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De vez en cuando hay que darse un baño de pueblo, y en esta oportunidad lo aproveché para hundirme en el mar de gente del desfile del pasado domingo 4-F. Tomamos, junto con mi esposa, la buseta del Sector F y nos quedamos a nivel de las Residencias Cardenal Quintero. A lo lejos vimos cómo estaba congestionado el lugar de motos y carros. Llegamos a la Avenida Los Próceres y entre el bullicio alegre de la gente, las vuvuzelas tronando, niños disparándose con sus pistolas de agua, las primeras carrozan concentradas frente al Yuan Lin, vendedores de pinchos, lentes oscuros, sombreros de alza anchas y tequeños por doquier. Humo de fritangas en cada esquina, algunos con sus disfraces de gorilas o Batman. Mares de sombrillas para protegerse del inclemente sol. Todo un bullir, en los preliminares del Carnaval, un día para salir a distraerse, para sacar a los niños, para comer algo distinto, y el que puede echarse unas cervecitas o un buche con un botazo de vino.
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Debo decir que en mis cuarenta años viviendo en Mérida, acaso si esta es la segunda vez que veo estos desfiles de reinas. En la mayoría de las ocasiones, cogía y me iba al campo. Por allá nos encontramos con Yuri y Edmundo, con la señora Miriam y su esposo, con Paola, con David y su señora. La alegría comenzó a desatarse en cadena. Unos daban alaridos por puro gusto y sin motivo alguno, y otros cantaban a gañote tendido sin importarle sin su voz emitían meros gritos o hirientes estridencias. Otros replicaban con aplausos. Esto es lo que yo llamo la única libertad posible y verdadera. No hay otra.
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Pocas veces en Mérida se han visto unas Ferias del Sol como las de este año. Se calcula en más treinta mil personas las que a lo largo de la Avenida de Las Américas se agolparon para ver el DESFILE DE LAS REINAS.
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El desfile se inició desde el punto conocido como el Yuan Lin, concluyendo en el Centro Comercial El Rodeo. Desfilaron docenas de carrozas, con la participación de instituciones del Estado, empresas privadas y colegios. Las doce participantes al reinado de este año iban desfilando, por tramos, entre el gran número de actividades artísticas y creativas. Las doce reinas iban discurriendo, en medio de un día soleado. Así se vieron en coches antiguos y de lujo a las bellezas: Anyi Aparicio, Angela Márquez, Nicol López, Alvys Varela, Paola Kovaliov, Salomé Abreu, Valentina Gardelliano, Germaiony Gil, Natasha Colmenares, Yhordanys Quintero, Yairy León y Sophia León Rodríguez.
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El desfile comenzó a las once de la mañana, con distintas bandas y orquestas. Actuaron payazos, grupos de niños y ancianos. Un camión pasó atestado de ancianas que nos lanzan besos a granel, todas ellas por encima de los ochenta, y tan acicaladas que parecían realmente carajitas.
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Todo en perfecto orden, cada cual conduciendo con respeto hacia los demás y con absoluta seguridad. Ni un solo percance ni alteración de la paz se vio en ningún tramo del lago trayecto que se recorría.
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Multitud de tarantines con ventas de comida y refrescos estaban colocados a lo largo de la avenida y el suculento olor de las carnes a la brasa lo inundaba todo. Los niños se nos atravesaban tremendo con sus carreras, unos persiguiendo a otros, siempre vigilados por sus familiares. Se podía apreciar por los alrededores el colapso total todas las calles aledañas entre Los Próceres y Las Américas. Muchos comercios y centros comerciales cerraron sus puertas para que los baños no fuesen tomados por pelotones de miccionadores.
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Por doquier se podía apreciar un amasijo de vehículos y motos varados en todas direcciones, de tal modo que se hacía difícil hasta andar a pie. Pero así es el pueblo, alegre y paciente, y es mucho lo que uno aprende viendo a la gente humilde y laboriosa, la que sabe pasar roncha, pero que en el momento debido también sacudirse las amarras del diario trajinar…
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Debo agregar que la candidata más aplaudidas fue Sophia León. Todo el acto del desfile acabó a las tres de la tarde, pero la mayoría de las personas concentradas para verlo se quedaron departiendo hasta la noche.
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Un grupo de amigos, cansados y hambrientos conseguimos un local en el que vendían carne asada, y ahí nos refugiamos con nuestra retrasada hambruna y nos refrescamos un poco, porque la canícula era inclemente. Una vez colmado y calmado el exigente saco del vientre, unos amigos nos invitaron a tomar café por el sector de El Rodeo. El bullicio y la alegría era general, y en habiendo rematado con café y torta, y no habiendo transporte para coger hacia La Pedregosa Sur, decidimos seguir disfrutando del derrape, y bajamos por la Avenida Las Américas, mirando toda clase de disfraces, simpáticas comparsas y conjuntos musicales ambulantes. Hasta que llegamos molidos y hechos polvos, pero más felices que chivo en bajada.
Qué sabroso baño de pueblo nos dimos en las Ferias del Sol…, histórico y antológico…
Por: José Sant Roz
Martes, 06/02/2024 12:37 PM