Francisco Suárez (1955-2022), cronista de la errática izquierda y del gobierno actual

Sábado, 02/04/2022 12:40 PM

Acaba de morir en el Hospital Central Universitario de Barquisimeto Dr. Antonio María Pineda, Sala de Emergencia, nuestro amigo Francisco Suárez (Barquisimeto, 1955-2022); evento harto triste que ha conmocionado a quienes hemos sido desde hace aproximadamente tres años asiduos de la tertulia literaria sabatina que dio en llamar "La Mesacoja" en la popular Plaza de los Libreros, formal Plaza Pedro León Torres de Barquisimeto; quien en lo personal nos motivó a interesarnos en los meandros de la crítica literaria y, en especial, revalorar la poseía como nutricia de cualquier abordaje de la realidad humana y de la crónica de lo cotidiano. Con particular referencia a la historia menuda de la izquierda criolla, larense y venezolana. Tan variopinta en historias más propias de la picaresca que de organizaciones con verdadero sentido de poder.

Militó desde la adolescencia en esa izquierda irredenta que desde la convulsa década de 1960 se fue bifurcando y deshilachando, unos, de creer en lo escrito por Pastor Hiedra se precipitó hacia la delincuencia organizada asaltando bancos hasta con el llamado con "El Chiripero" de Caldera II alcanzó ciertos ministerios, aunque ya antes había logrado ciertas gobernaciones por elección directa, muy pocas en realidad. Aunque en el Parlamento tuvo casi siempre representantes muy distinguidos en la tribuna, Moisés Moleiro, Domingo Alberto Rangel, por ejemplo, u otros contados con los dedos de las manos.

Además, quienes sí han demostrado tener estrategias y tácticas efectivas y, de hecho, alcanzaron el poder político, fue el chavismo. Desde hace ya más de veinte años controlan el poder, no son necesariamente los miembros de aquella izquierda de la época juvenil, de las células y riesgos de la militancia clandestina y semiclandestina, de la ya referida década de 1960 y siguiente de 1970; sino desde 1980 y la década perdida de 1990.

Una coalición que, de tan heterodoxa, poco se puede distinguir entre semejante hojarasca cuáles son políticas de izquierda que beneficien al pueblo trabajador o si están, otra vez, como antaño, dirigidas a apoyar a los nuevos grupos económicos sugeridos al fragor de las confrontaciones políticas más recientes; y donde el sector militar tiene la mayor preponderancia, sostenía don Francisco Suárez. Con cuya memoria aspiramos ser fieles en estas líneas. Siendo por ello áspero crítico del actual gobierno, de cuyas políticas socioeconómicas y culturales se sentía muy alejado, o decepcionado en los últimos años.

En este sentido y sin faltar a la verdad, se puede afirmar que muchas de esas tertulias, sobre sobre todo las más informales en cualquier día de la semana, con don Francisco Suárez como principal oficiante, llegaron a ser tan enriquecedoras o hasta más que cualquier conferencia de un seminario avanzado de análisis del entorno. Sobre todo cuando se acercaban connotados analistas de la economía y la cultura, como el economista Isaías Covarrubias, el antropólogo y editor Fidel Flores, el médico y experto en mitología griega Julio Baptista, el agrónomo Juan Carlos Corona, erudito en lenguas y culturas orientales (vivió once años en la República Popular China, donde aparte de aprender Chino Mandarín, alcanzó los grados académicos de Master y Doctorado en Gerencia Agrícola en universidades de la gran nación del Sol naciente), los docentes universitarios e historiadores Arnaldo Guédez, la Profesora Gladys, la estudiante de periodismo UFT, María de los Ángeles, y el joven Profesor y estudioso de las artes visuales Dalí Armando Álvarez; así como otros miembros de las nuevas generaciones de una ciudad como Barquisimeto, que se ha tornado cada vez más universitaria pero, a su vez, necesitad de libreros expertos que orientara en requerimientos bibliográficos como debiera ser a quienes, más que clientes, eran amigos, discípulos y condiscípulos.

Natural de la Ciudad de los Crepúsculos, según testimonio de su hermano Ruffo fue llevado muy niño y criado en población de Río Tocuyo, del entonces distrito Torres del estado Lara, Francisco era, en consecuencia, capaz de reconstruir buena parte de la rica y variada literatura oral de la esa amplia área del semiárido larense; no exenta de la picardía necesaria y el juego de palabras, entre la ingenuidad y el doble sentido, como el cuento de los cinco botones de colores y el jeep; pero como su núcleo familiar hubo de migrar nuevamente a Barquisimeto estudió la Educación Primaria en la venerable Escuela Ciudad de Maturín del casi centenario Barrio San José, en tiempos del proyecto Unión Cultural de los Barrios, promotora asociación comunitaria de tantas jornadas musicales, teatro de calle, artes plásticas y ediciones de materiales de análisis como el periódico "Ruptura" y muchos panfletos artesanales hechos en Stencil, bateas para serigrafías y sublimación, así como otros medios grupales u hojas sueltas. Medios combatientes de la falsa democracia representativa.

Viajó a Caracas y conoció variados ambientes culturales y hacerse amigo de figuras de la literatura. Así fue amigo cercano del reconocido escritor Denzil Romero, cuya obra conocía con memoriosa concisión, también asistió como oyente a clases de literatura en el Instituto Pedagógico de Caracas, en particular las confeencias del Prof. Pedro Díaz Siegas, en ratos libres de oficios humildes que realizó, por ejemplo, botones en el Caracas Hilton; Ruffo dice que consta que su hermano Francisco cursó formalmente hasta 4to año de bachillerato y que luego no sabe si terminaría la educación media, pues, agarró vuelo hacia diversos mundos. Terminó siendo graduado como técnico de controlador aéreo y trabajó en varios aeropuertos hasta su jubilación en el Aeropuerto Internacional de Barquisimeto, a mediados de 1990; maestro de obras civiles y él mismo albañil y ya en la última etapa de su vida librero.

En esto último fue eximio exponente de la cultura y la erudición que se fue labrando con los años como lector in fabula que decía Umberto Eco en su obra Estructura abierta y en su puesto alquilado de la Plaza Pedro León Torres de Barquisimeto, ejerció su magisterio que con su muerte es una acción que inmaterializa y se perpetúa en el recuerdo de quienes tuvieron en suerte tropezar de manera incidental con su palabra orientadora, especialmente los más jóvenes. Razón tienen quienes dan cuenta que en Grecia hubo un filósofo que no fundó escuela ni escribió libro alguno, sino que con su conversa sembró inquietudes, enseño a dudar y a pensar, en consecuencia, ¿Sócrates? Ergo, Francisco fue émulo de Sócrates. En su comunidad de El Cercado apoyó la conformación de Consejos Comunales y Camunas porque tienden al beneficio comunitario, pero exigía que fueran autónomas y no apéndices partidistas como las antiguas Comités de Base de AD; por cierto que con eso de las llamadas Guarimbas o actos terroristas de 2017 fue muy crítico, padeció la irracionalidad de ese accionar violento de gente sin criterio ni sentido, sin táctica ni estrategia, siempre nos sugirió que le parecían similares a guerrillas urbanas inorgánicas, luego de la Constituyente de la Paz desaparecieron; nos consta que a un joven militante de Voluntad popular le obsequió el libro "Mensaje sin destino" de Mario Briceño Iragorry; autor que desconocía del todo, aunque era un abogado en ejercicio. Es que en nuestras universidades ya se leen los clásicos venezolanos, terminó diciendo ese día el amigo Francisco Suárez. QPD…

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