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Mérida es el Estado de los ríos, de las montañas nevadas, de las dulcísimas quebradas y torrenteras, de los amenazadores callejones y cascadas que estallan o revientan en épocas de lluvia. Mérida, todavía la de los umbrosos caminos, con esa sinfonía perenne de todos los verdes posibles, con sus soles frescos o tibios durante el día; brisas susurrantes, suaves y cariñosas, que corren por esas formaciones de espléndidas lagunas o pozos que brotaron de fenecidos volcanes. Un vergel con las huertas más productivas de Los Andes, parajes de infinita belleza ante los cuales quedamos idílicamente embebidos, maravillados. Sublime clima, pues, con esos prístinos milagros del cielo, a veces sagrados encantos que he llegado a creer que los humanos no merecemos. También, ésta es una Mérida que, al regalarnos con tantas maravillas, producto de esa intervención funesta e implacable del hombre a nuestro medio, cuando caen ciertas lluvias, nos castiga con sus catastróficos deslaves y vaguadas, recordándonos que los daños a la naturaleza jamás quedan impunes.
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En los dos últimos años, no ha existido municipio de esta hermosa geografía del Estado Mérida en el que no se haya producido algún desastre. Estos dos últimos años, el ensañamiento ha sido particularmente inclemente en el Valle del Mocotíes, en los municipios Libertador, Alberto Adriani, Aricagua, Arzobispo Chacón, Andrés Bello, Campo Elías, Cardenal Quintero, Rangel, Zea… y en cada uno de ellos, sea domingo o día feriado, de noche o de madrugada, ahí ha estado presente el gobernador Jheyson Guzmán, con sus poderosos equipos de Defensa Civil, trabajando codo a codo con las comunidades organizadas, con sus cuadrillas de trabajadores en unión cívico-militar, cada uno de ellos arriesgando sus vidas, metiéndole el pecho hasta ver solucionado los más ingentes problemas. El caso de la vaguada en Tovar es uno de los ejemplos más emblemáticos.
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Pocos gobernadores se las han tenido que ver, de manera tan terrible como Jehyson Guzmán, con las inclemencias naturales de estos tiempos. En casi todos (o en todos) los 23 municipios y sus 86 parroquias del Estado Mérida cada día, cada semana, algún desastre nos sacude, insistimos. Dos años de feroces lluvias, con múltiples vaguadas que han destruido carreteras y puentes, viviendas, sistemas eléctricos completos, multitud de humildes comercios, instituciones públicas, sistema de telefonía, servicio de agua potable… a la vez que produciendo afectaciones severas del ecosistema andino en general.
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Apenas está Jehyson en el páramo cuando repentinamente vemos que tiene que desplazarse hacia los caliginosos terrenos de la Panamericana o El Vigía, o salir en volandas por el extenso territorio del municipio Arzobispo Chacón que presenta tanta inestabilidad en su todo su territorio. Téngase en cuenta que ir de la ciudad de Mérida a Canaguá, por ejemplo, requiere de cinco horas de camino en buenos carros. Y las ingentes necesidades son de variados tipos en el Municipio Arzobispo Chacón: abastecimiento para las poblaciones tan apartadas, de gasolina, gas y comida, de maquinaria pesada, de transporte, de permanente atención de los caminos ante los permanentes derrumbes.
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El lunes pasado, en la urbanización donde vivo, la Pedregosa Sur, se produjo un peligroso desborde del río La Pedregosa, a media noche. El río comenzó a bramar horriblemente resonando tenebroso el trueno de las piedras que bajaban, árboles desencajados, los truenos secos estallando allá arriba en la montaña de la Cara del Indio. Se iban llenando el ambiente de una humedad plagada de olores de hierbas y de amenazantes vendavales. La gente a un lado del río y a lo largo de la Avenida López Contreras, comenzó a salir despavorida de sus casas, con sus hijos y perros, y ya el desbarajuste de las aguas se ensañó con enceres, humildes viviendas y negocios.
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A los pocos minutos de esta amenazante situación en La Pedregosa Sur, aparecieron los bomberos y Defensa Civil, las primeras cuadrillas para proteger a los ciudadanos. Se evaluaron los peligros a lo largo desde el Puente de la Pedregosa hasta la Avenida López Contreras, concentrándose sobre todo en la situación de los edificios de La Linda donde la caja protectora de los transformadores eléctricos fue dañada por la crecida del río.
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Ingente ha sido la movilización para reestablecer todos los servicios básicos, toda clase de maquinaria ha sido trasladada a los puntos más afectados, y ante esta avanzada para contener y reparar males, un amargado que veía estos trabajos de docenas de trabajadores de Corpoelec, Aguas de Mérida, Defensa Civil, pelotones de la Policía y la Guardia Nacional, con un palillo en la boca decía: "-Aquí, mirando el show de la política". Conclusión: La realidad ni los hechos cambian a los amargados.
Hay que reconocer el trabajo de Jehyson Guzmán, frente a estas inclemencias del tiempo (Mérida)…
Por: José Sant Roz
Jueves, 20/10/2022 09:57 AM