Tricentenario "chucuto" de San Antonio del Táchira o San Antonio del Olvido

Miércoles, 12/06/2024 12:32 PM

Una vez escribí en un libro que titulé "Pueblo redimido", una crónica aliñada un poco recordando al Brigadier Bolívar quien en su primera proclama al ingresar a tierra venezolana en 1813, para luego ir a la Campaña Admirable, enunció su esencia caraqueña y añadió que ha venido a redimirnos de nuestros pesares y agobios del gobierno español. Lo interesante fue que le puso lugar a la Proclama, Villa Redimida de San Antonio de Venezuela. Desde que tengo algo de uso de razón he dicho que es el mejor nombre que mi Pueblo puede llevar.

El telón de la historia se abrió al nacimiento de una comunidad en tierras donadas por un propietario poderoso llamado Eugenio Sánchez Osorio, quien habilidosamente donó para que se construyera una villa y él se quedó con la periferia donde se expandiría, en algo que ya era una zona muy comercial con flujos mercantiles desde La Grita, San Cristóbal, Cúcuta y Pamplona. Ese acto se consumó el 2 de Octubre de 1724 y en apenas 57 años, ya era un pueblo sublevado, apoyando la rebelión de los comuneros, donde por cierto nuestras mujeres fueron claves en el manejo de la información, para que el movimiento se propagara por las tierras andinas; y 86 años más tarde de su fundación, nuestra comunidad suscribió la adhesión al movimiento del 19 de Abril de 1810. Tres personajes en ese momento son claves, un maestro de escuela llamado Antonio María Pérez de Real, un acaudalado de nombre Cayetano Redondo que fue empalado por los españoles, y un joven militar, Eleuterio García quien en la guerra de independencia recibió una buena dote de terrenos en la Mulera que en el siglo siguiente formó parte de las propiedades de su bisnieto Juan Vicente Gómez.

En total suman más de diez entradas de Bolívar al Pueblo Redimido, y en una existe la convicción que después del Congreso de Cúcuta realizado en la iglesia ubicada en el Rosario, próxima a donde nació el general Santander, partió a San Antonio con una pequeña comitiva a recordar el inicio de la Campaña Admirable, entró a la iglesia modesta de mi pueblo y salió de la iglesia mirando hacia el altar, se hincó y gritó: Solo ante ti Dios, se arrodilla la patria y este guerrero. Esas palabras son en cierta forma la base de del bolivarianismo que profesamos los hijos de este pueblo que se aproxima a los trescientos años de existencia formal. Cada quien escribe esas palabras como las dicta el corazón.

Esa frontera fue clave en la separación de Venezuela de lo que comúnmente se llama la "Gran Colombia", tuvo la ventaja que el hito limite fue un rio cristalino que bajaba desde el frio páramo del Tamá, recogiendo neblinas y rocíos, y descendía a un valle próspero, de libre tránsito entre dos países hermanos. Allí sigue la Villa Redimida de San Antonio de Venezuela, como la llamó Bolívar.

Los ejercicios de la memoria llamando a la infancia son un complejo de la vejez, he tratado de recordar temas atrayentes de mi trayectoria en San Antonio, entre otras, siempre fue un pueblo de gente sonriente y muy amistosa, con maestros y maestras de un gran corazón pero de gran severidad, tanta que en esta modernidad estuvieran presos por los castigos infringidos para hacer buenos ciudadanos, el clima siempre fue extraño, una "pepa" de sol y una brisa como compañera, que obligaba a tildar de locos a los que aconsejaron hacer un aeropuerto en sus afueras; las gentes que venían de otros lados lejanos o próximos siempre fue bien recibida, no había mezquindad a la hora de hacer buenos negocios de un lado a otro o viceversa; se construyó un hermoso puente internacional con unos arcos imponentes, toda la estructura de hierro, que soportó las crecidas del rio Táchira. La gente que gobernó el pueblo tenía mucho sentido común y he dicho varias veces que hubo un momento histórico cuando San Antonio tenía más escuelas que bares, algo inaudito. No tengo el hilo conductor que condujo a mi pueblo a una pérdida de identidad local, regional y nacional. Nuestra forma de hablar se diferenciaba bastante de la colombiana cucuteña y de la colombiana lejana. Es posible que todo haya comenzado cuando se llevaron el puente de arcos porque se había construido otro de dos canales. Recuerdo que varios estudiantes liceístas nos acostamos a la entrada del puente para no permitir que se lo llevaran, entre la policía y la familia recibimos los cuerazos por esa osadía. Se fue el puente, no nos pertenecía, o no lo aceptamos como parte de la historia, y así se fueron llevando muchas cosas, hasta el orgullo local.

Dos grandes migraciones colombianas ocurrieron ambas en sana paz; después del Bogotazo consecuencia del asesinato de Gaitán y otra abundante, ubicando capital colombiano para sustraer los excedentes de los buenos negocios que se daban en San Antonio. La prosperidad económica se veía por todos lados, es indudable que existió, lo que es dudable fue que nos dejó.

La tercera oleada fue inmerecida. Colombia nos exportó la violencia paramilitar y la de los grupos alzados en armas como las FARC y las FALN. Todos los planes de integración fronteriza los acabaron los narcotraficantes y los violentos; y finalmente las políticas del Uribismo para sacar a Chávez. Al final, el pueblo fue perdiendo vida comercial y social, Todo concluyó con un cierre de fronteras que no logran abrirse a plenitud, y estos trescientos años los recibe La Villa redimida de San Antonio de Venezuela con una crisis estructural profunda.

Me anoto entre los que apuestan a una recuperación de la vida plena en mi pueblo, donde están los huesos de nuestros ancestros, donde están los recuerdos de algo que pudimos ver transformándose en un emporio que luego sucumbió. Rescatar el nombre que nos dio Bolívar nos llevará al esplendor y es mejor que llevar la etiqueta de San Antonio del Olvido.

Quisiera estar equivocado, que mucha gente esté interesada en conmemorar la fundación de San Antonio de Padua, en aquel momento, pero eso hay que evidenciarlo, una agenda, una grilla, una emoción, una invitación a la fraternidad y un compromiso para recomponer la economía y la vida misma de nuestro amado Pueblo Redimido-

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