Cuento o razón

La navidad es una bebida que embriaga

Miércoles, 02/12/2020 12:53 PM

Por luna que brilla en diciembre/ se oye sonar un cañonazo/ es la parranda que viene/ para darte un fuerte abrazo/… Un feliz año pa´tí/ un feliz año pa´ ella/ un feliz año…/ Navidad que vuelve/ tradición del año/ unos van alegres/ otros van llorando/...

El periodista Juancho Marcano, escuchaba estos aguinaldos en la emisora comunitaria que funciona en la Tacarigua de Margarita y hasta los tarareaba y se sentía alegre, porque definitivamente el "que no se alegra en pascua florida, es porque no tiene placer en la vida".

En vista de esto, el perro Pipo que observaba la sonrisa verde tierna que tenían las ixoras por las visitas de leves chubascos al lugar, al notar la contentura del periodista, con quien tenía que ir para el conuco para darle una vuelta al malojo que ya estaba naciendo, disparó su comentario:

- Me gusta, Juancho, cuando te veo alegre y dejas a un lado la flecha de la nostalgia que se te clava en el corazón y en el ánimo.

- Sucede, Pipo, que no es por nada, pero el licor de la nostalgia me embriaga de tristeza, por eso hoy pienso degustar la bebida de la navidad que me emborracha de alegría y me pone a pensar en tiempos mejores, así esta crisis que atraviesa el mundo no quiera parar su carrera de sufrimiento que provoca en los más necesitados.

Pipo que escucha siempre callado al periodista, manifestó:

- ¿Qué tiene este mes que no tienen los demás?

- Este mes es un período alegre, pase lo que pase, y eso es importante, pues la alegría debe ser la estrella que alumbre el cielo de nuestras vidas. Igualmente es un mes de esperanza porque nace el Niño Dios y se desea que traiga todo lo bueno del mundo y así el ano nuevo venga cargado de paz y prosperidad. Es decir hay que tener la fe que todo cambie para bien y eso ya es esencial.

Pipo, observando que el periodista quería seguir hablando de lo bonito e inefable del mes de diciembre, optó por decirle que ya era hora de ir para el conuco, pues ya el sol se estaba preparando para lanzar sus balas destellantes. Por eso Juancho Marcano, agarró su sombrero, su azadón y su machete, y hombre y perro salieron contentos para ir a ver la alegría del sembradío.

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