Moraleja: El pasado miércoles 16 de diciembre intenté dirigirme a Güiria la tierra natal de mi madre, y de mi abuelo materno, cuyos restos están sepultados en ese pueblo, un joven y rico hacendado de la época educado en Trinidad, y del cual heredé su nombre por decisión de mi madre, y de mi abuela materna Inés, nativa de Portugal quien hablaba cuatro idiomas, y había conocido a mi abuelo en la isla de Trinidad donde contrajeron nupcias.
Cuando salí de Guanta en el estado Anzoátegui, en dirección hacia Cumaná empecé a ver las ruinas, y destrucción del otrora, pintoresco, y bello en paisajes de lo que era el Estado Sucre, al pasar de la alcabala de Pertigalete, lo primero que me impresionó fue la destrucción y desmantelamiento de los negocios turísticos de la entrada de los Altos de Santa Fe, después la primera bomba de gasolina, cerrada, y desmantelada sus instalaciones, todos los ventorrillos de venta de empanadas, y comida para los turistas en la carretera, cerrados y desmantelados, fue imposible degustar de una empanada de cazón en ese trayecto hacia Cumaná, en el pueblo de Santa Fe que vive del turismo las panaderías cerradas y desmanteladas, así como la Bomba que surte de Gasolina, lo que si estaba funcionando era el punto de control, y atraco militar. En el caserío Yacaracual famoso por sus ventas de comidas y empanadas, cerrado y desmanteladas sus instalaciones aquello es de terror, parece que hubiera pasado por ese sitio la Marabunta. En la entrada del turístico pueblo de Mochima el Boulevard de las empanadas en la entrada totalmente cerrado, y devastado, y los lugareños desempleados y rascándose las bolas. Playa Colorada y Arapito totalmente solas, y el monte arropando las playas, la carretera llena de monte, con fallas de borde, y enormes zanjas que se están comiendo la vía, de seguir esto dentro de un año queda incomunicado Anzoátegui, y Sucre por vía terrestre, y con poco tráfico solo se veía camiones que cargaban alimentos. Ya en Cumaná entré en depresión casi el 80% del comercio está cerrado, el histórico Hotel Cumanagoto de 5 estrellas, cerrado, y abandonado, destruido, y sus instalaciones se las devoran el comején.
Cuando intenté seguir hacia Carupano en un punto de control policial, me alertaron que era peligroso que siguiera porque en la vía habían bandas de piratas de carretera que trancaban la vía con trozos de madera y piedra para cobrar peaje, y podía será atracado, y hasta asesinado para robarme, que lo conveniente era que no siguiera mi viaje, por lo que opté por regresarme. Así entendí porque esas personas que murieron en ese naufragio del peñero en las costas de Trinidad huyendo de Venezuela, prefirieron morir ahogados en alta Mar, ante qué en la tierra firme venezolana, los matara el hambre. Fin de la Moraleja.
Se elevan a 33 los fallecidos en las costas de de Güiria. El total de venezolanos fallecidos por el naufragio de una embarcación ocurrido hace una semana cuando trataban de llegar a Trinidad y Tobago, según una fuente del Ministerio Público, institución que continúa trabajando en las investigaciones del caso. La Fiscalía califica esta tragedia como un delito de trata de personas en una ruta marítima que une las costas de Venezuela con Trinidad y Tobago.
Según ha señalado el fiscal, Tarek William Saab, dicha ruta está: "tomada por mafias que se dedican al tráfico ilegal de emigrantes e incluso a la trata de personas", y por ello han sido detenidas dos personas. Iban a bordo de una embarcación destapada, denominada peñero, y usada frecuente para labores de pesca cercanas a la costa venezolana. El grupo había zarpado del pueblo de Güiria, en el estado Sucre, donde se han presentado protestas de sus habitantes pidiendo justicia para los fallecidos. Por este caso, las autoridades también están tras la pista de otros civiles y de miembros de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). Estos agentes, según las averiguaciones, habían detenido al dueño de la embarcación cuando traía a varias personas desde Trinidad y Tobago, pero para no reportar este hecho ante la Fiscalía le cobraron 4.500 dólares.
Entre otras desgracias, el coronavirus ha venido a poner en evidencia los problemas que aquejan a nuestro país, por la destrucción de su economía desde hace tiempo, asuntos que afectan al campo laboral, educativo, al sanitario, al productivo, al económico, y lógicamente al político. Son problemas viejos, ahora agudizados en estos últimos seis años, y ya identificados, sus disfunciones denunciadas con largueza, que la gran triada del virus chino ha venido a sacar a la superficie para exhibirlos sin pudor ante el pueblo sucrense, y venezolano que prefiere morir en alta mar, que sucumbir ante el hambre. Los ataques del hambre, el desempleo, y el alto costo de la vida como, verbo vehicular, la ausencia total de insumos sanitarios a la hora de combatir la pandemia, la inflación ejecutiva, que en lo económico, amenaza lo que queda del minusválido mercado, las diferencias sociales entre militares, enchufados, árabes, chinos, y otros, con el 90 % del pueblo venezolano en la miseria son insoslayables… El problema de los muertos venezolanos por el naufragio en las costas de Trinidad, cuya gravedad a nadie escapa, ha adquirido en este diciembre 2020 una nueva dimensión con toda la mugre que viene saliendo a flote, y sobre todo para acabar con las ventajas económicas que disfrutan los extranjeros que colonizan a nuestro país. Todas las costuras del Estado Totalitario, ya muy dadas de sí, han saltado por los aires. Porque son esos estamentos asociados al Estado lo que posibilita que unos rufianes ("hombres viles, y despreciables que viven de engañar y estafar").
El fracasado éxito del socialismo del siglo XXI. Una historia venezolana que nació en 1999, que el éxito que acompañó en los primeros años del gobierno de Hugo Chávez comenzó a quebrarse en 2014 con el nuevo ‘gobierno revolucionario’, y las influyes que le siguieron, hasta convertir aquel éxito de Chávez en un fracaso. Para los muertos del naufragio de Guiria, como para otras tragedias, la demostración más evidente de ese fiasco es que "el Estado venezolano del 2020 no ha servido para integrar a los venezolanos, para que no huyan" en un proyecto colectivo de país, particularmente en el estado venezolano de Sucre (el famoso naufragio ha atemperado la tormenta en el país venezolano) donde a partir de 2012 se han multiplicado los partidarios de la fuga de la otrora rica nación petrolera hasta llegar a la rebelión institucional que significa el proceso de destrucción de la infraestructura pública. Una conclusión que no deja de sorprender si tenemos en cuenta que ya entre los redactores de la Constitución de 1999, y aledaños había quien desconfiaba de que él: "café era para todos los árabes, chinos, iraníes, cubanos, grupos islámicos, farc, eln, etc." Cocinado en el Foro de Sao Paulo, y sirviera para atizar las pulsiones de estos invasores en la búsqueda del desmembramiento de Venezuela.
Es verdad que el "problema sucrense", más allá de la resignada con llevanza que recomendaba ese Prócer Antonio José de Sucre, se yergue hoy como el obstáculo más difícil de superar en términos de solución integral de futuro, pero no lo es menos, que hay desajustes en la organización territorial del Estado que preocupan más al sucrense medio, en tanto en cuanto afectan a su condición de tal y/o interfieren en su vida, y desarrollo profesional. El empobrecimiento, por ejemplo, o la imposibilidad de estudiar en ese estado, y de forma creciente en otras comunidades, un atentado que acaba de consagrar la nefasta 'ley anti bloqueo'. Son miles los que sienten el diario agravio que personajillos militares-cívicos de toda calaña infligen al pueblo sucrense en muchas comunidades, y lo interiorizan, no, ya como una ofensa inaceptable, también, sino como un disparate que atenta contra la riqueza que en términos de crecimiento económico, y competencia global, lo que significa contar con un estado con bellezas naturales, reconocido en el planeta por millones de personas. Y este es un fenómeno que se arrastra desde mucho antes del Covid-19. Con independencia de la protección que merecen las riquezas sucrenses, expresión de la riqueza natural de un país, Venezuela debe ser el único país del mundo donde un niño no puede educarse en muchos de sus estados, sin la debida alimentación diaria de todos los niños venezolanos en edad escolar, que es además la obligación de la promoción del Estado productivo.
La Sanidad, por ejemplo, y el sin sentido que representa la existencia ahora mismo de centenas de políticas militaristas distintas para combatir la pandemia, con el desbarajuste consiguiente en cuanto a los resultados (El Estado Sucre es el mas palpable de esta tragedia), ello por no hablar de las dificultades para recibir asistencia médica con las que tropiezan los habitantes de las comunidades cuando se desplazan a otra, por motivos del virus chino. Venezuela es también el único país del mundo donde la Sanidad se ha transferido a la ineptitud militar. "No hay ningún país en el mundo donde la política de salud pública esté en manos de militares corruptos. Una aberración sin paliativos, con sus consiguientes costos políticos y económicos".
La fanb una estructura tan ineficiente como costosa, ha desplazado a la eficiencia profesional civil. Hay otras muchas cuestiones donde el totalitarismo atropellador llevado a cabo en Venezuela en favor de las nuevas elites de ricos revolucionarios se ha traducido en una serie de perjuicios para los ciudadanos, algunos tan pintorescos como que un cazador necesite cientos de permisos distintos para poder practicar su deporte favorito en las tierras donde habita. Cuestiones algunas de mucho mayor calado, que afectan a la capacidad de crecimiento de la economía, y dañan la competitividad de las empresas productivas, la corrupción militar de los puntos de control militar en las carreteras del país. El riesgo de ruptura de la unidad de mercado es algo más que una simple amenaza derivada de la mafia militar controladora en la que se han embarcado las distintas regiones del país. El empobrecimiento económico, con su correlato de destrucción de la infraestructura pública, es quizá uno de las más graves. Nuestros estaditos, en manos de las zodis locales, se han especializado en matraquear más allá de sus posibilidades, fomentando la burocracia, y llamando a filas a un ejército de parásitos a sumarse, a los burócratas del Estado central, y las administraciones regionales y locales. Una estructura del Estado militar tan ineficiente como costosa de mantener.
¿Todo funciona mal en el Estado Sucre? Responder positivamente a esta pregunta sería faltar a la verdad. Los gobiernos nacional, regional y municipal, siguen prestando los servicios públicos con un notable grado de ineficacia, lo mismo que las entidades locales no atienden, y menos resuelven los problemas de los vecinos. La proximidad al centro decisorio del poder de los zodis ha supuesto no pocas ventajas para el ciudadano, especialmente a los núcleos de la población rural. Las comunicaciones han empeorado mucho, como también la conservación del patrimonio histórico artístico, por citar dos ejemplos de este estado.
¿Qué hacer con el Estado Sucre? ¿Destruirlo o reconstruirlo? Acabar a estas alturas con el Estado Sucre es tarea posible desde todos los puntos de vista, básicamente porque, aun admitiendo las disfuncionalidades del modelo totalitario, una amplia mayoría de sucrenses están en contra de la militarización según el modelo cubano, y siguen siendo partidarios de acercar al poder civil la toma de aquellas decisiones administrativas que puedan afectarles en su lugar de residencia. El Estado Militar corrupto parece estar aquí para quedarse, con las elites locales, y regionales convertidas en sus grandes defensores, dispuestas a defender con uñas, y dientes un modelo que les otorga unas cuotas de poder, y un volumen de gastos del que en otro caso no dispondrían. ¿Cómo bajar hoy de la poltrona al "militarismo" comején? ¿Quién se atrevería a proponer a los caciques militar su salida del Estado Sucre, un territorio que, como todo el mundo sabe, ha sido siempre casi tan cultivable como Lara y Zulia?
Recuperar competencias para el Estado Civil, parecen ironías al margen, solo queda la vuelta a la civilidad, una civilidad en profundidad orientada a resolver los desajustes organizativos, y funcionales puestos de manifiesto estos años, en un intento de devolver la salud a un modelo de desorganización estatal- militar herido de muerte, como el inaceptable "militarismo" perpetrado con la creación de estas perversas Zodis, o el sindiós de una desintegración nacional impuesta por el militarismo ramplón. Una militarización, que suena a desiderátum en las circunstancias por las que atraviesa el país, aunque algunas de las cuestiones en litigio no necesitarían de una operación tan costosa, en términos de una nueva mayoría parlamentaria, para una reforma constitucional, ya que podrían abordarse acudiendo a un conjunto de instrumentos legales que prevé la propia Carta Magna, con un posterior referéndum aprobatorio, eso sí con la reforma de las leyes electorales vigentes, uno de cuyos ejemplos la actual,y moribunda ANC, que ha caído en la atrofia cuando no en el olvido más absoluto sin que se sepa muy bien por qué.
La realidad es que el Estado Sucre, le han confiscado la inmensa mayoría de las competencias públicas, algo que está en el origen de muchos de los problemas denunciados , a lo que hay que añadir las sentencias de la Sala Constitucional que a menudo han contribuido a embarrar el terreno republicano más que a sanearlo, por lo que un reseteo radical del Estado venezolano debería contemplar una lista de competencias exclusivas del Estado, es decir, competencias a recuperar por el Estado naturalmente la Educación, por aludir a una concreta, un crimen al que han contribuido por igual los 20 años de revolución, y que está en el origen de la desafección de las nuevas generaciones a la idea de una patria igualitaria de flojos y pedigüeños, en el sobre entendido de que el resto de las mismas pertenecerían a las Comunas. Difícil, por lo demás, imaginar una reforma del Estado Nacional sin abordar al tiempo otra, más general, que afecte al saneamiento integral de nuestro Estado de Derecho con el objetivo puesto en una mejora radical de la calidad de nuestra democracia. Una aspiración tan noble como imposible de conjugar con el vil totalitarismo militarista hoy imperante. ¿Tocará esperar mejores tiempos?