El perro Pipo llegó del conuco y al ver al periodista Juancho Marcano, observando al cielo como elevando una plegaria, se acercó y le manifestó que cerca del conuco hubo un incendio, que a lo mejor fueron manos criminales e impías que prendieron fuego al monte seco por los dardos de la sequía, pero que afortunadamente con la ayuda de algunos vecinos y Evaristo, se logró controlar la candela y por tanto no dejó ninguna consecuencia que lamentar.
- Qué problema, Pipo, hay personas que aún no han entendido lo peligroso que es estar prendiendo candela con esta sequía que este año empezó muy temprano y que amenaza con secar árboles, arbustos y hierbas, sin piedad ni compasión. Es lamentable y triste, Pipo, apuntó el periodista.
El perro Pipo asentó con la cabeza para estar de acuerdo con Juancho, pero aparte comentó y preguntó:
- Al llegar Juancho noté que mirabas al firmamento y estaba como rezando, ¿Por quién orabas?
El periodista acarició a su perro en la cabeza y manifestó: "En verdad, Pipo, rezaba y elevaba mi plegaria al cielo con mucha fuerza para que llegue hasta Dios, a la Virgen y a todos los santos (como decía mi abuela Leticia) para que todos los amigos y conocidos que hoy de una u otra forma se sientan enfermos y más especial por los que sufren la Covid – 19, se mejoren y se sanen completamente y vuelvan a compartir con familiares y amigos, porque al fin y al cabo, la vida, sea como sea, siempre tendrá lados bellos y momentos felices para ser compartidos con nuestros seres queridos".
El canto de un Potoco a dúo con el de una Chulinga, se oyó en una mata de dátil en el jardín y el perro Pipo, aprovechó el trino de las aves y dijo; "A lo mejor, Juancho, esos cantos de esos pájaros son una señal de Dios para decirte que ha escuchado tus ruegos y que sí va a ayudar a tus amigos a salir de ese trance en el cual están metido".
Juancho abrazó a su perro y emocionado, dijo: "Así es Pipo, Dios tiene que estar del lado nuestro. Sin duda alguna".
Y después hombre y perro callaron.