"La frontera es la parte más sensible de un país y en ella nace la Patria".
(El autor)
En días recientes a raíz de un viaje que hicimos a nuestro lar nativo (La Grita) por época de Navidad, escribimos una crónica inspirada en las vivencias del citado viaje para varios medios de comunicación del país.
Hoy nuevamente abordamos el tema y esta vez lo hacemos motivados por una conversación que sostuvimos con el paisano Germán Daniel Rangel, productor del programa radial "Cosas y casos de mi pueblo" que se transmite todos los domingos (cuando hay luz) por la emisora Griteña FM, ubicada en la capital del Municipio Jáuregui del estado Táchira.
Muchos fueron los tópicos que abordamos en una amplia conversación, la cual se paseó por aspectos históricos de la América Latina y en algunos comentarios del productor del programa, a quien le escuchamos disertar toda una cátedra de historia, desde los antecedentes históricos de los andinos en el poder con la Revolución Restauradora de Cipriano Castro (mayo de 1899), hasta la llegada al poder de Juan Vicente Gómez, el hijo de "La Mulera" de Rubio, quien acabó con las montoneras y unificó al país.
Todo este acentuado comentario nos remontó a la ferviente defensa de la "tachiraneidad" plasmada en sus libros por el recordado historiador y paisano Ramón J. Velásquez.
Sobre este término quedan los registros de interminables conferencias y foros realizados en recintos universitarios del país y en especial, en la conocida como "Ciudad de la Cordialidad", la capital tachirense ciudad de San Cristóbal.
No hay duda del sentimiento profundo y la conciencia del sentir venezolano, desde el mismo momento del nacimiento de la República de Venezuela en 1830 y que mantuvo los vínculos de una auténtica hermandad con el pueblo neogranadino, arropado por el espíritu de la Gran Colombia, sueño de Bolívar que fue enterrado por el fantasma separatista de José Antonio Páez y Francisco de Paula Santander.
Pero muy a profundidad y acorde con las raíces de ese pueblo se configuró en esta zona del occidente venezolano, una zona histórica que abarcaba todos los territorios de la Capitanía General de Venezuela.
Los sentimientos y la mentalidad que inspiró a todos los conocidos pueblos andinos, identificados hoy como los estados Táchira, Mérida y Trujillo, también inspiró a los pueblos llaneros concentrados en los estados fronterizos de Apure y Barinas, junto al amplio estado Zulia, bañado por las aguas del Lago de Maracaibo. Todos ellos conformaron una auténtica identidad venezolana.
Los antecedentes históricos hablan de estas tierras como la Provincia del Espíritu Santo de La Grita, la cual tenía su Gobernación con Francisco de Cáceres a la cabeza y abarcaba las tierras de Mérida, Zulia y parte de Trujillo. Años más tarde se convertirían también en nuevas Provincias y tendrían sus propias gobernaciones.
Así surgió también la Provincia del Táchira, la cual tendría a San Cristóbal como cabeza de Gobernación y formada con unas relaciones muy estrechas con la vecina población de Cúcuta en la Nueva Granada.
Los tiempos han determinado el devenir histórico de los pueblos y sus propios espacios y territorios. Las fronteras sólo demarcan caminos y territorios por encima de las relaciones económicas y culturales.
En las actuales circunstancias muchas raíces y fundamentos de la nacionalidad venezolana se quisieran borrar o apartar de un plumazo, gracias a una dinámica política y económica; así como también, por una estrategia de manos peludas las cuales pretenden separar a los pueblos, gracias a una inspiración de apetitos bélicos y geopolíticos ocultos.
Es ante estos fantasmas que debemos despertar el verdadero espíritu de la tachiraneidad, categoría más que filosófica que define sentimientos y espacios geográficos, bien concebidos, por encima de los apetitos y de la ignorancia de mediocres estadistas, confundidos por su ceguera histórica y miopía diplomática.
En los espacios fronterizos de hoy, más allá de los lazos históricos, se tejen intereses ya no inspirados en los estados o naciones o en la visión de políticos nacidos al calor de sus pueblos ¡no!.
La desfiguración de la política se ha trastocado y disminuido al compás de líderes nacidos, no para gobernar como estadistas sino como simples capos, puestos a dedo por la mano peluda del imperio y para obedecer a sus intereses geopolíticos.
Los títeres que hoy quieren marcar la pauta y no miran más allá de sus ombligos, se enredan en su tozudez y en la torpeza de su ignorancia. La llegada de la Revolución Bolivariana con el Comandante Chávez a la cabeza abrió un compás en las relaciones fronterizas entre Venezuela y Colombia que hoy marcan otro horizonte.
En el caso de la frontera del Táchira con Colombia debemos establecer una estrategia de Estado, más allá del pragmatismo de los ignorantes de turno que hoy desprecian al propio pueblo colombiano.
El poco apego por lo nuestro y la desmoralización del pueblo venezolano en la frontera, hoy reclama un nuevo orden y un renacer de la auténtica moral y de los verdaderos valores éticos.
No podemos dejar a la deriva a nuestro pueblo venezolano en las fronteras. Y mucho menos ponerlo en manos de mafias y bandoleros quienes han echado raíces en la Casa de Nariño. El narcotráfico, el contrabando de la gasolina, el paramilitarismo y la trata de blancas es algo muy serio, para dejarlo crecer en nuestras narices.
La circulación de la moneda colombiana no es un chiste para dejarlo pasar alegremente y ponerlo al boleo y sin control, para que destruya nuestra economía. El patrón cultural que pareciera esconder una ingenuidad premeditada, puede ser fatal a la hora de evaluar los parámetros culturales que destruyen nuestro futuro inmediato.
Ha llegado la hora de salvar al Táchira y a todos los demás estados fronterizos de nuestro país que reclaman algo más que un simple protector. En las fronteras de Venezuela se está definiendo el destino de la Nación y en honor a las palabras del propio Comandante Chávez, se está definiendo el futuro de la Patria.
Es por ello que estamos alerta y como tachirenses más que preocupados, estamos clamando por una auténtica protección del Táchira y pedimos al Santo Cristo de La Grita, que ojalá no sea demasiado tarde para reaccionar...
¡Vamos llegó la hora de salvar al Táchira de la mafia colombiana!
¡Amanecerá y veremos!