Mérida recuperó sus nevadas gracias a la cuarentena social venezolana

Lunes, 20/07/2020 09:31 AM

En la capital del estado Mérida de Venezuela, todos los ciudadanos hablan sobre la insólita temporada de frío que viene experimentando el municipio Libertador, y aunque los tapabocas han dejado sin palabras de alientos a millones de venezolanos, pues nosotros hoy vamos a demostrar que la divina creación de Dios, no se queda callada cuando quiere generar conciencia ambiental en la mente del pueblo.

Los abuelos y las abuelas del mencionado estado andino, se encuentran muy contentos y muy contentas, porque el constante frío en la ciudad merideña, la intensa neblina de amor en las calles, y las nevadas en los páramos que blanquean hasta el mediodía del astro rey, están haciendo que Mérida recupere su helada y verdadera identidad ambiental, que durante el siglo XXI se estaba derritiendo como un iceberg a la deriva, y que se estaba perdiendo en la inmensidad de sus frailejones, por culpa de la persistente crisis ecológica global.

No hay duda que el legendario frío del estado Mérida estaba quemándose y extinguiéndose, como el litro de gasolina que consume un automóvil, y que por tantas millas recorridas para salir del tráfico y para llegar a la industria, pues al final, el sagrado motor que producía el frío se cansó, se consumió y se detuvo.

Después del primer trimestre del año 2020, la ciudad de Mérida estaba atravesando una de las épocas climáticas más calurosas, jamás registrada en su historia ambiental moderna, por lo que las altas temperaturas que incrementaron la fatigante sensación térmica, obligaron a que muchos habitantes merideños, tuvieran que hacer sacrificios económicos para comprar ventiladores y aires acondicionados, en aras de resistir la intensa ola de calor que estuvo molestando a los merideños durante los meses de enero, febrero y marzo del año 2020.

Un informe meteorológico puede darte grados, cifras, datos y estadísticas del tiempo climático venezolano, pero aunque desde las nubes todo se analiza con los dígitos de una robótica y mentirosa computadora, pues desde las calles venezolanas, realmente se puede sentir el clima palpitado en el terciopelo de nuestra geografía bolivariana, y por eso afirmamos, que la histórica ola de calor que azotó al estado Mérida durante el primer trimestre del año 2020, fue una verdadera calamidad para el pueblo de la capital merideña, que en términos climáticos, se estaba convirtiendo en el sudoroso pueblo de la capital zuliana.

Pero la historia climática llena de calor en el estado Mérida, dio un friolento giro de 360 grados durante los meses de junio y julio del año 2020, cuando naturalmente el frío volvió a sentirse en el despejado ambiente merideño, y aunque muchos ciudadanos pensaron que el frío desaparecería en cuestión de días, pues la verdad es que hasta el momento de escribir el presente artículo de opinión, Mérida lleva dos meses enfriando todos los días, a los atónitos cerebros de los atónitos habitantes merideños, quienes consideran un auténtico milagro divino que el clima frío siga manteniéndose en las calles, en las casas, en las montañas, en los cementerios, en los pies, y en las plazas del estado Mérida.

Chaquetas, bufandas, suéteres, pasamontañas y calcetines bien ajustados, ya no son las típicas vestimentas de los estrafalarios turistas, que viajan y llegan por primera vez al estado Mérida, pues ahora son los mismísimos ciudadanos merideños, quienes se han visto forzados a usar los abrigos en pleno casco central merideño, así como también el café ha vuelto a ser el protagonista de las mañanas y de las noches andinas, porque aunque debido al calor, los merideños estaban cambiando al café por una helada y espumosa cerveza, pues ahora por la fuerte ola de frío, los merideños han rescatado el legado y el sabor de sus cafés.

Mérida lleva 60 días presumiendo de su gran frío de antaño, lo cual también nos demuestra, como la cultura y la ecología pueden llegar a congeniar socialmente, si el Hombre respeta los recursos naturales del entorno biofísico circundante.

Los pajaritos merideños trinan y vuelven a trinar en el estado Mérida, porque las criaturitas de Dios sienten la pureza del frío espiritual que se respira en el Medio Ambiente, y hasta las cinco águilas blancas ahora vuelan por lo bajito, y juegan sin temor con los osos frontinos y con el valiente perro Nevado, porque ya no hay fumatas de cigarrillos intoxicando con nicotina a nuestro tricolor patrio.

Y quién sabe si hasta el injustamente olvidado y extinto Cóndor Andino, se deja hechizar por la paz ambiental que actualmente impera en los aires merideños, y tal vez sus alas en blanco y negro, renazcan del ecocidio que sufrió en el siglo XX, para que el Cóndor Andino perdone a sus verdugos, y vuelva a lucir el azulado color de la libertad, por los cielos andinos venezolanos del siglo XXI.

Yo creo que muchísimos compatriotas venezolanos, se están preguntando qué fue lo que pasó en el estado Mérida, para que el violento calor que resistió durante el primer trimestre del año 2020, se transformara en una constante temporada de frío, durante los meses de junio y julio del mismo año 2020.

Presentamos algunas interrogantes, para que usted aplique la comprensión lectora.

¿Por qué el estado Mérida recuperó la naturalidad de su típico frío andino?

¿Por qué los ancianos merideños sienten que están viviendo una segunda juventud en sus vidas, gracias al frío que ellos pensaron que jamás volverían a sentir en sus cuerpos?

¿Por qué en términos ambientales, la fría Mérida se siente tan alegre y tan rozagante?

Tal vez muchos hermanos adjudicarían el insólito frío merideño, a la presencia de simples fenómenos meteorológicos como la lluvia, pero aunque han existido precipitaciones fluviales en los meses de junio y julio del año 2020, no han sido lluvias constantes al cabo de dos meses, y de hecho, cuando han concluido las lluvias en la capital merideña, y los calurosos rayos del sol han querido volver a encolerizar el ambiente del estado Mérida, pues nuevamente, la fuerza natural de la Madre Tierra bloquea la intensidad de los rayos del sol, y sigue permitiendo que Mérida siga manteniendo un clima frío dentro del municipio Libertador.

Entonces nos seguimos preguntando: ¿Por qué Mérida ha recuperado esa fría estampa turística, que se estaba perdiendo y olvidando en Venezuela?

Aunque el título de mi artículo ya reveló a la santísima respuesta, pues yo creo que es importante reflexionar holísticamente, sobre el motivo por el cual el estado venezolano llamado Mérida, ha recuperado naturalmente su santo frío.

Sí mis hermanos, gracias a la saludable cuarentena social decretada por el gobierno revolucionario de Venezuela, para frenar el contagio por el globalmente pandémico COVID-19, pues hemos visto que el panorama ecológico venezolano, ha resurgido de las cenizas como el vuelo del Ave Fénix.

No hay duda que la cuarentena social en el territorio de Venezuela, y la extensión de las restricciones viales y sociales para evitar nuevos brotes del llamado Corona Virus, han permitido que la Madre Tierra recupere su perfecto equilibrio ecológico, debido a que en Venezuela ha disminuido drásticamente el nivel de contaminación ambiental, que todos los días se encargaba de enfermar a nuestra Pachamama, quien como buena madre, sabe perdonar los pecados de su pueblo.

La gran disminución del tráfico automotor venezolano, debido a las prohibiciones viales gubernamentales, que impidieron que los conductores venezolanos se trasladaran de un municipio a otro municipio, ciudad o estado del territorio venezolano, en aras de evitar que el Corona Virus se propagara en las calles de Venezuela, fue una drástica pero necesaria medida que ayudó a que los ecosistemas venezolanos, fueran recuperando las bellezas de sus mágicos tesoros naturales, porque en la Semana Santa del año 2020, los millones de venezolanos no pudieron salir de vacaciones ni a las playas, ni a las montañas, ni a las sabanas, ni a los campos ni a los parques, por lo que obviamente, hubo una enorme disminución de la contaminación ambiental en Venezuela, pues los turistas no pudieron envenenar con desechos sólidos a nuestras localidades.

Sabemos que la gran disminución del tráfico automotor venezolano, debido a la cuarentena social en el país por el COVID-19, y debido a la falta de gasolina para abastecer de combustible a los vehículos venezolanos, ayudó a mejorar el equilibrio ecológico de nuestro bolivariano Medio Ambiente, pero también las precauciones sanitarias impuestas por el gobierno venezolano para evitar el contagio por el COVID-19, ayudaron a que el reloj biológico de la Pachamama, pudiera recobrar las benditas manecillas de limpieza ambiental, que purificaron árboles, lagunas, playas, valles y ríos venezolanos, que por la suciedad de los venezolanos se hallaban contaminados.

De hecho, cuando ha llegado el ocaso del sol para ponerle punto final a la tarde merideña, ha sido el momento cuando con mayor claridad, hemos sentido la purificación del ambiente en la capital merideña.

Antes de la cuarentena social, a las seis de la tarde, todavía se sentía el calor producido por los últimos rayos de un fuerte sol vespertino, que seguía acalorando al agitado firmamento del cielo merideño.

Después de la cuarentena social, a las seis de la tarde, los últimos rayos del sol no generan el fuerte calor de otrora, y se empieza a sentir un seductor friíto, que anteriormente solo se sentía, ya bien entrada la madrugada en la capital merideña.

Las seis de la tarde siempre ha sido en Venezuela, una agresiva hora llena de estrés social en las calles, por el embotellamiento vehicular que siempre se produce frente a los semáforos, y por las unidades del transporte público que se llenan de gente ansiosa por regresar a sus casas después de trabajar, lo cual genera picos de contaminación del aire por culpa de las emisiones de gases nocivos para el Ambiente, que incluso, quedan retenidos en el aire por tiempo indefinido, ya que la polución es un vicio que se repite a diario en nuestro país.

La disminución de la temperatura en el estado Mérida, fue la consecuencia de la gran disminución del tráfico en las congestionadas autopistas merideñas, y por ende, la disminución de la contaminación del aire, permitió que los gases tóxicos no obstaculizaran al ambiente, y permitió que el frío otra vez se sintiera en el entorno merideño, gracias a la cuarentena social por el pandémico COVID-19.

A las seis de la tarde en el estado Mérida, ya no se escuchaban ni las infernales cornetas ni las infernales alarmas de los carros. Gracias a la cuarentena social, a las seis de la tarde en el estado Mérida, se escuchaban los ladridos de los perros, el eco de la montaña y la voz de Dios, por lo que el frío de Mérida otra vez quiso ser escuchado, y otra vez quiso ser sentido por los habitantes merideños.

Aunque Venezuela quedó socialmente paralizada por la mala suerte del Corona Virus, y aunque las restricciones de actividades escolares, laborales, comerciales, bancarias y recreacionales, han generado brotes de ansiedad colectiva en gran parte de la ciudadanía venezolana, pues al mismo tiempo, la Pachamama quedó ecológicamente dinamizada por la buena suerte del Corona Virus, y mientras los venezolanos se sentían presos en las cuatro paredes de sus viviendas, pues la Pachamama se sentía libre en la libertad de sus cuatro vientos.

Por las virulentas ironías de la vida, mientras los venezolanos hemos tenido que usar obligatoriamente, los famosos tapabocas para evitar infectarnos por COVID-19, pues paralelamente, la venezolana Pachamama ha sabido aprovechar positivamente la cuarentena social en nuestro país, para volver a respirar libremente y sin miedo desde Maracaibo y hasta Tucupita, para poder regenerarse de los pies a la cabeza, para que su biodiversidad vuelva a florecer tan verde como una iguana, y para que sus recursos naturales vuelvan a sonreír sin dióxido de carbono en sus bocas.

Mérida ha vuelto a inhalar y a exhalar, Mérida ha recuperado su encantador frío.

Si la hora del costoso reloj metalizado de Venezuela, algún día coincide con la hora del humilde reloj biológico de Mérida, entonces la hora del presente de la Tierra, coincidirá con la hora del futuro de nuestra Humanidad.

La cuarentena social venezolana fue 100% oxígeno puro para nuestra venezolanísima Madre Tierra, lo cual nos demuestra que sin la permanente y perversa intromisión del Ser Humano dentro del Medio Ambiente, pues la Naturaleza recupera su perfecto equilibrio ecológico, porque en sus aguas ya no hay infinitos derrames petroleros, porque en sus bosques ya no hay la indiscriminada tala de árboles para expandir la frontera agrícola, porque en sus llanuras ya no hay genocidas sembradíos transgénicos, porque en sus selvas ya no hay trampas para la caza furtiva de animales exóticos, porque en sus calles ya no hay toneladas de basura mundana destruyendo la capa vegetal, porque en sus montañas ya no hay tarjetas de créditos colgadas en los adinerados teleféricos, y porque en su vida ya no yace un terrible diablo llamado Ser Humano.

Mérida fue el estado venezolano donde más fácilmente se pudo observar y sentir, el impacto ambiental positivo de la cuarentena social de Venezuela. Tal vez si usted vive en Zulia, Monagas, Lara o Anzoátegui, no pudo visualizar grandes cambios ambientales en el iris de esa región venezolana, porque en la mayoría de los estados venezolanos, impera el merenguero clima tropical propio del timbalero Caribe, que siempre suda y se humedece por tanto fuego trigueño.

Pero debido a las invernales condiciones climáticas andinas del estado Mérida, pues es realmente sorprendente observar como una imposición gubernamental, que no devino por la sana voluntad del pueblo venezolano, y que incluso, fue criticada por acérrimos opositores al ecosocialismo de Venezuela, pues terminó generando un gran clima de respeto ambiental a lo largo y ancho de la Cordillera de los Andes, siendo un clima de libertad ambiental que tal vez nadie imaginaba que sucedería, como resultado de las ordenanzas regionales y de las prohibiciones emanadas del Ejecutivo Nacional por el letal COVID-19.

Yo me siento afortunado por ser testigo y también por ser cronista del rejuvenecido frío, que lleva exhibiendo desde hace dos meses el turístico estado Mérida, gracias a las restricciones viales, gracias a las precauciones sanitarias, gracias a las suspensiones escolares, y gracias a las limitaciones laborales, que se impusieron en Venezuela por amor a la preservación de la vida humana, y por amor al eterno Quinto Objetivo Histórico del eterno Plan de la Patria, que aunque muchos compatriotas venezolanos olvidaron por culpa de la eterna politiquería venezolana, pues nosotros seguiremos recordando por amor a Gaia.

El ejemplo venezolano de regeneración ambiental que vimos en el estado Mérida, es una luz de esperanza para otras ciudades tanto venezolanas como latinoamericanas, que han perdido las condiciones ecológicamente naturales de sus geografías, por culpa de la continua industrialización del Medio Ambiente.

Pensando ecológicamente, ojalá y el Ser Humano desapareciera de la faz de la Tierra, para que la creación de Dios borrara el pecado y recuperara eternamente la sonrisa de su arcoíris. Pero el Ser Humano es egoísta, es terco, y es adicto a la guerra entre naciones adictas a las guerras, por lo que la Humanidad siempre superará todas las pandemias de la vida, para seguir destruyendo todos los recursos naturales creados y bendecidos por Dios, mientras no se cansa de lanzar bombas por mar, por aire y por tierra, para matar a todos los ángeles de Jehová.

Pensando cristianamente, ojalá y todos los Seres Humanos aprendiéramos a respetar la salud del trinomio Hombre-Medio-Sociedad, para que el Hombre pueda vivir en comunión con Dios mientras trabaja de sol a sol en su ciudad, para que su Medio Ambiente se encuentre armónicamente higienizado por el bien común, y para que la Sociedad evolucione como una civilización que convive en santísima paz, y que siempre respeta a la divina génesis que nos regaló Dios.

Ahora es tiempo de responder a la pregunta de la gran manzana verde:

¿Por qué el estado Mérida recuperó la naturalidad de su típico frío andino?

El estado Mérida recuperó la naturalidad de su típico frío andino, a partir del mes de junio del año 2020, porque durante el segundo trimestre del año 2020, el gobierno revolucionario venezolano ya había decretado una cuarentena social en todo el territorio, para evitar el contagio del pandémico Corona Virus, lo cual disminuyó drásticamente la contaminación ambiental en la capital del estado Mérida, pues fueron prohibidas las actividades industriales, laborales, escolares, recreativas y sociales, que permanentemente generaban terribles focos de degradación ambiental en la atmósfera de los andes venezolanos, siendo la cuarentena social una gran ayuda para regenerar el equilibrio ecológico de los ecosistemas andinos, por lo que el Medio Ambiente del estado Mérida recuperó sus auténticas condiciones climáticas, debido a que disminuyó en gran medida, la irresponsable intervención del Hombre en sus fotogénicos paisajes verdes.

La cuarentena social ayudó a que Venezuela redujera naturalmente los efectos negativos del Cambio Climático, del Calentamiento Global y del Efecto Invernadero, pues se disminuyó la quema de combustibles fósiles en todo el territorio venezolano, así como también disminuyó el smog en las autopistas bolivarianas, porque se redujo el colapso ambiental ocasionado por las unidades del transporte público como los autobuses, las busetas y los carritos por puesto, que en estados venezolanos como Mérida y Zulia, son culpables de mantener el alérgico humo de la toxicidad en sus ciudades y en sus comunidades, por lo que la cuarentena social erradicó sustancialmente la crisis ambiental venezolana.

Ojalá y se le pusiera un tapaboca al tubo de escape de cada vehículo del transporte público venezolano, porque entre la alta toxicidad ambiental de los autobuses y el escándalo de los enfurecidos motores de las motocicletas, pues los venezolanos cada vez que salen a las calles terminan enfermándose, y los venezolanos regresan a sus casas con problemas respiratorios e inflamaciones auditivas, por lo que los tapabocas deberían ser usados por siempre en el país.

Pero nada es para siempre en la vida, y todos sabemos que cuando los muchachos merideños regresen a los colegios y a las universidades, cuando la gente merideña vuelva a hacer las interminables colas en los supermercados, en los bancos y en las gasolineras, cuando el alto tráfico vehicular vuelva a generar el caos en los semáforos, cuando las motocicletas gochas vuelvan a enloquecer a los tímpanos gochos, cuando los carros discotecas otra vez molesten al prójimo con el reguetón, con las rancheras y con los vallenatos, y cuando el ciudadano merideño recupere su antiecológico modo de vida, pues toda Venezuela volverá a recibir el impacto ambiental negativo de un entorno diariamente polucionado.

Cuando la pandemia del 2020 se convierta en un salsero periódico de ayer, que ningún venezolano querrá leer por su propia voluntad, pues todos sabremos que las grandiosas nubes negras llenas de la industrialización, del ecocidio y de la perversión ambiental, van a volver a brillar en todas las regiones de Venezuela, más sin embargo, yo creo que fue una genuina experiencia maravillosa, haber podido observar con mis ojos y haber podido sentir emocionalmente, como la Madre Tierra realmente es capaz de auto-regenerarse en tiempo récord, si nosotros los Seres Humanos dejamos de saturar sus pulmones, dejamos de sobreexplotar sus recursos naturales, y dejamos de contaminar sus ecosistemas.

Mérida recuperó su hermosa sonrisa y recuperó sus angelicales nevadas, pero no fue gracias a la consumista Navidad del capitalismo salvaje. Mérida recuperó su glorioso frío, gracias a la cuarentena social del ecosocialismo venezolano.

James Lovelock siempre tuvo la razón con su Hipótesis Gaia, y gracias a la cuarentena social en Venezuela durante el año 2020, pues los venezolanos pudimos comprobar en el estado Mérida, que ciertamente nuestro planeta Tierra es un holístico ser vivo que siempre busca recuperar su estado ecológicamente óptimo, aunque las adversas condiciones ambientales pongan en riesgo su supervivencia.

Es cierto mi querido hermano Lovelock, el sensible planeta Tierra funciona como un gran organismo que aunque se enferme por culpa del Hombre, siempre buscará la manera de recuperar naturalmente su salud, y con la cuarentena social en Venezuela producto del pandémico COVID-19, se demostró que si reducimos la contaminación ambiental en las ciudades, y si permitimos que el Medio Ambiente respire y se purifique sin la contaminante intromisión humana, pues veremos que la Madre Tierra, como un ser vivo logrará desintoxicarse y regenerarse, siendo el motivo por el cual Mérida recuperó naturalmente su frío.

Me alegra haber escrito el presente artículo de opinión, porque entre tantos ecocidios que ocurren anualmente en América Latina, los cuales nos hacen sentir que la Madre Tierra ya fue herida de muerte, y nunca jamás recuperará su verdoso esplendor, pues fue muy bonito sentir que en pleno siglo XXI, nuestro planeta Tierra todavía santifica luces para vencer a los endemoniados Seres Humanos, y todavía tiene ganas de luchar por un destino sin sangre en la cruz.

Yo espero que los niños y adolescentes venezolanos, aprendan a cuidar el Medio Ambiente de sus comunidades, para que cuando sean adultos cambien el infernal ruido de las motocicletas, por el celestial sonido de las bicicletas.

Yo espero que los adultos venezolanos se preocupen por cultivar la semilla de la Educación Ambiental en sus hogares, en los centros educativos y en las calles, para que cuando llegue el sonido de la trompeta, sean perdonados y elevados.

¿Ustedes quieren que las nevadas sigan embelleciendo al estado Mérida?

Si ustedes quieren que las nevadas sigan embelleciendo al estado Mérida, pues tan solo deben reciclar la basura que producen, deben apagar los equipos eléctricos y practicar la eficiencia energética, deben ahorrar el agua potable, deben caminar más y contaminar menos, deben ser hijos venezolanos de Dios.

Hermanos y hermanas, la palabra clave se llama Conservacionismo. Si queremos vivir en un Mundo sin mortíferas pandemias, sin tragedias ambientales, sin lágrimas, sin tapabocas y sin miedos, debemos ejercitar el Conservacionismo en el Medio Ambiente de nuestras ciudades, y debemos conservar la pureza de la santa Palabra de Dios, leyendo las páginas de la Biblia, orando a diario, y reflejando el carácter de Jesucristo en cualquier situación de nuestra vida.

Si tan solo un hermano cristiano venezolano, se atreve a reflexionar y decide cambiar sus malos hábitos ecológicos, pues seguro que las alas del cóndor andino volverán a brillar, en el cálido corazón de nuestra helada Sierra Nevada.

No hay duda que de lo malo siempre puede salir algo bueno, y aunque todos ustedes recordarán el 2020 como el año de la pandémica muerte, pues yo recordaré el 2020 como el año del amor, de la vida, y del respeto ambiental.

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