Matria bailadorense (09) Conversatorio Bolívar en Mérida, 18 días para la historia (II)

Las heroínas de Mérida: una página incierta en la historia de la ciudad

Sábado, 21/05/2022 03:45 PM

"Al igual que los mitos que circundan a nuestra historia patria, la regional ha sido igualmente aderezada con fábulas que pretenden hacerla romántica y heroica"

Carlos Chalbaud Zerpa

Ensayos históricos. Mitos, verdades y embustes

Otra de las creaciones del imaginario emeritense es el de las heroínas de Mérida, aunque fueron rescatadas por don Tulio Febres Cordero, diferentes publicaciones realizadas entre 1912 y 1913(1) para el recuerdo y la posteridad como "merideñas notables del tiempo de la Independencia", en las que reseña que son producto de las referencias orales que le habían contado. En revisiones posteriores sobre la existencia y los hechos referidos han surgido dudas y cuestionamientos sobre esos personajes, que en algunos de los casos niegan o ponen en duda su existencia.

En primer término se encuentra Anastasia, la criada sin apellido del convento de las Clarisas, de quien se refiere que con ayuda de un disparo de trabuco y el toque de un tambor de guerra a altas horas de la noche del 17 de abril de 1813, sembró el pánico y la confusión en las tropas del jefe realista brigadier Ramón Correa, que huyeron despavoridas de la ciudad, lo que facilitó la entrada de Bolívar el 23 de mayo; de ser cierto esto, Correa era un tremendo cobarde, que nunca lo fue; huir ante el primer trabucazo, eso no es verdad; no fue fácil para Bolívar vencerlo en Cúcuta. Gracias a una documentación facilitada por el Dr. Luis Ramírez Méndez, podemos afirmar que Anastasia no existió, al menos no en la lista de todas las religiosas profesas y novicias de velo negro, y blanco, recogidas y educandas, criadas y sirvientas que habitaban dentro de la clausura; según la relación realizada por la reverenda madre abadesa del Convento de Santa Clara de Mérida, fechada en Maracaibo el 10 de noviembre de 1815(2)

Adicionalmente, hay que señalar que entre enero y julio de 1813, las Clarisas estaban en San Juan de Lagunillas, donde se habían trasladado a raíz del el terremoto del 26 de marzo de 1812 y de acuerdo a las normas de la época no era posible que alguna de ellas saliera a la calle, por el contrario guardaban las clausuras(3). En el expediente para justificar el traslado del Monasterio de Santa Clara de Mérida a la ciudad de Maracaibo, que tiene fecha del 7 de setiembre de 1816, la madre presidenta Encarnación de San Joseph refiere la fecha de su regreso al monasterio de Mérida, al señalar que mediante las: "... disposiciones del superior al tiempo de su prelacía mandó selebrar el capítulo conventual para la elección de la Abadesa y demás funciones religiosas que en el tiempo oportuno se nos había privado y nos restituimos a nuestro antiguo convento de esta ciudad el primero de julio de mil ochocientos trece, donde con sumo gusto y tranquilidad vinimos todas juntas…"(4). Mal pudo Anastasia andar de realenga o venir desde San Juan de Lagunillas a asustar a los realistas.

Por su parte, María Inés Uzcátegui Dávila hermana mayor del canónigo Francisco Antonio Uzcátegui Dávila (n. Timotes, circa 1748 - m. Bogotá, 20/5/1815), que según la tradición le donó un cañón a Bolívar, con su nombre grabado, en este sentido afirma el historiador Carlos Chalbaud Zerpa que: "…Los fundidores venezolanos producían (…)estribos, espuelas y frenos para cabalgaduras, (…)pilas de agua bendita y campanas para torres de las iglesias y las haciendas, fundidas en hornos de adobe calentados con fuego de leña; pero nunca cañones que ameritaban el conocimiento de una técnica especial."(5) La fundición de ese cañón no es más que una leyenda, sin base histórica que la sustente. Don Tulio nunca cito la fuente donde obtuvo el dato. Además, el canónigo Uzcátegui había huido de Mérida en junio de 1812 después del terremoto y regresó en octubre de 1813.

En el caso de María Simona Corredor Ramírez Vda. de Pico que nació en Mérida el 27 de febrero de 1748, sus padres fueron: Bentura Corredor y Josepha Theresa Ramírez. Contrajo matrimonio el 11 de abril de 1774 con Juan Asensio Pico, fue quien donó la primera casa a la patria. El documento suscrito ante el escribano está fechado el 22 de junio de 1813, cuando ya Bolívar estaba bien lejos y obedece según reza textualmente a: "…Que no teniendo dinero suficiente con que cubrir los quinientos pesos que le cupieron en el repartimiento hecho por el Ylustre Cabildo de esta ciudad por empréstito forzado del Exercito de la unión, exivió solo sinquenta; y que deceando cubrir el todo de dicha cantidad, y hacer además algún donativo a favor de la Patria en parte de prueva de lo que decea su libertad, de su libre y espontánea voluntad, y con atención a no tener herederos forzosos a quienes perjudicar, ha venido en hacer gracia y donación a dicha patria, pura perfecta e irrevocablemente intervivos, de una casa de tapia cuvierta de texa que tiene, y posee en el plan de esta ciudad, arriva del citio donde estuvo el Convento de San Francisco…"(6)

De acuerdo a esto, la contribución fue obligada por el empréstito forzado y ante la imposibilidad de cumplir en efectivo con la erogación que se le pedía, terminó donando su casa "a favor de la patria"; nada se lo impedía, ya era una mujer mayor de 65 años y había quedado viuda de Juan Asensio Pico que murió el 01 de junio de 1812 y sin descendientes o herederos directos.

Isabel Briceño de Fornés era prima hermana del general Justo Briceño y esposa de don Jaime Fornés, vilmente asesinado en la vía El Morro en 1817, con quien caso el 21 de enero de 1796, su heroicidad o atrevimiento es la más valedera. El mismo canónigo Uzcátegui ante la imperiosa necesidad de salir de Mérida se dirigió a su amiga y compañera de ideales, doña Isabel Briceño de Fornés, que vivía en la villa de Ejido para solicitarle que escondiera los tubos del órgano –traído por Fray Manuel Cándido Torrijos en 1792- que pesaban cerca de 6 arrobas; si era necesario, los enterrara para que no cayeran en manos de las tropas leales al Rey. Tuvo que recibir a los comisionados y permitirles que metieran los tubos del órgano en unos fardos de lona, los cuales dejaron en unos de los corredores de la casa con la finalidad de llevárselos al día siguiente. Pero Doña Isabel que no soportaba la idea de que los tubos del órgano fueran a parar a manos de los realistas y de causarle una desilusión al canónigo, decidió hacer una jugada maestra: durante la noche, ayudada por un esclavo negro, cambió los dichosos tubos por unas varas de caña de tamaño similar, arregladas para que pesaran 6 arrobas. En la madrugada llegaron los comisionados realistas y sin sospechar nada, para tranquilidad de doña Isabel, cargaron los fardos sin revisar su contenido. Al respecto, semana el Dr. Ramírez Méndez que esto lo narra la misma heroína en su diario en poder de sus descendientes.

 

Por su parte, María del Rosario Nava, una humilde mujer planchadora del barrio El Espejo, que se alistó en las tropas patriotas al saber que su hijo había sido herido y no podía pelear. Ella, según Don Tulio, acompañó al ejército hasta Timotes, donde entregó el fusil a su hijo ya curado. De María del Rosario Nava son pocos los datos que se tienen, tampoco se sabe del nombre de su hijo, revisando los libros parroquiales de Mérida la referencia más cercana es María del Rosario Nava Romero, quien nació en Mérida el 15 de diciembre de 1805 y era hija de: Martin Nava y María Florentina Romero.

 

Carlos Chalbaud Zerpa al referirse a las cinco damas notables que en el imaginario popular se conocen como las cinco heroínas merideñas y están eternizadas en la plaza con su nombre y fuente frente al teleférico, en un grupo escultórico en bronce, señala muy acertadamente que: "Con el correr de los años, aquellas damas conspicuas fueron convertidas en mujeres ilustres y famosas por sus grandes hechos con el calificativo de heroínas, como si tocar un tambor a media noche o cambiar los tubos del órgano de la catedral por cañas de azúcar, a fuerza de picardía, constituyesen hechos extraordinarios"(7)

Tiene razón el historiador. Si comparamos estás hazañas de las llamadas heroínas merideñas con los vejámenes, sufrimientos y padecimientos de mujeres mártires, algunas de ellas, como: Luisa Cáceres de Arismendi en Margarita, Eulalia Ramos Sánchez de Chamberlain "Eulalia Buroz" en Barcelona, Joaquina Sánchez de España, Ana María Campos en Maracaibo, Josefa Camejo y Cecilia Mujica, hay una gran diferencia. Todos estos hechos ocurrieron en 1813, antes de la llegada y durante los dieciocho días de estadía de Bolívar en Mérida: "…no pasan de ser fábulas, son prácticamente considerados en Mérida como "artículos de Fe"; suerte de Pentateuco serrano sancionado por un concilio de gobernantes, clérigos y munícipes aposentados en las márgenes del Río Albarregas"(8)

De acuerdo a la revisión documental se puede evidenciar que el imaginario merideño establecido a lo largo de estos dos siglos ha entremezclado hechos reales y les ha adicionado fantasías, creando leyendas y mitos. Al mismo tiempo, en la búsqueda de la nacionalidad y la identificación de los valores relativos a la patria y la república ha llevado a crear una visión épica que se ha sostenido entre la población internalizándola como suya, por eso la cree y la defiende con orgullo como herederos de tales hazañas. Pero, al contrastar esos hechos y sucesos que han sido sostenidos en páginas históricas y repetidas sucesivamente por maestros y panegíricos, surgen muchas dudas, las cuales revisadas y confrontadas con la documentación, muestran cuestionables distorsiones. De ese modo, algunas heroínas fueron creadas por versiones orales, cuyos rastros desaparecen en las neblinas de la historia, mientras otras son fieles representantes de lo acaecido en suelo emeritense. Sus hazañas se sustentan y distan mucho de lo que en verdad pudo ocurrir y representan falacias sostenidas hasta el presente, que en definitiva constituyen parte de las representaciones simbólicas de los emeritenses.

Lo más grave aún es que en los últimos años se han ido agregando más heroínas sin rostro ni rastro como Mariana Monsalve en Tabay apoyada en la anécdota de Gabriel Picón Febres, h., "un beso de Bolívar" publicada en 1921(9), revisando minuciosamente los libros parroquiales de Tabay la única "Mariana de Jesús Moreno Monsalve", que aparece registrada nació el 18 de abril de 1832 y fue bautizada el 01 de mayo. H.L. de: Juan de Dios Moreno y Bárbara Monsalve(10), vino al mundo 19 años después que Bolívar pasó a pesar de haberle entregado un "cobre con sus joyas", esta versión supera en tiempo a la sostenida por el cronista Antonio Oballos en Bailadores quien se cansó de insistir que Rafaela Belandria bailó con Bolívar en la noche del 19 de mayo de 1813, a sabiendas que había nació 6 años después. María Rafaela Belandria Mora 1819, casó de 15 años el 11 de octubre de 1834 con Santiago Trolear natural de Gran Bretaña, hijo legítimo de Santiago Trolear e Isabel Oterón. Murió el 12 de agosto de 1900 en el sitio de Las Tapias a los 81 años de edad. Es casi seguro que ni siguiera vivió en la casa de Los Belandria. Al igual que otros amores anónimos sin sustento que lamentablemente son reafirmados por nuestros cronistas sin antes hacer la menor diligencia en comprobarlos.

Ahora la nota mayor, por no decir otra cosa, la están dando las autoridades, en Tovar el pasado 19 de mayo se escenificó un baile en honor a Bolívar con 100 parejas, 95 más de las que señala la tradición en Bailadores, esto está bien y lo aplaudo como iniciativa, pero debe explicársele a los educandos que en la época no ocurrió, ya que se convierte en un referente que no se ajusta a la realidad y los alcaldes desandan bailando por las calles como si fuese la fiesta del carnaval. Igualmente está pasando con el manoseo a la réplica de "La espada del Perú" joya de la orfebrería obsequiada por la Municipalidad de la ciudad de Lima a Bolívar en 1825 en reconocimiento a los triunfos de las batallas de Junín y Ayacucho (1824), la están pasando de mano en mano como la espada con que Bolívar invadió Venezuela en 1813, son magos viajando en el tiempo. Unos la agarran con el debido recato y otros como si fuera un símbolo hitleriano y de paso mal vestidos como el alcalde de Tovar el 20 de mayo, que se disfrazó de prócer con una casaca de soldado raso, pantalones made in USA sin planchar y botas de jugar tenis. Hasta para hacer el ridículo hay que tener sentido y distinción. A Bolívar y sus símbolos no los podemos cargar trapeándolos por las calles, ya bastante daño le hemos hecho con encumbrarlos en los pedestales.

Néstor Abad Sánchez

La Abadía, mayo 22, 2022

nestorabadsanchez@gmail.com

Notas:

  1. Tulio, Febres C.: "Un trabucazo a tiempo" En: Tulio Febres Cordero: Mitos y Tradiciones. Mérida. Ediciones del Bicentenario del Natalicio del Libertador. Universidad de Los Andes, 1983. pp. 72-75. "La casa de la patria. Leyenda histórica". En: Ibídem: pp. 65-68. "Los tubos del órgano". En Ibídem. pp. 83-90. "Merideñas notables del tiempo de la independencia". En: Tulio Febres Cordero: Obras Completas. Clave histórica de Mérida. Bogotá. Edit. Antares. 1960. T. IV. pp. 38-40.

  2. AAM. Sección 54 Religiosas Caja 18 1815-1818. Expediente sobre la traslación de monjas del Convento de Mérida a Maracaibo y su visita. ff.16r-16v.

  3. Así se hace constar en el acta de elección de abadesa. AAM. Sección 45B. Libros Varios. Nº 143. Libro destinado para hacer constar las elecciones de preladas y oficios de este Monasterio de Nuestra Madre Santa Clara de Mérida y órdenes de Visita. Autos de elección de la abadesa María Ygnacia de la Santísima Trinidad y la vicaría Clara de San Ygnacio del Monasterio de Santa Clara de Mérida. San Juan de Lagunillas, 14 de abril de 1813. ff. 10v.-11v.

  4. AAM. Sección 54. Religiosas. Caja N° 19 Doc. 54-0409. Expediente para justificar el traslado del Monasterio de Santa Clara de Mérida a la ciudad de Maracaibo. Comunicación dirigida por Encarnación de San José, presidenta de la comunidad de Santa Clara de Mérida al ilustre obispo Rafael Lasso de la Vega. Mérida, 7 de septiembre de 1816. f. 7v.

  5. Carlos, Chalbaud Z.: Ensayos históricos: mitos, verdades y embustes. Mérida. Talleres Gráficos Universitarios, ULA 2011, p. 66.

  6. AGEM. Protocolos T. 95. Carta de donación de una casa a la patria por María Simona Corredor de Pico. Mérida, 22 de junio de 1813. ff. 223r - 224v.

  7. Carlos, Chalbaud Z.: Ensayos históricos: mitos, verdades y embustes. Mérida. Talleres Gráficos Universitarios, ULA 2011, p. 49.

  8. Ibídem. 53.

  9. Gabriel, Picón F. hijo.: "un beso de Bolívar" en: Anécdotas y apuntes. Caracas: Biblioteca de escritores merideños. Impreso por Primitivo Quero Martínez. Caracas. 1921, p. 9-13. Consultado en la Biblioteca Febres Cordero cota: V868.02p598

  10. "Venezuela, Arquidiócesis de Mérida, registros parroquiales y diocesanos, 1654-2013," index and images, FamilySearch (https://familysearch.org/pal:/MM9.3.1/TH-266-11844-82068-91?cc=1417520 : accessed 07 Jun 2014), Venezuela, Arquidiócesis de Mérida, registros parroquiales y diocesanos, 1654-2013 > Venezuela, Arquidiócesis de Mérida, registros parroquiales y diocesanos, 1654-2013 > Mérida > Tabay > San Antonio > Bautismos 1827-1844 > image 39 of 142; citing Archivo Arquidiocesano de Mérida.

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