudad de ayer.

Los límites de la ciudad compacta devienen, concéntricamente, a la suerte del surgimiento de servicios y equipamientos urbanos que valorizan verdaderos centros de convivencia ciudadana. La Plaza Bolívar, elemento emblemático que se consolida en 1930, con su pléyade de referencias contextuales remotas y actuales (históricas, formales, espaciales, artísticas, vivenciales, ambientales…) que, en su interpretación, permiten recrear el ámbito urbano del futuro pues en ellos se articulan los símbolos de la ciudad de Cumaná, como auténtico articulador de la estructura urbana global, que define su centro de gravedad y cuyo mayor aporte es haberse constituido en generatriz de la "consciencia" de la existencia del espacio público.

La traza de esta estructura define nuevas formas de crecimiento constante y anticipa la cultura de la ciudad del doble emplazamiento: la primera, el Área de Interés Histórica de Cumaná, cuyo inicios se remonta a la fundación española del siglo XVI, caracterizada por las edificaciones continuas y tejido compacto; y, la segunda, el "ensanche" del caserío de Altagracia de Cumaná del siglo XIX. Cada uno de estos fragmentos urbanos con una organización, un paisaje arquitectónico y unos lugares con una población característica.

A medida que avanzó la celebración de los 500 años de Cumaná, la estética tradicional perdió autoridad y la arquitectura avanzó por senderos de modernidad. Asi, las viviendas continuas de la ciudad fundacional, ordenada por la cuadricula española, muchas de las cuales permanecen, aunque en ruinas, conjuntamente con las edificaciones construidas más tarde para alojar servicios e infraestructuras, conservan también su rol de soporte de la dinámica actividad que persiste en un Área de Interés Histórico caracterizado por la coexistencia de la ciudad del pasado.

Pero es allí, en esa sincronía, precisamente, donde subyace una crítica silente que reprocha el olvido y evoca con añoranza ausencias eclipsadas y detenidas en el tiempo. Fragmentos de la ciudad que dejó de existir; sin embargo, a pesar de ser ignorada, su espectro brilla pues la fuerza de su espíritu es capaz de reflejar que el espacio conformado, aún en su destierro, encierra la soledad de un vacío y cobija las esencias que comparten su abandono.

De allí que la imagen que nos revela es la de la ciudad que juega aprendiendo a ser metrópolis, con su espíritu y alma negados a las trasmutaciones que la globalización se empeña en imponer, con la elocuente afectividad que la alegría de vivir irradia al ritmo del transcurrir provinciano; pero, paradójicamente, con una férrea tenacidad de realización y progreso, cuyo enigma seduce al cura jesuita Dr. Alexandre Castro a entrometerse haciéndose colaborador de los embates de los programas de mantenimiento y re-urbanización de la Misión Venezuela Bella.

Las visiones teóricas del urbanismo funcionalista, aplicadas en el sector Santa Inés de Cumaná, dejó como consecuencia el fracaso de las utopías futuristas y científicas aplicadas al nuevo mundo; estas teorías en un contexto geopolítico tan solo dejaron una cicatriz profunda en el tejido urbano compacto del área de interés histórico de la ciudad de Cumaná y la perdida de continuidad ambiental en todas las ramas de la ciencia, han borrado la memoria del lugar; el aislamiento teórico del modernismo, despreciando la historia local, se ha consumado. Esta nueva herida, llamada Paseo Santa Inés o Monumento a los Caídos de Cantaura, anima la poca modestia de las típicas intervenciones monumentales funcionalistas, intentando un proyecto que ordenaría la abigarrada ciudad colonial y a partir de muy pocos gestos arquitectónicos se encontró sin desearlo con elementos adversos: el contexto histórico.

Este solo elemento puede considerase clave para entender el fracaso de las posiciones teóricas-estética sugeridas por Robert Venturi y como consecuencia de estos olvidos se perdió la escala y el ambiente humano dentro del contexto urbano que apenas podía mostrar algún patrón o tipo a identificar. En un primer momento, nuestra búsqueda se convirtió en un laberinto estético y nuestro primer hilo de Ariadna fue no dar por sentado lo que el derecho es. El eje del que partimos entonces es comprender que los trabajos teóricos de las Vegas de Venturi, desde la estética del Pop-art y los lugares del ocio, interpreta el ambiente de esas ciudades que nacen del otro lado del Atlántico europeo y van tomando una visión, libre del peso de la historia que existía en las ciudades europeas.

El urbanismo de enfoque morfológico, con su moda de intervenciones puntuales y escenográficas sin visión de sostenibilidad en el tiempo, no logró superar la crisis formal, ambiental y social que ahí se había generado; pareciera ser un fenómeno local en el empeño sistemático, por parte de los actores con poder para intervenir y transformar físicamente la ciudad, en borrar toda memoria histórica. Es difícil no caer en los infinitos caminos de las respuestas parciales e inmediatas, necesarias para aquellos cuyo tiempo de acción está limitado a mantenerse en el poder. Para los gerentes de la ciudad no importa si la obra es efímera o eterna, ajustada a la realidad o descabellada, acorde con la estética conocida o por identificar, sus problemas se limitan a dar una imagen para la supervivencia en la dirección de la ciudad o región.

El problema no pareciera teórico sino uno donde se rompe cualquier continuidad histórica, ni pensar que se construye con coherencia en nuestro contexto, impidiendo valores que conserven la memoria urbana: la Misión Venezuela Bella desperdició suelo urbano, jugó a construir un pasado en el presente, permitió construcciones falsas y propuso destruir edificios reales.

¡Que se abran cien flores y florezcan cien escuelas de pensamiento… ¡

 

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