Comencemos por precisar lo que entendemos por empobrecimiento: "Es un fenómeno político-social que emana desde los centros de poder atravesado por muchas variables indeseables que se combinaron para provocar la ruina material y emocional, la destrucción estructural de las posibilidades, de las condiciones básicas y las capacidades del pueblo carabobeño dejándolo postrado e imposibilitado de producir su propio ambiente de vida saludable.
En otras palabras, y en el caso concreto de Carabobo, se evidencia, que son políticas neo-liberales emanadas desde el estado, que despojan al pueblo de su derecho a desarrollar una economía centrada en la satisfacción de sus necesidades radicales, la de un pueblo impedido de fomentar una cultura fraterna, solidaria y rebosante de valores estéticos, un pueblo al que le fueron arrebatados todos los derechos políticos que garantizan la igualdad de oportunidades y bienestar, un pueblo sometido a sobrevivir bajo la suspensión del código de ética pública como sostén espiritual que da sentido a todas las relaciones de convivencia social, un pueblo al cual se le suprimió el derecho de practicar la democracia republicana con base al marco constitucional, un pueblo obligado, por la carencia para suplir necesidades elementales, a fracturar su relación de cuidado y reciprocidad con la naturaleza como la base de la vida.
El carabobeño, es un pueblo subyugado y expuesto a sufrir el ejercicio punible del poder por parte de una clase política que se apoderó de las instituciones y los bienes colectivos como una forma de acumulación delictiva de riqueza. Esto es lo que entendemos por las causas fundamentales del empobrecimiento, y es lo que está ocurriendo contra la vida del pueblo carabobeño. Y sin lugar a dudas, como extensión de todo lo que está pasando con el pueblo venezolano.
Es decir, la rapacidad y la destrucción de la vida pública del pueblo carabobeño ha sido casi que total para favorecer la creación de una propiedad privada delincuencial. No obstante, hay que destacar el hecho, de que este mundo de obscuridad, tiniebla y tristeza presenta síntomas de descomposición y de empezar a derrumbarse, lo que hace falta es que aparezca una fuerza social que lo empuje para acelerar dicho desenlace. Por lo tanto, a pesar de haber estado sometido a tanta descomposición moral, de destrucción de los valores públicos y la propia identidad cultural, en el fondo del alma del pueblo carabobeño nunca ha habido fatalismo, siempre ha persistido la voluntad de construir una vida buena, en este sentido, las condiciones se vienen juntando para que sobre los escombros de este mundo indeseado se edifique una vida buena, sencilla y decente.
Sin embargo, la pregunta más relevante que se desprende de esta desastrosa realidad es ¿Podemos frenar el empobrecimiento e iniciar la feliz gesta de construir una vida sencilla y cómoda para todos los habitantes del estado Carabobo? Y hay una sola respuesta, si se puede, y todo consiste en concretar la conjunción de todo el deseo colectivo que hierve por cambiarlo todo, dejando a un lado la cultura de la quejadera infecunda, bastaría con que abandonemos el espíritu resignado de esclavitud voluntaria, y construyamos un gran frente social unificado conformado por los empobrecidos del chavismo y los empobrecidos de la oposición del estado Carabobo alrededor del Proyecto Nacional Simón Bolívar, y haciendo las cosas de esa manera, no cabe ninguna duda, que veremos fluir la vida por un sendero más feliz, porque Carabobo posee los recursos materiales, el talento humano, la decencia suficiente y las ganas de trabajar para levantar un modelo industrioso de comunidad de productores libremente asociados que generen la base riqueza material para satisfacer las necesidades fundamentales de su población.