La sabiduría popular nos recuerda que la victoria tiene muchos padres pero la derrota es huérfana. Y esta es una enseñanza que, a propósito de lo que acaba de ocurrir en Barinas, vale decir en Venezuela apenas este domingo 9 de enero de 2022, debe ser tenida siempre en cuenta.
Tres y no dos, eran los participantes en esa contienda: En primer lugar la derecha que finge hacer oposición pero comparte las políticas de Maduro sobre el Arco Minero, la destrucción de PDVSA y su privatización en marcha, la entrega del País a consorcios extranjeros, la eliminación de los derechos laborales de los trabajadores y la judicialización de sus protestas, la falta de transparencia en el manejo de los recursos públicos que brinda la llamada Ley Anti Bloqueo a la hora de la asignación de los jugosísimos contratos del Estado y un gran etcétera; en fin, ellos están haciendo lo que les corresponde hacer en su juego a la democracia, están defendiendo sus intereses como lo han hecho históricamente; en segundo lugar, la derecha que está gobernando, que hace uso del poder sin ningún propósito trascendente más allá de los negocios y de mantenerse en él, pero que no están haciendo lo que les corresponde hacer porque lo hacen pretendiendo actuar a nombre de Chávez, del Socialismo y de la defensa de los trabajadores y de la soberanía nacional y popular; y luego, como tercer participante está El Pueblo, es decir, la gente de carne y hueso, incluyendo los trabajadores del campo y de la ciudad, los profesionales, los estudiantes, que ven, que sienten diariamente cómo sus condiciones de vida se hacen cada vez más paupérrimas. Los intereses de los primeros dos participantes están muy claros, son los mismos sólo que se disputan el negocio del poder, la captura de la renta presente y futura cual perros hambrientos peleando en un callejón por un hueso, pero siempre como perros, con otra cosa en común: ambos representan, además, a poderosísimos intereses políticos y financieros transnacionales que son quienes en verdad manejan los hilos, llegando al extremo de propiciar hasta una invasión y sin importarles que a esos intereses trasnacionales, tal como ha ocurrido infinitas veces a través de la historia, al final no les importa la ruina de un país intervenido, invadido u ocupado, ni el dolor de sus habitantes: sus intereses son sagrados.
En realidad, aunque las derechas pretendan lo contrario, la notable reducción de la abstención que muchos esperaban (y el gobierno deseaba) es un indicador de que se está abriendo la posibilidad de una mayor participación del pueblo en la conducción de su destino, ese pueblo que en TODAS las encuestas rechazaba tanto a Maduro como a Guaidó con más de un 80%. Ese pueblo fue capaz de derrotar los más viejos trucos que usaban adecos y copeyanos en la cuarta república para lograr votos a través de las dádivas y las amenazas. Ese pueblo, en Barinas, resultó victorioso. Una victoria limitada, parcial, pero fue una victoria. Para la derecha de oposición al gobierno y probablemente para toda la derecha, la victoria hubiera sido cierta, contundente, si se hubiesen completado las jornadas del 21 de noviembre sin las maniobras de sus socios del gobierno que han puesto en tela de juicio la propia legitimidad de su modelo corrupto de democracia. Ellos, la derecha en su conjunto, necesitan que, al menos en las apariencias, las instituciones funcionen pero botaron por la borda esa posibilidad.
Adicionalmente, no puede dejar de mencionarse que lo ocurrido con el PSUV, justamente en la tierra que era muy simbólica por ser la tierra de Chávez, es una derrota terrible propinada por el pueblo de Chávez a quienes, siguen tratando de usar su nombre y su apellido (sean o no familiares) para manipular infinitamente la voluntad popular.
Más allá de que frente al llamado que algunos hemos hecho públicamente para convocar a un Referéndum Revocatorio pautado en la Constitución, por parte de la mayoría de los partidos y organizaciones de oposición sólo ha habido desprecio e ignorancia (quizás porque en una concepción elitista y clasista del poder hay que limitar y no ampliar la capacidad de participación y toma de decisiones del pueblo), los resultados de las elecciones en Barinas, por la presión popular cuando nos reconocemos como pueblo en la posibilidad de una victoria, abren un horizonte importante que es necesario aprovechar. Su concreción, más allá de los resultados numéricos, constituiría un paso muy importante en la organización popular y en la preparación para las luchas que tendrán que venir para la mejora de las condiciones de vida de nuestro pueblo.