El compatriota Lic. Juan Luis Lira, natural de Cumboto, tierras donde los afrodescendientes no quieren dejar fenecer sus tradiciones, es un experto estudioso en la realidad concreta de la tradición de San Juan Bautista. Es además de estudioso, nada reservado para enseñar lo que sabe, lo que viene acumulando desde varias décadas, incluso se puede decir que desde su temprana niñez. En el preámbulo de la conversación aparece su abuela Francisca, una matrona afrodescendiente que padecía de artritis reumatoide. Ella pasaba el año aquejada de dolores, pero cuando más cuidaba la salud era en esos días de mayo y se avecinaba junio, en los preparativos de las festividades de San Juan Bautista. Sonriente, me contó Lira, que tomaba su bandera y durante ocho días no desperdiciaba momento para compartir con sus amistades las festividades de San Juan Bautista. Era una mujer muy activa de aquellas que fumaban cigarrillos con la candela dentro de la boca. Al llegar a casa le decía a su esposo, mi negro no desperdicies ninguno de los días de celebración; Ella sabía que el 23 y el 24 de junio, su esposo estaría puntual frente al mar donde el tambor repica fuerte, retumba y le hace coro a todos los tambores de la costa venezolana. Duros habían sido los días de trabajo en la agricultura recogiendo y apilando cacao propio y ajeno, manteniendo el conuco y criando hijos y nietos. Lo importante de la abuela Francisca era su carácter que incluía el mantenimiento estricto de la tradición, era capitana de San Juan. A diferencia de muchos, ella participaba con consciencia en la tradición, cuando para otros era simplemente una excusa para festejar.
Las migraciones de la costa hacia Maracay comenzaron temprano con el siglo XX pero se acentuaron luego de la primera mitad. De manera que el amigo Lira cuenta que esa mudanza no fue solo de espacio físico, con ellos llegó también la heredad cultural de sus abuelos, y en eso San Juan Bautista era el principal protagonista de sus tradiciones. Los que estaban llegando contactaban a los que ya estaban aquí, y recibían a los que venían llegando. Era un proceso social y cultural continuo y profundo porque se trajeron sus cantos, sus sangueos, sus tambores, solo que no tenían una figura de San Juan Bautista, pero pronto consiguieron a Rufino, un hombre que tenía un San Juan pero no tenía tambores y la interacción social produjo el milagro de recomponer toda la tradición en los valles y pie de monte de Aragua. La gente que no conocía esta cultura los tildaron de locos, brujos y borrachos. Fue entonces cuando nace un equipo de investigación que llena de conocimientos la tradición, se organiza todo ese bagaje de experiencias, y las celebraciones de San Juan Bautista toman su cauce de la misma fuerza que tenía cuando eran habitantes de la costa. A la final crearon una primera organización llamada cofradía de San Juan Bautista y de la Cruz de mayo.
A partir de allí el pueblo afrodescendiente migrante asentado en varios lugares se fue cohesionando usando como cemento cultural sus tradiciones. Eso todavía se mantiene, reconociendo que siempre existen fuerzas extrañas, unas de naturaleza partidista y otras religiosas, que actúan contrarias a la tradición cultural. Para romper esto se fueron creando las cofradías en varios pueblos de Aragua, siempre buscando que los que quedaron en la costa también se organizaran y recogieran los frutos del conocimiento acumulado por los equipos de investigación. Hubo mucho intercambio de información. En Aragua, el gobernador para ese entonces, Didalco Bolívar, los ayudaba pero los retaba a que crearan una organización social más consistente, porque en las reuniones la gente prefería aprovechar el momento para pedir pequeñas ayudas. Con ese estímulo comenzó un proceso organizacional que condujo a una confederación de cofradías, que terminó presidiendo Juan Lira, nuestro informante. Llegar allí fue un proceso muy complejo pero todo resultó exitoso. Son un hito organizacional que ahora las cofradías han asumido el papel de ser quienes defienden la permanencia de la Tradición de San Juan Bautista en la lista de patrimonios culturales (intangibles) de la humanidad, según lo dispuesto por la UNESCO, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura. Llegar a eso necesitó 14 años de dedicación, de esfuerzo, de investigación socio-cultural.
La investigación abarcó lo bíblico, las tradiciones de solsticio de verano en Euro-Asia (Rusia), Europa, Latinoamérica y el Caribe, pero más profundamente la tradición como fenómeno cultural de los afrodescendientes costeños de Venezuela. Ya se sabe que la población mestiza venezolana ha sido permeada por la tradición de San Juan Bautista, aun cuando lo hacen más por lo festivo que por la idiosincrasia.
El ciclo festivo alrededor de la devoción y culto a San Juan Bautista está muy bien documentado y se le hace seguimiento a las obligaciones programáticas con la UNESCO, pero lo más relevante es el papel de salvaguarda del Estado venezolano para que ninguna ley o marco quebrante el espíritu de inclusión y participación popular para recordar esa tradición.
De manera que, ayer de mañana fui nuevamente testigo como se sigue generando cemento socio-cultural para que nadie borre de la memoria del pueblo la significación de esta tradición en el devenir social, cultural, histórico y político del país. Ante una pregunta sobre el significado del tambor, se recordó que se toca el cuero con las manos, cuero con cuero, y la madera se toca con palos bien preparados con maderas que dan contundencia al tocar la madera, palo con palo. Nuestros afrodescendientes lo hacían en aquellos tiempos cuando el expoliador colonial les daba permiso para celebrar el San Juan Bautista, pero ellos no sabían que los golpes al tambor palo con palo, cuero con cuero era lo que les gustaría hacer con sus crueles amos.
La cohesión social de la afrodescendencia es el principal legado de una tradición, como dijo el poeta Lira somos lo que somos y si San Juan lo tiene... San Juan te lo da.
Los preparativos ahora para festejar a San Juan transcurren durante todo el año, la educación y la transmisión oral no cesa. Ya las banderas están listas, las mariposas también, la gente está preparada, San Juan aguarda en sus grutas, espera por el "burro", o persona que se encargará de pasearlo y tiene además por encargo no dejarse robar el santo... esa es otra historia.
La Batalla de Carabobo el 24 de junio impidió que el 23 sonaran los tambores, al caer la tarde del 24 varios afrodescendientes yacían en el campo, pero en el contundente triunfo. los afrodescendientes consideraban uno de los vencedores fue San Juan Bautista, porque si San Juan lo tiene... San Juan te lo da.