Transformación social, tecnología participación en Venezuela

Sábado, 13/07/2019 08:49 AM

La transformación social bajo el sentido del humanismo socialista elaborado por el maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa y retomado por el comandante Hugo Chávez es una intervención que no se logra sino mediante la participación comunitaria y el apoyo de la tecnología más adecuada a que se tenga acceso y a los desarrollos que se aspire lograr, pero eso poco lo entienden los burócratas o las personas mismas ancladas en los viejos moldes de la democracia representativa y delegacioncita; la participación no es una redundancia en el marco de la democracia directa y/o participativa y protagónica, sino que es el núcleo central del imaginario político desarrollado en Venezuela al menos del 2000 al presente; pero eso aún es un asunto que presenta muchos nudos críticos hartos complejos.

Y no sólo para este país sino para sus naciones vecinas de Latinoamérica y el Caribe con las que se tienen relaciones bilaterales, si bien no sin ciertos conflictos principalmente en los últimos años por cuestiones atinentes al modelo sociopolítico: bolivarianismo, socialismo del siglo xxi, multipolarismo con apertura hacia China, Euroasia por la Rusia, África y el mundo árabe-musulmán, integración latinoamericana-caribeña a través de mecanismos como el ALBA-TCP, entre otros frente a los Tratados de Libre Comercio o ALCA, Alianza del Pacífico que lideran Estados Unidos y Canadá, "enemigos jurados de la Revolución Bolivariana" y sus aliados como el traído y llevado Grupo de Lima, donde Colombia, Perú y Chile llevan la voz cantante.

Sin embargo, expurgando y leyendo entre líneas aquí y allá se pudiera decir que, no obstante, las evidentes diferencias políticas-ideológicas todos parecen coincidir, cada cual, a su modo, que la tecnología es la vía expedita al desarrollo. Aquí en Venezuela, por ejemplo y en la ciudad de Barquisimeto en particular, si uno puede detenerse en frivolidades semejantes observará sin mucho esfuerzo que los líderes de la Revolución Bolivariana y de la Oposición Democrática suelen llevar consigo, ellos o sus ayudantes, sendos teléfonos celulares de última generación.

Y no se tome semejante cosa sólo como un juicio de valor sino parte de una descripción etnográfica empírica; es más, entregar computadoras, tabletas y otros adminículos telemáticos a escolares (las llamadas Canaimitas en Escuelas Bolivarianas y Liceos), estudiantes universitarios de medicina comunitaria, profesores de la Micromisión Simón Rodríguez, el nuevo dispositivo universitario paralelo mediante el cual al parecer el gobierno pretende desplazar a la UPEL como la Universidad de los Maestros; o a grupos juveniles venezolanos o extranjeros supuestamente solidarios con la Revolución Bolivariana y Chavista en actos políticos (Tabletas) se ha tornado un indicador de puesta al día con los nuevos desarrollos en la tecnología de la comunicación.

Hay también en escuelas y bibliotecas públicas los Centros Bolivarianos de Informática y Telemática, CEBIT, se lanzaron a la órbita los satélites Simón Bolívar, Francisco de Miranda y Antonio José de Sucre, algunos de éstos tienen fines estratégicos de seguridad y defensa de la nación entre otras múltiples aplicaciones, al menos formalmente señalados; si hoy no cumplen las funciones asignadas será cuestión de evaluar, porque hasta un centro satelital se instaló por los llanos venezolanos, igualmente hizo parte de la prédica del fallecido líder político su petición para que se desarrollaran tecnologías de diverso tenor como valor agregado aguas debajo de la explotación de los recursos naturales o que en los convenios mixtos con empresas extranjeras pudieran garantizar la popular ingeniería de reversa; discurso que dada la estanflación y ruina de la industria venezolana actual cayó en saco roto o, mejor, que se tradujo en ganancias, comisiones millonarias en dólares que ahora disfrutan los miembros de la llamada "Boliburguesía" en el Imperio.

Como la gente de buena voluntad suele construir repúblicas aéreas, según palabras de Simón Bolívar en el Manifiesto de Cartagena, el artículo 110 de la tan traída y llevada Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (2000) diríamos que realiza un canto a la ciencia, la tecnología y el desarrollo social en los siguientes términos:

"El Estado reconocerá el interés público de la ciencia, la tecnología, el conocimiento, la innovación y sus aplicaciones y los servicios de información necesarios por ser instrumentos fundamentales para el desarrollo económico, social y político del país, así como para la seguridad y la soberanía nacional. Para el fomento y desarrollo de esas actividades, el Estado destinará recursos suficientes y creará el sistema nacional de ciencia y tecnología de acuerdo con la ley. El sector privado deberá aportar recursos para los mismos. El Estado garantizará el cumplimiento de los principios éticos y legales que deben regir las actividades de investigación científica, humanística y tecnológica. La ley determinará los modos para dar cumplimiento a esta garantía". (Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, Gaceta Oficial Extraordinaria N° 5, viernes 24 de marzo de 2000. Artículo 10).

Lo que nos interesa resaltar aquí es la relación de concomitancia que se establece entre ciencia, tecnología e innovación como condición necesaria para el desarrollo económico y político del país, la seguridad y la soberanía nacional; pero tal declaración es insuficiente. La cuestión a revolver aquí viene a ser que se corre el riesgo vivido por un veterano político de la IV República (Bernabé Gutiérrez) quien grababa un video ponderando la contribución de su organización política al desarrollo del país (Acción Democrática), lo comparaba con una linterna que, según una graciosa metáfora, alumbraba el camino de la democracia; pero he aquí que un espontáneo cruzó el set en el tiro de la cámara y espetó el coloquialismo muy venezolano de "¡Eso es embuste!"; arruinando de esa manera, brusca e iracunda porque el pueblo se indigna cuando se burlan de él, una pieza publicitaria de antología que pintaba en primer plano la demagogia, incoherencia entre el discurso y práctica concreta. De donde se tiene que hay declaraciones que no trascienden sino se encaran en una práctica concreta, se quedan en bellos cantos; más aún, para muchos que integran la burocracia parasitaria y corrupta son parte de la demagogia política-partidista al uso.

Como en el falso dilema de Hugolino, recreado por Jorge Luis Borges, las naciones y sus burguesías antinacionales suelen comerles el cráneo o el cerebro a sus hijos. Alimentarse de la inteligencia, creatividad e innovación de sus connacionales mejor dotados, pero muchas veces sus creaciones no benefician a pueblo llano, o al menos de manera directa; el Estado-Nación debe evitar, sin embargo, encapsularse sino mirar hacia todo el universo-mundo donde, volviendo a Borges, se cultive el rigor de la ciencia; aunque en ese camino las luchas por el poder harán olvidar el mapa construido del conocimiento y sólo por necesidad las generaciones siguientes encontrarán las ruinas de la geometría, aritmética, física, geografía, historia, literatura y demás disciplinas que el alma humana necesita para satisfacer su ansia infinita de saber, según sabemos sostiene Aristóteles en su Metafísica, Libro Primero.

El hombre y la sociedad, en consecuencia, son lo que son por la tecnología. Esa especie de sobrenaturaleza que, según José Ortega y Gasset en su Meditación sobre la Técnica, todos llevamos en mayor o menor medida y usamos hoy en nuestros diversos contextos cotidianos, de tal suerte que no podemos vivir sin la tecnología de la época, aunque quisiéramos.

Más allá de lo declarativo, veamos ahora brevemente para cerrar algunos indicadores de cómo la ciencia y la tecnología impactan los entornos y producen transformaciones en los órdenes físicos, sociales y simbólicos o de los imaginarios en Venezuela, Latinoamérica y el Caribe, con su conjunto de cosas buenas y otras que no lo son tanto. Por lo que requiere también una transformación a lo interno de los modelos de hacer ciencia.

Por ejemplo, la subvaloración o sobrevaloración entre ciencia pura o aplicada, la superación de la dicotomía ciencias naturales y humanidades, las exigencias de la sustentabilidad ambiental de los emplazamientos urbanísticos e industriales; aunque algún presidente de una gran potencia se negara a firmar y aplicar los llamados Acuerdos de París o Kioto que demandan arbitrar soluciones a la polución industrial.

En cuanto a la participación en los procesos sociales mediante la tecnología para desarrollar áreas rurales agropecuarias, industrias mineras de diverso tipo que supone la intervención de espacios geográficos de ecosistemas delicados y frágiles (agricultura bajo el modelo agro tóxico, Arco Minero del Orinoco, Carbón del Guasare, entre otros); exige amplios procesos de consulta a las comunidades, validar esas propuestas. Además, los productores agropecuarios, comerciantes y empresarios en general grandes, medianos o pequeños deben ser oídos por los entes oficiales o estatales y éstos a su vez permitir alcanzar consensos acerca del modelo tecnológico a aplicar en sus respectivos emprendimientos; cuestión ésta que siempre fluctúa entre quienes usufructúan la hegemonía de la sociedad actual y quienes aspiran a que ese control pase a sus manos.

En ese sentido, Venezuela acumula importantes déficits o que en todo caso desarrolla incipientes experiencias de intervención y participación, pero en todo caso dispone de importantes disposiciones legales, desde la Constitución (2000) y demás leyes derivadas (ley de ciencia y tecnología, Ley Orgánica de Educación, 2009). Pero requiere de mayor desarrollo social a partir de la adecuada aplicación de la tecnología.

La conclusión viene a ser que en los países del Sur el tema aquí abordado viene a ser de principal relieve ya que la tecnología constituye la vía al desarrollo pero no lo es menos el asunto relacionado con la seguridad y defensa de la nación, ya que señaló el actual rector de la Universidad Nacional Experimental de las Fuerzas Armadas, UNEFA, el ciberespacio representa ahora en la noción de guerra total un escenario de confrontación, de tal suerte que la tecnología aparece como un factor estratégico (VTV, Dossier 11, 07, 2018).

 

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