El periodista tuvo que hacer una diligencia a Porlamar y regresó luego a su casa, donde lo esperaba su perro Pipo en el portón del garaje, moviendo la cola y con la alegría de siempre, al verlo regresar contento y sano. Esperó que pasara, estacionara el carro, se bajara y se sentara en una silla de dicho espacio, para reposar un ratico, para luego preguntarle, como en efecto lo hizo:
- ¿Juancho cómo te fue y cómo está Porlamar?
El periodista acarició su perro y como pensando "ya va a empezar con la preguntadera", le respondió:
- Me fue bien, Pipo, afortunadamente, pues las cosas que iba a realizar las hice más rápido que lo que pensaba, y en cuanto a Porlamar, la ciudad marinera de Margarita, jamás se parecerá aquel lugar que alabaron poetas y cantores, por sus paisajes marinos y sus calles y su gente valiosa. Porlamar es otra cosa ahorita y no la quieren recuperar ni como ciudad comercial ni mucho menos como la gran ciudad que alguna vez tuvo Margarita y de buena fama no sólo en nuestras fronteras sino fuera de ellas. Porlamar es un despojo de todo aquello que algún día fue y que se ahoga ahora en su mar contaminado.
El pero oyó y manifestó: "Por otra parte, Juancho, ¿qué es para ti la mentira? Que por aquí cerca he oído hablar de ella".
El periodista, se rascó la cabeza, observó a su perro y señaló: "Te voy a parodiar el Padre Nuestro y decirte que es el pan nuestro de cada día, pues la falsedad tú la puedes ver en todas partes de una u otra manera, hasta en las cosas que menos crees, ahí está la mentira, como hierba que crece en un terreno fértil, que la cortan por una lado y por el otro crece. No es fácil ser sincero en una sociedad en la cual vivimos y más aún cuando los menos que debieran estar metiendo embustes, son los primeros que caminan por los senderos de la ficción, engañando a la gente, o sea al pueblo. Pero mejor dejemos esto hasta aquí, Pipo, porque el tema no es fácil y me deprime".
Pipo entendió y corrió hacia el portón a conversar con su amigo Yey que se había asomado por ahí, mientras que el periodista sacó su celular para leer los mensajes.