El perro Pipo observaba al periodista Juancho Marcano que cuidadosamente limpiaba unas maticas que estaban en unos envases, encima de una casita que servía para guardar ciertos instrumentos de labranza. Este trabajo que realizaba el reportero le llamó la atención al can y preguntó:
- ¿Juancho cómo se llaman esas maticas que le prestas mucho cuidado y por qué están montados encima de esa construcción?
El periodista le asombró la pregunta y más la segunda parte, sin embargo no vaciló en contestar:
- Amigo Pipo, te digo que estas matas se llaman cebollín criollo, una especie cultivada desde hace mucho tiempo en la Tacarigua de Margarita por nuestros antepasados y, sobre todo, por nuestras abuelas, que las tenían en una especie de barbacoa, sostenida por cuatros palos en forma de columna, con el fin de que los animales, tanto gallinas, como chivos o burros, no pudieran alcanzarlas y dañarlas; de ahí, creo yo, que se quedó la costumbre de que esta clase de plantas, se cultivaran sobre cierta altura posadas en cualquier cosa que las soportara.
El perro escuchó callado, mientras de fondo, en una emisora comunitaria, sonaba una canción interpretada por Celia Cruz, acompañada por las Estrellas de Fania, en honor a johnny Pacheco, que había muerto. No obstante, Pipo, interrogó:
- ¿Para qué sirven esas matas?
- Para condimentar los diferentes platos que se preparan en la cocina, es un sustituto de la cebolla; es más, Pipo, el cebollín para nuestros pasados, fue la cebolla, pues esta clase de bulbo en tiempos remotos, casi no se usaba en estas tierras, de ahí que en cualquier casa había matas de cebollín, el cual era especial para preparar las tortillas que hacían con mucha sazón nuestras abuelas, lo cual siempre fue un misterio de cómo aprendieron a cocinar tan bien y tan sabroso.
EL perro quedó satisfecho con la explicación de Juancho Marcano y no quiso quitarle más tiempo y se retiró hacia donde estaban los gatos Rocky y Rockyta, mientras el periodista siguió limpiando y removiéndole la tierra a los cebollines.